La hipocres¨ªa de los falsos librecambistas
LA GLOBALIZACI?N SE BASA en el libre movimiento de capitales y de mercanc¨ªas. El pa¨ªs que m¨¢s ha impulsado la globalizaci¨®n tal como la conocemos, por su propio beneficio, es Estados Unidos. ?se es el primer mensaje. El segundo es contradictorio con el primero: la Administraci¨®n republicana de George Bush est¨¢ aumentando los aranceles, las ayudas y los subsidios a las empresas de la vieja econom¨ªa, perjudicando el comercio con el resto del mundo.
La hipocres¨ªa -decir una cosa y hacer la contraria- es una pr¨¢ctica habitual en el mundo de la econom¨ªa. Mucho m¨¢s en lo que se refiere al sector del comercio y a la pol¨ªtica econ¨®mica que aplican los pa¨ªses ricos. Baluarte del libre comercio en las rondas de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), EE UU cree que los intercambios son buenos siempre que sea este pa¨ªs quien exporte, pero no quien importe bienes y servicios. Es decir, pretende que sean los dem¨¢s pa¨ªses los que se desarmen para que penetren en ellos los productos norteamericanos, pero cierra sus fronteras cuando son los bienes del resto del mundo los que invaden sus mercados. Desde el 11 de septiembre, Bush ha concedido ayudas directas a las compa?¨ªas a¨¦reas afectadas por el sofoco tur¨ªstico, ha establecido aranceles para las importaciones de acero y, m¨¢s recientemente, ha firmado una nueva ley de la Agricultura que aumenta en un 67% los subsidios a los agricultores y ganaderos estadounidenses. Motivo de todo ello: la compra de votos para las trascendentales elecciones legislativas de noviembre. Los intereses priman sobre los valores.
El proteccionismo ha sido condenado como instrumento de desarrollo de los pa¨ªses m¨¢s pobres tan s¨®lo para convertirse en instrumento de defensa de los privilegios de los pa¨ªses ricos. EE UU es el ejemplo m¨¢s actual
La hipocres¨ªa tiene en este caso m¨¢s de un recoveco: al mismo tiempo que practicaba el proteccionismo m¨¢s chato, Bush luc¨ªa sus ropajes librecambistas al demandar al Senado la aprobaci¨®n del fast track (v¨ªa r¨¢pida). Sin ¨¦xito. Consiste el fast track en que los senadores pueden aprobar o suspender un acuerdo comercial al que ha llegado el presidente con otros pa¨ªses, pero en cualquier caso sin enmendarlo. Los republicanos eliminaron esta arma de actuaci¨®n comercial en 1994, y el presidente Clinton, tambi¨¦n sin ¨¦xito, intent¨® por tres veces volverla a activar.
Las dificultades en el comercio mundial -s¨ªntoma de un freno aut¨¢rquico a la globalizaci¨®n- se concretan en los datos proporcionados recientemente por la OMC. Durante 2001, el comercio mundial se redujo en un 1%, y las previsiones sobre el a?o en curso se limitan a un peque?¨ªsimo aumento de otro 1%. Esta modestia contrasta con lo sucedido en 2000, en el que el comercio tuvo un incremento r¨¦cord del 12%.
?Con qu¨¦ legitimidad va a demandar a partir de ahora EE UU un mayor movimiento de bienes y mercanc¨ªas en el seno de la OMC? ?C¨®mo van a responder las otras zonas del mundo: con una guerra comercial? En la reciente reuni¨®n de ministros de la OCDE, las cr¨ªticas de sus socios a Bush fueron muy potentes. Pero en ning¨²n caso menores que las que los mandatarios latinoamericanos expresaron en Madrid en la cumbre de hace dos semanas. Sirvan dos muestras de apoyo: 'El proteccionismo ha sido condenado como instrumento de desarrollo de los m¨¢s pobres tan s¨®lo para convertirse en instrumento de defensa de los privilegios de los m¨¢s ricos. Los ricos exigen a los pobres que abran sus mercados mientras les siguen cercando con toda suerte de barreras invisibles, como subvenciones agr¨ªcolas, sobretasas industriales, picos y escaladas arancelarias, medidas discriminatorias, cuotas' (Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil). O el peruano Alejandro Toledo: 'No nos regalen leche ni productos agropecuarios; abran sus mercados, dejen que seamos competitivos en calidad y precios'.
La escalada proteccionista de Estados Unidos se ve agravada, adem¨¢s, por la sobrevaluaci¨®n del d¨®lar. En el conjunto, se reducen las pocas ventajas comparativas de los pa¨ªses menos afortunados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.