La educaci¨®n y la formaci¨®n lo son casi todo
El t¨ªtulo de este art¨ªculo no es una exageraci¨®n, sino la mera constataci¨®n de la realidad de las sociedades y de las econom¨ªas actuales. No s¨®lo son ambas los elementos fundamentales para conseguir ampliar la igualdad de oportunidades, para aumentar la movilidad ascendente interclasista, as¨ª como para determinar los distintos niveles de salarios en el mercado de trabajo, sino que tambi¨¦n son, sobre todo, junto con la investigaci¨®n y el desarrollo, que dependen tambi¨¦n de ellos, los factores clave del crecimiento econ¨®mico.
La gran mayor¨ªa de los estudios emp¨ªricos que se han llevado a cabo sobre los factores que determinan, en mayor medida, las tasas de crecimiento econ¨®mico de un pa¨ªs, tanto utilizando los modelos neocl¨¢sicos como los nuevos modelos de crecimiento end¨®geno, muestran una consistente evidencia de la importancia de la educaci¨®n y la formaci¨®n, es decir, del capital humano, como elementos clave, tanto para alcanzar una mayor productividad por hora trabajada o persona empleada como para generar y adoptar nuevas tecnolog¨ªas. Es m¨¢s, a diferencia del capital f¨ªsico, el capital humano, a trav¨¦s del conocimiento, tiende a tener rendimientos crecientes, ya que puede conservarse, aumentarse y transmitirse y puede ser utilizado simult¨¢neamente por muchas personas sin que la utilizaci¨®n por unos excluya la de otros. Esto significa que los pa¨ªses que invierten en mayor medida en educaci¨®n, en formaci¨®n y en I+D pueden lograr crecer m¨¢s r¨¢pido que los que no lo hacen.
Por otro lado, los distintos niveles de educaci¨®n determinan el nivel salarial y la renta de las personas y, por tanto, afectan a la desigualdad de la distribuci¨®n de la renta. Por ejemplo, en la UE la renta media de los que poseen estudios universitarios es un 80% mayor que la de los que tienen educaci¨®n secundaria y un 120% mayor que la de los que s¨®lo han alcanzado educaci¨®n primaria. Asimismo, la tasa de paro de estos ¨²ltimos es el doble de la de los primeros.
Si esto es as¨ª, ?por qu¨¦ entonces los gobiernos no invierten m¨¢s recursos p¨²blicos en educaci¨®n, en formaci¨®n y en I+D?
Una primera raz¨®n responde a que el ciclo pol¨ªtico es muy corto mientras que el de la educaci¨®n y la investigaci¨®n es muy largo. Un pol¨ªtico regional o local prefiere construir una 'casa de la cultura' que sabe que va a poder inaugurar un par de meses antes de las elecciones, al final de su legislatura de cuatro a?os (aunque, al final, se termine convirtiendo en una 'casa de la tercera edad' por falta de medios culturales) que invertir en un 'intangible' que no se puede inaugurar, como es la educaci¨®n, cuyos frutos no se van a percibir en muchos a?os y los va a poder reclamar como suyos otro pol¨ªtico, no s¨®lo probablemente de otro partido, sino incluso de la siguiente generaci¨®n. Es ¨¦ste un problema estructural generalizado en las sociedades democr¨¢ticas avanzadas, donde la percepci¨®n medi¨¢tica de cada momento tiene mayores rendimientos pol¨ªticos que los planteamientos a largo plazo. Se prefiere construir un centro de I+D que apoyar la investigaci¨®n, construir teatros que ense?ar a los j¨®venes para ser buenos actores o directores y organizar grandes exposiciones de pintura o conciertos que fomentar la ense?anza de las artes pl¨¢sticas o musicales.
Otra raz¨®n que se esgrime a menudo es que los recursos financieros p¨²blicos son escasos por definici¨®n. Pero este argumento es falaz puesto que la educaci¨®n y la formaci¨®n son mucho menos caras y m¨¢s rentables econ¨®micamente que muchas otras partidas de los presupuestos, por poner un ejemplo extremo, que la compra de armamento. La investigaci¨®n y el desarrollo son m¨¢s caros que la educaci¨®n, pero su rentabilidad es infinitamente m¨¢s elevada que las enormes inversiones con retorno muy negativo de las televisiones p¨²blicas, por poner otro ejemplo.
Pero la calidad de la educaci¨®n tambi¨¦n es fundamental, de ah¨ª que el mismo sistema educativo pueda producir una mayor desigualdad. Si la educaci¨®n p¨²blica gratuita es de inferior calidad que la privada de pago, aquellos que no tienen medios econ¨®micos para poder estudiar en la segunda, es decir, las familias de menor renta, dif¨ªcilmente lograr¨¢n llegar a la edad laboral en igualdad de oportunidades con los que han estudiado en las escuelas privadas. Es decir, una insuficiente calidad de la ense?anza p¨²blica consigue perpetuar o aumentar la desigualdad de renta que ya existe al nacer en una u otra familia, en una u otra poblaci¨®n o en uno u otro barrio. Dado el escandaloso precio del suelo en Espa?a, las familias de menor renta tienen que vivir o en barrios lejanos de la ciudad o en barrios marginales cerca o dentro de ella, donde s¨®lo hay disponibilidad de escuelas p¨²blicas, si ¨¦stas no son de calidad se acent¨²a la desigualdad originaria por nacimiento y ubicaci¨®n. La ¨²nica forma que se me ocurre de mejorar su calidad es, por un lado, invirtiendo muchos m¨¢s recursos p¨²blicos en las llamadas escuelas 'normales', que tienen como fin mejorar el nivel de los educadores p¨²blicos; por otro, retribuyendo adecuadamente a los maestros p¨²blicos para poder atraer o retener a los mejores alumnos universitarios o de secundaria, y, finalmente, dotando a las escuelas de los sistemas de ense?anza m¨¢s avanzados tecnol¨®gicamente.
A pesar del gran esfuerzo inversor en educaci¨®n realizado en Espa?a desde el principio de la democracia, y especialmente desde la LOGSE hasta hoy, el porcentaje de la poblaci¨®n entre los 24 y los 65 a?os con, al menos, educaci¨®n secundaria es, en Espa?a, el cuarto m¨¢s bajo de toda la OCDE, con un 35%, superando solamente al de Portugal, Turqu¨ªa y M¨¦xico. Hay 11 pa¨ªses que superan el 75%, entre los que se encuentran, por ejemplo, Polonia y la Rep¨²blica Checa. El gasto por alumno es todav¨ªa el 60% de la media de la UE, en todos los niveles educativos, es decir, en primaria, en secundaria y en superior. El gasto p¨²blico en educaci¨®n es del 4,7% frente al 5,1% de la UE. Asimismo, el n¨²mero de alumnos por profesor es m¨¢s elevado en Espa?a que en la UE, 17,6 frente a 15,8 en primaria, 15,7 frente 15,4 en secundaria y 18,6 frente a 13,7 en universitaria, lo que es uno de los factores que inciden en la mayor tasa espa?ola de fracaso escolar. Lo mismo ocurre con el gasto de capital en todos los niveles educativos, cuyo peso relativo ha ido descendiendo, con lo que los alumnos no han podido equiparse con las nuevas tecnolog¨ªas que hoy se utilizan en la ense?anza, tales como los ordenadores o Internet. El porcentaje de las escuelas espa?olas de primaria y secundaria sin ordenador es casi tres veces superior al de la media de la UE, 32% frente a 10,9%. Finalmente, el n¨²mero medio de a?os de escolarizaci¨®n es de 8 frente a 9,1 de la UE.
Lo mismo ocurre con la formaci¨®n profesional, que ha sido una de las claves de la enorme prosperidad de Irlanda en los ¨²ltimos quince a?os. S¨®lo el 37,5% de los estudiantes de secundaria espa?oles optan por cursar estudios de formaci¨®n profesional reglada, mientras que en la UE dicho porcentaje es del 57,6%, lo que muestra el poco prestigio que tiene la formaci¨®n profesional en Espa?a como alternativa para aquellos que no pueden enfrentarse a una carrera universitaria. Adem¨¢s, el 94,7% de dicha formaci¨®n se recibe en el centro educativo, mientras que en la UE s¨®lo el 68,2% se recibe fuera del lugar de trabajo. Aunque el sistema est¨¢ pensado para que los estudiantes hagan pr¨¢cticas obligatorias en las empresas, s¨®lo una peque?a parte lo consigue, crecientemente a trav¨¦s de un programa desarrollado por las C¨¢maras de Comercio. Es importante resaltar que existe una demanda creciente de formaci¨®n profesional reglada de grado superior, lo que tambi¨¦n muestra la b¨²squeda de un profesorado m¨¢s cualificado, ya que existen dificultades para encontrar el suficiente profesorado puesto al d¨ªa en las ¨²ltimas t¨¦cnicas productivas. La formaci¨®n ocupacional, que tiene como cometido facilitar la inserci¨®n de j¨®venes y mujeres, as¨ª como la reinserci¨®n de parados de larga duraci¨®n en el sistema productivo, est¨¢ teniendo mayor ¨¦xito con la inserci¨®n de los primeros que con la reinserci¨®n de los segundos. A pesar de ello, el volumen de recursos que se dedican a este tipo de formaci¨®n es del 0,22% del PIB frente al 0,41% de la UE. Finalmente, la formaci¨®n profesional continua tambi¨¦n muestra claras deficiencias, a pesar de que, con el envejecimiento de la poblaci¨®n, es cada vez m¨¢s importante. S¨®lo un 26,5% de las empresas espa?olas ofrecen formaci¨®n a sus trabajadores frente al 57,4% en la UE. Una de las razones de esta elevada diferencia deriva del excesivo porcentaje de contratos temporales en Espa?a, que, con un 33% del total, es del doble de la UE. Otra estad¨ªstica que muestra dicha deficiencia es que en Espa?a las empresas s¨®lo dedican el 1% de sus costes laborales a la formaci¨®n, frente al 1,6% de la UE.
La introducci¨®n de un Sistema Nacional de Cualificaciones, que integra las distintas formas de acreditaci¨®n y certificaci¨®n y establece convalidaciones entre los distintos t¨ªtulos, la integraci¨®n de los tres sistemas de formaci¨®n profesional en Centros Integrados de FP y la especializaci¨®n de ¨¦stos por sectores productivos, tal como propone el nuevo proyecto de Ley de Formaci¨®n Profesional, son iniciativas necesarias que pueden mejorar notablemente la eficiencia de la FP, pero no son suficientes.
En resumen, Carmela Mart¨ªn y un grupo de economistas de la Universidad Complutense han elaborado un ¨ªndice sint¨¦tico de capital humano, que recoge los principales indicadores citados, sin tener en cuenta el nivel de calidad de la educaci¨®n, que da un valor para Espa?a de 35,1% frente a otro de 49,9% para la UE y otro de 98,3% para Estados Unidos. Estamos todav¨ªa muy lejos de los porcentajes de nuestros competidores.
En definitiva, proponer nuevas legislaciones sobre la ense?anza universitaria (LOU), sobre la calidad de la ense?anza primaria y secundaria (LCE) y sobre la FP para intentar mejorar lo que ya existe es, sin duda, positivo, pero no es suficiente. Es todav¨ªa m¨¢s importante y urgente aumentar considerablemente los recursos presupuestarios que se dedican a mejorar la cantidad y la calidad de la educaci¨®n y la formaci¨®n en Espa?a si se quiere evitar que tanto la tasa de crecimiento potencial de la econom¨ªa espa?ola como su nivel de competitividad se vaya quedando atr¨¢s respecto al resto de los pa¨ªses de la OCDE, y si se quiere eludir que la educaci¨®n aumente todav¨ªa m¨¢s la desigualdad social.
Guillermo de la Dehesa es presidente del CEPR, Centre for Economic Policy Research.
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