Usos y abusos de la v¨ªa deontol¨®gica para sancionar m¨¦dicos
Los autores critican la postura del Colegio de M¨¦dicos tras el expediente abierto a dos directivos por cubrir en vacaciones una plaza de psiquiatra con un psic¨®logo.
Los colegios de m¨¦dicos son instituciones que provienen de un modelo decimon¨®nico de pr¨¢ctica liberal de la medicina, en el cual recibieron de los poderes p¨²blicos una importante responsabilidad delegada para la regulaci¨®n de su propio colectivo profesional, que inclu¨ªa la capacidad de sanci¨®n a trav¨¦s de la v¨ªa deontol¨®gica. El siglo XX ha supuesto cambios radicales en la medicina, y tambi¨¦n la aparici¨®n de sistemas sanitarios p¨²blicos, en los cuales el Estado act¨²a como propietario y gestor de centros y servicios, siendo el principal contratador de m¨¦dicos. La moderna medicina exige redes de servicios, especializaci¨®n y participaci¨®n de distintas profesiones. La excelencia en la pr¨¢ctica cl¨ªnica hoy implica cooperaci¨®n y orientaci¨®n a los procesos y pacientes.
'Est¨¢n m¨¢s atentos a la defensa corporativa que a promover el avance de la medicina'
Este dinamismo de la medicina y de los sistemas sanitarios no ha sido seguido por las organizaciones colegiales, especialmente en Espa?a, aunque ha habido y est¨¢ habiendo meritorios intentos por mover las obsoletas estructuras hacia la modernidad. Sin embargo, el cuadro que presentan muchos colegios parece ser desalentador: estos colegios se han enquistado en estructuras gremiales miopes, m¨¢s atentas a la defensa corporativa que a las responsabilidades de promover el avance de la medicina y de los sistemas sanitarios.
Esto permite que de pronto surjan problemas de dif¨ªcil explicaci¨®n a la sociedad, como el reciente caso ocurrido en el Colegio de M¨¦dicos de Madrid, en el cual se plantea sancionar con hasta un a?o de suspensi¨®n de colegiaci¨®n a dos m¨¦dicos por decisiones de car¨¢cter organizativo (y no cl¨ªnico). Este caso puede ser ilustrativo de un uso inapropiado y desproporcionado de dicha facultad sancionadora.
Los hechos son en esencia sencillos: en un centro de salud mental del ?rea Sanitaria 3 de Madrid existe un equipo especializado en salud mental infanto-juvenil con un m¨¦dico-psiquiatra y un psic¨®logo cl¨ªnico. A la hora de organizar las vacaciones reglamentarias, por parte de los responsables del servicio se prefiere evitar que ambos se vayan de vacaciones a la vez, para que al menos alguien de la unidad pueda dar continuidad al contacto con los pacientes atendidos (evitando el cierre completo de la unidad). Hay que se?alar que durante las vacaciones el centro de salud garantiza la existencia de psiquiatras en todo momento en el propio centro, por lo cual, para aquellas funciones que un psic¨®logo no est¨¦ facultado (por ejemplo, recetas o valoraci¨®n cl¨ªnico-m¨¦dica) siempre existen facultativos psiquiatras que pueden actuar.
Esta decisi¨®n de garantizar que no se vayan a la vez los dos miembros de la unidad tiene car¨¢cter organizativo y se toma en beneficio de los pacientes. Sin embargo, puede ser que suponga una restricci¨®n o molestia al m¨¦dico-psiquiatra, que pasa a tener que acoplar sus turnos a los de su compa?ero psic¨®logo cl¨ªnico. Y con seguridad le asisten derechos para protestar y recurrir dicha decisi¨®n administrativa (por m¨¢s que la racionalidad de dicha protesta pueda parecer a priori muy endeble). Sin embargo, y esto es lo ins¨®lito, se busca en el Colegio de M¨¦dicos de Madrid el amparo ante dicha decisi¨®n administrativa, y ¨¦ste activa la v¨ªa deontol¨®gica para abrir expediente a los dos responsables que avalaron este sistema de turnos de vacaciones: el psiquiatra responsable del ¨¢rea y el gerente de atenci¨®n especializada del ¨¢rea (dado que es m¨¦dico, porque si no lo fuera no podr¨ªa actuarse sobre ¨¦l en v¨ªa deontol¨®gica).
Es dif¨ªcil saber por qu¨¦ el Colegio de Madrid decide actuar con este celo en un tema tan abiertamente ajeno a los problemas de mala praxis, celo que no parece ser habitual en tantos casos de profesionales cuya pr¨¢ctica cl¨ªnica (no es necesario recordar los temas que recientemente han salido en los medios sobre la sanidad privada en Madrid) se aleja del cientifismo y se aproxima peligrosamente al chamanismo. Quiz¨¢s este particular inter¨¦s venga de un conflicto de l¨ªmites profesionales que lleva a un grupo de psiquiatras a intentar limitar el espacio de desarrollo profesional de los psic¨®logos cl¨ªnicos.
Por supuesto que toda pugna por l¨ªmites profesionales parte de una ret¨®rica de garant¨ªas al paciente, pero en la pr¨¢ctica sabemos que detr¨¢s de este tipo de proclamas tambi¨¦n pueden existir importantes elementos de defensa gremial, que fundamentalmente parten de una incomprensi¨®n de la interdependencia y las ganancias que para el enfermo supone la cooperaci¨®n y colaboraci¨®n entre profesionales.
Sin entrar en esta falsa pol¨¦mica psiquiatras-psic¨®logos, lo verdaderamente sorprendente es que el Colegio de Madrid act¨²e en resonancia, y utilice la v¨ªa deontol¨®gica para castigar en las carnes de dos colegiados el presunto pecado que corresponde a las autoridades administrativas. El Estado de derecho ofrece v¨ªas para que se impugnen o recurran estas decisiones ante los ¨®rganos judiciales correspondientes (laboral y contencioso-administrativo). Pero parece que es m¨¢s f¨¢cil y c¨®modo usar una v¨ªa en la que se puede ser a la vez juez y parte.
Pero al usar esta v¨ªa f¨¢cil es inevitable cometer una clara extralimitaci¨®n de las funciones para las cuales se estableci¨® la v¨ªa deontol¨®gica. Si la raz¨®n de la posible sanci¨®n es evitar el 'intrusismo' profesional, se est¨¢ de hecho haciendo un 'intrusismo' en facultades administrativas de organizaci¨®n de servicios que corresponden a los poderes p¨²blicos.
Adem¨¢s, se hace un da?o a las personas absolutamente injusto y desproporcionado; se ataca al d¨¦bil (los responsables m¨¦dicos a t¨ªtulo individual) para no enfrentarse a la organizaci¨®n (Consejer¨ªa de Sanidad como entidad responsable de las decisiones), importando en este caso poco que sean tambi¨¦n colegiados que merecen amparo y consideraci¨®n de su propio colegio.Adem¨¢s, cuando preocupa mucho m¨¢s el hipot¨¦tico 'intrusismo' en funciones m¨¦dicas que la necesidad de continuidad asistencial en el programa infanto-juvenil, es dif¨ªcil no acabar pensando que el bienestar del paciente es un valor secundario frente a la defensa gremial.
Y si tanto preocupa el posible riesgo de la salud ps¨ªquica de los ni?os durante las vacaciones de un facultativo, posiblemente el colegio de m¨¦dicos deber¨ªa poder exhibir un perfil corporativo m¨ªnimamente reivindicativo ante las autoridades auton¨®micas para el desarrollo de la red de salud mental y sus servicios psiqui¨¢tricos, habida cuenta los problemas reales de sobrecarga y escasos medios que se acumulan desde hace a?os en estos servicios, y que entre otras cosas obliga a gestionar de la mejor forma posible las sustituciones en un contexto de restricciones de personal notables; sin embargo, solamente parece haber silencios clamorosos a este respecto.
Y por ¨²ltimo, pero no menos importante, se desacredita a la propia organizaci¨®n colegial que usa estas v¨ªas, modos y maneras para administrar una competencia sancionadora que le ha sido delegada por el Estado.
Cuando los colegios de m¨¦dicos se quejan amargamente de las iniciativas auton¨®micas para liberar de la obligatoriedad de colegiaci¨®n a aquellos m¨¦dicos que trabajan solamente como empleados p¨²blicos, deber¨ªan reflexionar no s¨®lo de las responsabilidades ajenas, sino tambi¨¦n de las propias: ser organizaciones de derecho p¨²blico no s¨®lo da derechos, sino que tambi¨¦n da importantes obligaciones. Con esta pr¨¢ctica arbitraria e ins¨®lita del Colegio de M¨¦dicos de Madrid se ayuda bien poco a defender dichos argumentos de obligatoriedad. Tambi¨¦n se obstaculizan los esfuerzos renovadores de otros colegios que est¨¢n intentando actualizar sus organizaciones y darles una mayor proyecci¨®n social.
Y, finalmente, se presta un flaco favor a todos aquellos que creen que los colegios de m¨¦dicos (con obligatoriedad de colegiaci¨®n o sin ella), pueden y deben jugar un importante papel en la modernizaci¨®n cient¨ªfica, la profundizaci¨®n en la dimensi¨®n ¨¦tica, la mejora de la imagen profesional y el verdadero cumplimiento de los compromisos del juramento hipocr¨¢tico.
Jos¨¦ Ram¨®n Repullo Labrador es presidente de la Asociaci¨®n Madrile?a de Administraci¨®n Sanitaria. Mariano Hern¨¢ndez Monsalve es presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Neuropsiquiatr¨ªa-Profesionales de Salud Mental.
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