Un contrato con los lectores
Por qu¨¦ un libro de estilo, un manual de consumo interno del que apenas se esperaba vender cinco mil ejemplares, va por la decimosexta edici¨®n, con m¨¢s de 70.000 ejemplares vendidos?
Tal vez la respuesta haya que buscarla en un folleto de portada azul con una m¨¢quina de escribir en la cubierta. Apenas quedan unos cuantos ejemplares de aquella obra que se edit¨® en enero de 1977, siete meses despu¨¦s de la salida del peri¨®dico. Casi ninguno de los redactores que integran hoy la plantilla de EL PA?S ha visto aquel folleto, el primer Libro de estilo en la prensa espa?ola. Y sin embargo, ah¨ª estaban ya fijados los principios de coherencia, ¨¦tica y humildad profesional que marcar¨ªa la trayectoria de este medio y la de su gente.
Libro de estilo
EL PA?S. Ediciones EL PA?S. Madrid, 2002. 680 p¨¢ginas. 21 euros.
'El Libro ha contribuido a que sea cada vez m¨¢s cierto eso de que los verdaderos due?os del peri¨®dico son los lectores' (Jes¨²s Ceberio)
'Eliminamos todos los tratamientos. Decidimos que el mismo trato corresponde a un catedr¨¢tico que a su portero' (Julio Alonso)
El primer art¨ªculo de aquel Libro rezaba: 'El prop¨®sito al redactar cualquier noticia es comunicar hechos a un p¨²blico lector heterog¨¦neo'. Y el segundo: 'El periodista transmite noticias a los lectores y se abstiene siempre de poner sus opiniones sobre los hechos de los que informa. Estos hechos deben ser siempre comprobables'. Dos p¨¢ginas m¨¢s all¨¢ se le¨ªa: 'Debe evitarse, salvo en casos excepcionales, la primera persona del singular. El protagonismo del cronista no interesa al lector'.
El Libro dejaba claro que las normas eran de obligado cumplimiento. Pero tambi¨¦n aclaraba en su primera p¨¢gina que era una obra 'a¨²n perfeccionable y sujeta a las sugerencias de todos los redactores'. Y as¨ª fue. D¨ªa a d¨ªa, semana a semana, y bajo la direcci¨®n de Juan Luis Cebri¨¢n, el folleto de 1977 se convirti¨® tres a?os despu¨¦s en un libro de 344 p¨¢ginas, cuya lectura estaba vedada para cualquier persona ajena al peri¨®dico.
'Cosas que ahora parecen dadas, no lo eran entonces en absoluto', comenta Julio Alonso, el hombre a quien Cebri¨¢n design¨® como responsable del Libro de estilo. 'Una secci¨®n que se llamara Fe de errores era impensable en Espa?a. Hab¨ªa cosas que bajo el nombre de Fe de erratas sol¨ªan atribuir los fallos del periodista a los duendes de la imprenta. Sal¨ªan adem¨¢s cada vez en una p¨¢gina distinta, con lo cual se pod¨ªan camuflar los errores'.
Julio Alonso trabaja como director de contenidos de una p¨¢gina de Internet y hace doce a?os que no tiene ning¨²n v¨ªnculo laboral con EL PA?S. 'Pero mis mejores a?os profesionales fueron aquellos en los que creamos el peri¨®dico. Todo era tan innovador, tan revolucionario... No s¨®lo quer¨ªamos cambiar el periodismo, sino tambi¨¦n el propio pa¨ªs'.
Para ese fin, el lenguaje era la
mejor arma. ?Hab¨ªa que escribir Latinoam¨¦rica, Iberoam¨¦rica o Hispanoam¨¦rica? 'Con Franco era obligatorio Hispanoam¨¦rica o Iberoam¨¦rica si se inclu¨ªa a Brasil', a?ade Alonso. 'En nuestro caso, despu¨¦s de un debate bastante intenso, Juan Luis Cebri¨¢n zanj¨® la discusi¨®n diciendo: 'Ellos se llaman a s¨ª mismos latinoamericanos. Por tanto, escribamos Latinoam¨¦rica'.
'Hasta la salida de EL PA?S', prosigue Alonso, 'los peri¨®dicos pod¨ªan empezar una noticia diciendo: 'El Excelent¨ªsimo y Reverend¨ªsimo Obispo junto con el Magn¨ªfico Rector, fulano de tal, asistieron a una inauguraci¨®n...'. Nosotros eliminamos todos los tratamientos. Incluso el don. Decidimos que el mismo trato corresponde a un catedr¨¢tico que a su portero o a un delincuente. Pero hab¨ªa un problema: ?qu¨¦ hacer con los Reyes? Entonces decidimos que s¨®lo cuando los cit¨¢ramos con nombre propio pondr¨ªamos el don. Aquello result¨® verdaderamente revolucionario entonces'.
'Hab¨ªa un latiguillo cuando naci¨® EL PA?S que lo usaban muchos periodistas: atribuir la informaci¨®n a 'fuentes fiables' o 'dignas de todo cr¨¦dito', recuerda el director de EL PA?S, Jes¨²s Ceberio. El Libro dej¨® patente que es el lector quien debe contar con los elementos suficientes para valorar si la fuente es fiable o no'.
'EL PA?S fue el primer peri¨®dico que firmaba con el nombre del periodista al principio de la noticia', relata Alonso. Y el primero que inclu¨ªa la mancheta con los cargos de la Redacci¨®n. Hasta entonces s¨®lo sal¨ªa el director del peri¨®dico. Nosotros quer¨ªamos que se viera que un peri¨®dico es algo colectivo', concluye.
El testigo de Julio Alonso lo recogi¨® en 1990 el periodista ?lex Grijelmo, autor de El estilo del periodista, Defensa apasionada del idioma espa?ol y La seducci¨®n de las palabras. A Grijelmo correspondi¨® la tarea de seguir puliendo el lenguaje.
La edici¨®n de 32 p¨¢ginas de 1977 recog¨ªa 19 't¨¦rminos dudosos' cuyo uso desaconsejaba. Se dec¨ªa que 'masacre' es un galicismo y que la palabra correcta es 'matanza'. Distingu¨ªa entre 'israelita' (pueblo jud¨ªo de la Biblia) e 'israel¨ª' (relativo al Estado sionista de Israel) y propon¨ªa 'Oriente Pr¨®ximo' en lugar de 'Oriente Medio'. Prueba de que a veces se siguen cometiendo los mismos errores es que, veintis¨¦is a?os despu¨¦s, la ¨²ltima edici¨®n del Libro insiste en reprobar algunos de esos t¨¦rminos ya mal empleados desde 1977.
No obstante, el diario ha mejorado tambi¨¦n en ese aspecto. Julio Alonso, el 18 de septiembre de 1978, escribi¨® una nota a Juan Luis Cebri¨¢n que dec¨ªa: 'En el peri¨®dico de ayer, domingo 17 de septiembre, se pueden contar hasta 259 infracciones del Libro de estilo'.
Y en medio de tantas correcciones, autocr¨ªticas y ampliaciones, de pronto un a?o el Libro sali¨® de la Redacci¨®n hacia las librer¨ªas. Fue en 1990 por decisi¨®n del entonces director Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, actual director de Opini¨®n.
'No se trat¨® de una decisi¨®n repentina', rememora Estefan¨ªa. 'Hubo un gran debate interno. Pero era una ¨¦poca en que la prensa m¨¢s escandalosa irrumpi¨® en la intimidad de muchos personajes. Vimos que algunos medios, aunque no infringieran la ley, estaban violentando la libertad de expresi¨®n. Entonces decidimos dotarnos de un sello de calidad para que la gente supiera c¨®mo se trabaja aqu¨ª. La publicaci¨®n del Libro era y es como un contrato que firmamos con nuestros lectores', explica Estefan¨ªa.
Ni el propio Estefan¨ªa pudo imaginar que el Libro iba a alcanzar en menos de siete meses siete ediciones y 40.000 ejemplares vendidos. Y que en 12 a?os de andadura por las librer¨ªas superar¨ªa los 70.000 ejemplares, vendidos en Espa?a, Argentina, Chile, M¨¦xico y otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica.
Muchas cartas al director y al Defensor del Lector se escribieron a partir de entonces apelando a los principios del Libro. Los ministros, los consejeros delegados, los presidentes de Gobierno y de autonom¨ªas, y, por supuesto, sus jefes de prensa, ya pod¨ªan acudir al Libro para reforzar su defensa.
'En la ¨¦poca en que yo ejerc¨ª de Defensor del Lector, que coincidi¨® con la publicaci¨®n del Libro de estilo en 1990', recuerda Jos¨¦ Miguel Larraya, redactor jefe de la secci¨®n Domingo, 'hubo varios casos de gente que invoc¨® el Libro porque no se hab¨ªan contrastado fuentes'.
La gravedad de las consultas al
Defensor fue atemper¨¢ndose con el tiempo. 'En los ¨²ltimos a?os', se?ala el actual Defensor, Camilo Valdecantos, 'las quejas m¨¢s numerosas corresponden a faltas ortogr¨¢ficas, al uso de anglicismos, al mal empleo de algunos verbos y de ciertas palabras'.
'Yo creo que hace a?os el periodista de EL PA?S era mucho m¨¢s consciente de la personalidad vanguardista del peri¨®dico', se?ala Grijelmo. 'No le importaba ser el ¨²nico que escrib¨ªa 'Yaser' Arafat en lugar de 'Yasir', y prefer¨ªa escribir 'los problemas' aunque a todos los pol¨ªticos les hubiera dado por decir 'la problem¨¢tica'. Ahora el redactor no disfruta sinti¨¦ndose distinto. Deber¨ªamos recuperar aquel esp¨ªritu. En esta edici¨®n hemos introducido m¨¢s de cien t¨¦rminos inform¨¢ticos del ingl¨¦s con su alternativa en espa?ol. Aunque la Academia haya aceptado e-mail, nosotros preferimos cibermensaje. Pero el problema es que ahora un periodista se siente m¨¢s c¨®modo escribiendo e-mail'.
Grijelmo asegura que la gran ventaja, en cuanto al lenguaje, es que esta edici¨®n 16? del Libro de estilo se publica tras la aparici¨®n del nuevo Diccionario de la Academia. 'El Libro de estilo a veces opta por soluciones diferentes a las de la Academia. Pero no hay que olvidar que se trata de un libro de estilo, no de un diccionario ni de una gram¨¢tica. Esto quiere decir que entre las muchas opciones que hay para escribir algo hemos escogido la que a nosotros nos ha parecido la mejor. Por ejemplo, en el diccionario de la Academia aparece ya la palabra esponsorizar, pero nosotros creemos que es de mal estilo usarla', a?ade Grijelmo.
El peri¨®dico ha contado para la ¨²ltima edici¨®n del Libro con el trabajo de la fil¨®loga Clara L¨¢zaro. Durante un a?o, L¨¢zaro se encargaba de marcar con un rotulador rojo los errores m¨¢s frecuentes de los periodistas.
'Es incre¨ªble c¨®mo se repiten los mismos errores a?o tras a?o', se?ala Clara L¨¢zaro. 'Hoy mismo [por el pasado 8 de mayo] en la primera p¨¢gina de EL PA?S aparece un 'inform¨® que' en vez de 'inform¨® de que'. Y el verbo provocar no deja de usarse con el significado de causar'.
'Los periodistas seguir¨¢n fallando de la misma manera que un mec¨¢nico se manchar¨¢ siempre las manos', arguye Jos¨¦ Mart¨ªnez de Sousa, autor del Diccionario de dudas, manual de Estilo de la lengua espa?ola y del libro de estilo del grupo Correo, que saldr¨¢ a las librer¨ªas pr¨®ximamente. Si el libro de estilo influyera en el periodista al ciento por ciento, ser¨ªa un fen¨®meno. Los que nos jactamos de conocer la gram¨¢tica y de cumplirla, ni la conocemos ni la cumplimos'.
'El Libro de estilo de EL PA?S es ¨²til y efectivo. Tal vez tiene muchos menos fallos que otros. No es perfecto', se?ala Mart¨ªnez de Sousa en referencia a las ediciones anteriores, 'para m¨ª tiene defectos. Pero es mejor que los dem¨¢s', sentencia.
Alberto G¨®mez Font, responsable del manual de estilo de la agencia Efe, conocido como Manual de espa?ol urgente, y publicado desde 1979, resalta lo que ha supuesto el Libro de EL PA?S en la historia reciente del periodismo. 'A pesar de que es tan s¨®lo un libro con reglas de car¨¢cter interno, tan correctas como lo puedan ser otras, mucha gente en Espa?a ha considerado el Libro de estilo de EL PA?S como el libro de reglas que tienen que cumplirse para escribir bien. De todos los que han salido a las librer¨ªas, es el de mayor ¨¦xito'.
A pesar de los esfuerzos que hizo en su d¨ªa Julio Alonso y en esta edici¨®n ?lex Grijelmo y Clara L¨¢zaro por adaptar los nombres ¨¢rabes y rusos al castellano, Ceberio echa en falta un programa m¨¢s ambicioso en la prensa espa?ola. 'Tendr¨ªa sentido un proyecto en el que se involucraran la Academia Espa?ola y diversos medios, sobre todo escritos, para ponernos de acuerdo como en su d¨ªa se hizo con el pinyin [en la p¨¢gina 425 del Libro se precisa que pinyin en chino significa 'unificaci¨®n de sonidos', y que fue el 'sistema de escritura fon¨¦tica del chino puesto en vigor por las autoridades de Pek¨ªn el 1 de enero de 1979 y destinado al exterior]. Un idioma como el castellano, que tiene una escritura tan fon¨¦tica, bien merece un proyecto ambicioso'.
Pero a juicio del director de EL PA?S, Jes¨²s Ceberio, la parte principal del Libro de estilo no es la del diccionario ni la de los errores m¨¢s frecuentes, sino la primera; aqu¨¦lla donde se habla de los principios, las fuentes y los conflictos de intereses. 'Es la secci¨®n que ha ido cobrando m¨¢s fuerza desde que el Libro se convirti¨® en una obra de circulaci¨®n general', a?ade.
El director del peri¨®dico destaca dos puntos importantes en la nueva edici¨®n del Libro. Por un lado, en el apartado de conflictos e intereses, se precisa: 'En las informaciones relevantes de contenido econ¨®mico o financiero referidas a cualquier empresa integrada o participada por el Grupo Prisa se har¨¢ constar que se trata del grupo editor de EL PA?S'. Y adem¨¢s: 'Los periodistas de la secci¨®n de Econom¨ªa deben comunicar a la direcci¨®n del peri¨®dico cualquier inter¨¦s econ¨®mico personal que pueda afectar significativamente a la tarea informativa que desempe?an'.
Pero la pregunta puede volver a plantearse: ?por qu¨¦ un libro de estilo, del que apenas se esperaba vender cinco mil ejemplares en 1990, va ya por la decimosexta edici¨®n? Tal vez la respuesta tenga algo que ver con el hecho de que tanto en las 32 p¨¢ginas de la primera edici¨®n como en las 665 de que consta la ¨²ltima, de lo que en realidad se est¨¢ hablando siempre es de los derechos del lector.
'Desde la publicaci¨®n del Libro', se?ala Ceberio, 'los lectores se han convertido en nuestros vigilantes, y el Libro, con la ayuda del Defensor del Lector, ha sido una pieza clave para hacer de este medio lo que ahora es: un gran peri¨®dico. Los lectores nos est¨¢n trazando los l¨ªmites. Y el Libro ha contribuido a que sea cada vez m¨¢s cierto eso de que los verdaderos due?os del peri¨®dico son los lectores', declara Ceberio.
No es un simple reclamo ret¨®rico.
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