La pesadilla del Cervantes
La futura sede del instituto en Nueva York, zarandeada por cr¨ªticas y problemas
La mayor inversi¨®n de la cultura espa?ola en el extranjero, la construcci¨®n de la nueva sede del Instituto Cervantes de Nueva York, est¨¢ resultando ser una aut¨¦ntica pesadilla de problemas y presupuesto. Entre la compra y la destrucci¨®n del edificio, algo que no se contemplaba en el proyecto inicial, la magna empresa ya alcanza los 19 millones de d¨®lares (alrededor de 21 millones de euros), una cifra muy superior a la prevista. Por si fuera poco, un grupo de conservacionistas ha arremetido desde las p¨¢ginas de The New York Times contra la demolici¨®n del inmueble, que estaba catalogado entre los edificios hist¨®ricos de la ciudad.
El Amster Yard, el conjunto de casitas bajas que el Cervantes adquiri¨® a principios de 1999 por nueve millones de d¨®lares, era una rareza en el coraz¨®n de Manhattan. Desde su patio interior, 600 metros cuadrados de plantas y ¨¢rboles, apenas se o¨ªa el bullicio del tr¨¢fico. Construido en 1870, naci¨® como casa de postas y fue remodelado en 1945 para dar lugar a un conjunto, algo ecl¨¦ctico, de viviendas y comercios.
Seg¨²n ha podido saber este peri¨®dico, los planes iniciales del Cervantes tan s¨®lo inclu¨ªan amplios trabajos de remodelaci¨®n y modernizaci¨®n, pero en ning¨²n caso la destrucci¨®n de un centro que se hab¨ªa comprado precisamente por su encanto hist¨®rico. As¨ª consta en el primer proyecto presentado por Ad Hoc, la firma de arquitectos que se llev¨® el concurso y que hasta entonces no hab¨ªa realizado ning¨²n proyecto fuera de la comunidad murciana donde trabaja habitualmente.
Ahora ya no queda nada. S¨®lo un enorme agujero de excavadoras. El New York Times recog¨ªa ayer el testimonio de algunos grupos conservacionistas airados por la destrucci¨®n del conjunto, protegido desde 1966. 'No es forma de tratar semejante sitio', se quejaba el experto en historia de la arquitectura, Michael Henry Adams.
'Espa?a va a recuperar exactamente lo que era el Amster Yard', asegur¨® el director del Cervantes en Nueva York, Antonio Garrido, 'No me extra?a que haya una reacci¨®n, pero vamos a devolver el centro en su estado original'. El diario precisa que el instituto espa?ol ha actuado con el visto bueno de la Comisi¨®n de Preservaci¨®n de Edificios Hist¨®ricos de la ciudad.
Mientras tanto, el presupuesto se ha disparado. Inicialmente cifrado entre seis y siete millones de d¨®lares, alcanza ahora los 10 millones. Varios factores han contribu¨ªdo al encarecimiento de la obra: el mal estado de las estructuras del edificio, que no se detect¨® al principio, el empe?o por construir un auditorio subterr¨¢neo en el granito de Manhattan y la inexperiencia de la firma murciana en lidiar en el enrevesado universo inmobiliario de Nueva York.
Nadie, por lo visto, hab¨ªa previsto que el granito de Nueva York fuera a ser tan duro y el auditorio se ha convertido poco poco en la pesadilla de todo el proyecto. Costar¨¢ m¨¢s de dos millones de d¨®lares excavarlo y acondicionarlo. Tambi¨¦n ha habido que adaptar las vigas a las normas antis¨ªsmicas y conservar la fachada original. A las dificultades t¨¦cnicas se a?adieron las diferencias culturales: la ley de contratos espa?ola pide al menos tres presupuestos para cada obra, algo nunca visto en Manhattan.
La elecci¨®n del Amster Yard fue esencialmente pol¨ªtica. Se trataba de dar una imagen de marca de Espa?a en una ciudad donde un tercio de los habitantes habla espa?ol. Actualmente, el Instituto Cervantes est¨¢ hacinado en un piso alquilado de la calle 42. Despu¨¦s de las peripecias de la construcci¨®n, la prioridad sigue siendo potenciar la presencia del Cervantes en la ciudad.
'Desde el 11 de septiembre, Madrid ha insistido especialmente en seguir adelante con el proyecto en muestra de solidaridad con Nueva York', enfatiz¨® su director, Antonio Garrido. Si el granito lo permite, el Cervantes deber¨ªa abrir su nueva sede a mediados del 2003.
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