Padres lesbian@s
Tuve un alumno de nombre Gustavito que, cuando una vez le dije que quer¨ªa hablar con sus padres, me replic¨® con gran soltura:
-Yo no tengo padres, pero si quieres, puedes hablar con mis madres.
En estos d¨ªas he escuchado un discurso de Anjeles Konjota acerca de los 'padres y madres vascas' y he pensado que Gustavito se sentir¨¢ al fin contento. El Gobierno vasco se esfuerza en dar un toque moderno a su gesti¨®n. Y qu¨¦ m¨¢s moderno que la moda de lo pol¨ªticamente correcto. Aunque mis alumnos dir¨ªan que lo de Anjeles es una rebuznancia.
Anjeles sigue en esto al lehendakari, que podr¨¢ pasar a la historia como el descubridor del irresistible label democr¨¢tico que otorga a las consultas extraelectorales el dirigir la pregunta 'a los vascos y a las vascas'. Tal es el ¨¦nfasis fon¨¦tico con el que nos re¨²ne en sus discursos que nadie pensar¨ªa que la voluntad de 'los vascos y las vascas' expresa una simple suma de votos emitidos por ciudadanos de distinto sexo. Esa 'y' copulativa de voluntades forzadas por la estad¨ªstica me pone muy nerviosa.
A los gobernantes les es m¨¢s f¨¢cil cambiar palabras que realidades
Los refrendos identitarios nunca han favorecido la creaci¨®n de nuevas identidades; s¨®lo sirven para confirmar la intensidad del divorcio social. Cuando me autodetermin¨¦ de mi ex marido bien sab¨ªa que el refer¨¦ndum sobre el respeto a mi voluntad arrojaba un resultado igual al cincuenta por ciento de los votos emitidos. No quiero que me unifiquen estad¨ªsticamente con nadie. As¨ª que ni se les ocurra preguntarme tonter¨ªas para luego sumar mi respuesta con la de quienes tengo el gusto de desconocer.
Quiz¨¢ el pr¨®ximo lehendakari descubra la utilidad de una consulta sobre la voluntad rec¨ªproca de soportarse los nacionalistas y los no nacionalistas. Claro que, si se empe?a en reclamar el respeto para la voluntad de los vascos y las vascas nacionalistas y de los vascos y las vascas no nacionalistas, sus discursos le van a salir m¨¢s largos que los de Fidel Castro.
A los gobernantes les es m¨¢s f¨¢cil cambiar palabras que realidades. El siglo XX asisti¨® al feroz e in¨²til intento del Tercer Reich y del estalinismo por imponer sus propios lenguajes. Y, m¨¢s que nada, por lograr que ciertas palabras fuesen impronunciables. Pero hasta ahora ¨¦ste es un objetivo reservado a los movimientos religiosos creadores de civilizaciones culturales.
Bueno, en alguna peque?a medida habr¨¢ de reconocerse, tambi¨¦n, la capacidad taumat¨²rgica del nacionalismo vasco sobre el uso de la lengua castellana. Lo digo por la milagrosa desaparici¨®n de la palabra Espa?a (con perd¨®n), hasta el punto de que Radio Nacional, en sus desconexiones para Euskadi, nos informa que 'ha llovido en el Estado'.
Un texto de segundo de ESO sobre t¨®picos machistas explicaba que no hace falta repetir ciudadanos y ciudadanas o alumnas y alumnos, porque casi siempre existen palabras que abarcan ambos g¨¦neros, como ciudadan¨ªa o alumnado. Demasiado para una persona tan preocupada por la precisi¨®n lingu¨ªstica como Anjeles, que, como recordar¨¢n, nos descubri¨® que la Ley de Calidad de ense?anza es puro 'terrorismo institucional'.
Para nuestra consejera, la libertad en la ense?anza s¨®lo puede venir de la mano de un biling¨¹ismo entendido como generalizaci¨®n de la ense?anza monoling¨¹e en euskera. Esto, por cierto, s¨®lo en la ense?anza p¨²blica, porque las ¨¦lites del pa¨ªs seguir¨¢n enviando a sus hijos -e hijas- a los centros privados que no imponen ese modelo de inmersi¨®n monoling¨¹¨ªstica.
Esto de la inmersi¨®n no parece tener que ver con el sentido usual de sumergirse en el agua, sino con el m¨¢s complicado de infusionar en el euskera todas las partes solubles del lenguaje materno de nuestros alumnos.
Claro que, bien pensado, siempre han existido distintos modelos de inmersi¨®n. La m¨¢s tradicional consiste en meter primero y lentamente un pie, comenzando por el dedo pulgar, que es el m¨¢s valiente. Y luego est¨¢n las distintas variantes de shock t¨¦rmico, todas ellas basadas en el aguante al dolor.
En todo caso, esas distintas modalidades de inmersi¨®n son voluntarias, y con gusto sus consecuencias duelen menos. Frente a ellas sabemos de otra forma dolorosa de inmersi¨®n. La inmersi¨®n en la ba?era, que consiste en que te sujeten la cabeza y te la metan bajo el agua aunque no quieras -que no sueles querer-. Es un m¨¦todo para facilitar la expresi¨®n verbal, que fue hace una d¨¦cada considerablemente mejorado en Intxaurrondo, al poner en la ba?era agua del pa¨ªs, justamente del r¨ªo Bidasoa. Aquello s¨ª era terrorismo institucional.
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