'Los funcionarios escribimos sin prisas'
Poeta, disfrut¨®n, cin¨¦filo, mel¨®mano, compa?ero de farras de Benet, Hortelano, Claudio Rodr¨ªguez, ?ngel Gonz¨¢lez...; funcionario del Ministerio del Interior (sector civil, pese a lo cual Juan Benet siempre le preguntaba: '?A cu¨¢ntos has torturado hoy?'); amante de la siesta, escritor cl¨¢sico y antivanidoso, persona cabal y encantadora, Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n (Albacete, 1939) acaba de publicar el tercer 'y ¨²ltimo' tomo de sus memorias, Jazz y d¨ªas de lluvia (Alfaguara), que sigue a Infancia y corrupciones (1993) y Una juventud (1997). Sarri¨®n repasa la vida literaria, noct¨¢mbula, musical, taurina, flamenca, drogadicta y pol¨ªtica de Espa?a desde el d¨ªa de la muerte de Kennedy, noviembre de 1963, hasta el fin de la transici¨®n. Y quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente es que habla muy bien de (casi) todo el mundo.
'Claudio Rodr¨ªguez fue un poeta del mismo tonelaje que Lorca y san Juan de la Cruz'
Pregunta. 'La m¨¢s intensa cr¨®nica de los a?os sesenta y setenta', dice la faja del libro.
Respuesta. Bueno, fueron a?os intensos. Alcoh¨®licos, noct¨¢mbulos, divertidos. Nos metimos de todo, salvo opi¨¢ceos. Hasta el m¨¢s empingorotado y encorbatado se met¨ªa su ¨¢cido. Pero pasa una cosa. Las autobiograf¨ªas de infancia y adolescencia siempre son m¨¢s potentes literariamente que las adultas, recuerdos de gente y lugares que no suelen tener la fuerza de los personajes que uno recrea desde la infancia. El t¨ªo, la tata, el lechero... Literariamente, eso funciona mejor, como se ve en las autobiograf¨ªas de Gide, Rilke o Sartre. Esto es una especie de friso de los sucesos de mi vida. Y no he sido un hombre aventurero, ni he tenido amores volc¨¢nicos, ni he ido a guerras. No soy Hemingway. Aunque el libro puede tener el inter¨¦s de conocer an¨¦cdotas de gente que ten¨ªa un sentido del humor que ya no existe.
P. Dice que ha construido su vida alrededor de la siesta, pero el libro est¨¢ lleno de gente despierta.
R. Lo de la siesta es el ¨²nico momento en que me he permitido escribir en un registro de cinismo suave. Mi siesta es innegociable.
P. ?Pijama y orinal?
R. Ni pijama, ni orinal, ni Padre Nuestro. Una hora, vestido, y con mantita escocesa. Todo viene de que en mi primera ¨¦poca de funcionario era f¨¢cil trampear y no ir por la tarde. Y cuando llegaron los socialistas ya fue m¨¢s duro. As¨ª que dije que no iba. Me cost¨® no ascender en el escalaf¨®n, pero me permiti¨® leer, escribir, ir al cine...
P. Otros amigos, como Hortelano, tambi¨¦n eran funcionarios...
R. O ?ngel Gonz¨¢lez. Otros, como Benet, trabajaban en empresas. Y creo que eso fue muy importante, porque los funcionarios no depend¨ªamos de la literatura, la vida estaba asegurada y por tanto escrib¨ªamos con una libertad espl¨¦ndida, absoluta, de espaldas a la moda y al mercado, sin prisas...
P. Eligiendo cada frase como si fuera una cortina, como dijo alguien de usted.
R. Es una frase muy pertinente. ?Como si fueran las cortinas!
P. Ahora van m¨¢s deprisa.
R. Todav¨ªa quedan algunos. Juan Eduardo Z¨²?iga, o Javier Mar¨ªas. Trabajan con plena conciencia literaria, con mucho rigor, no les preocupa tanto la informaci¨®n como la literatura. Pero aquel humor...
P. ?Tambi¨¦n Benet?
R. A su modo muy peculiar, Benet escrib¨ªa con mucho humor. Lo que pasa es que ten¨ªa un gran respeto por el lector y sub¨ªa mucho el nivel. Era muy inteligente, muy exigente, y quer¨ªa lectores as¨ª. Con los amigos era igual. No respetaba a nadie que no le hiciera cara. Al servil, al pelotillero, lo despreciaba. Quer¨ªa gente con criterio, y si era opuesto al suyo, te respetaba m¨¢s. Siempre, dentro del cachondeo.
P. Supongo que ese humor formaba parte de la burbuja que les proteg¨ªa de la sordidez ambiental.
R. Despreci¨¢bamos lo siniestro, lo esperp¨¦ntico de un r¨¦gimen represivo pero sobre todo aburrido, tedioso. Primero respiraron los catalanes (Barral, Gil de Biedma...) y los tres o cuatro grand¨ªsimos creadores latinoamericanos, que eran la sal de las fiestas, y luego nos apuntamos los madrile?os.
P. Alguno, como Panero, se qued¨® por el camino.
R. Era un cicl¨®n. Donde se met¨ªa, la organizaba. Cre¨ªamos que acabar¨ªa muerto, pero el otro d¨ªa le vi y s¨®lo bebe coca-cola. Era muy desaforado, ten¨ªa muy mal vino.
P. Claudio Rodr¨ªguez, en cambio, lo ten¨ªa magn¨ªfico.
R. Lo ten¨ªa admirable, suave, conversador y gracioso. Claudio era ¨²nico. Y un poeta inmenso, uno de los mejores del siglo XX y de la poes¨ªa espa?ola. Mejor que Valente, Barral, Gil de Biedma. Del mismo tonelaje que Lorca y san Juan de la Cruz. No se parec¨ªa a nadie. Quiz¨¢, lejanamente, a Rimbaud y a Blake. Con el mismo tono moral de Machado, pero Machado no ten¨ªa su poder visionario. Claudio le daba a la caza alcance.
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