Amable concierto
Una amable corrida de toros vimos en Aranjuez ayer tarde. Por los pitones de los toros terciados, las bondades en la embestida de los bureles de Daniel Ruiz, el arte salpicado, incluso de gracia, a cargo de los espadas, sin llegar a emocionar. No hab¨ªa toro suficiente para arrebatar y producir ese pellizco en la piel de los momentos verdaderos.
Julio Aparicio, en su primero dej¨® muestras aisladas de su peculiar arte, en pases sueltos como gotas de esencia que se llevar¨¢ el viento. En su segundo tore¨® muy bien de capote en el saludo, as¨ª como en un quite por ver¨®nicas, que tuvieron el mejor perfume. Con la muleta dibuj¨® pases cadenciosos sin ligar.
Manuel Caballero estuvo aseado en su primero e hizo de enfermero en el inv¨¢lido quinto con buena t¨¦cnica; hab¨ªa saludado de capote a pies juntos para conseguir lo mejor de lo que hizo en la tarde.
Ruiz / Aparicio, Caballero, Morante
Toros de Daniel Ruiz, terciados, muy c¨®modos de cabeza, nobles y flojos, alguno sospechoso de pitones. Julio Aparicio: ovaci¨®n y oreja. Manuel Caballero: silencio y palmas. Morante de la Puebla: palmas y silencio. Plaza de Aranjuez, 25 de mayo. Media plaza escasa.
Morante de la Puebla recibi¨® a su primero por ver¨®nicas, embraguetadas y rematadas en la cintura, de buen arte. Hubo detalles bonitos de muleta a continuaci¨®n. En el sexto, un par de ver¨®nicas que tuvieron luz propia. Luego, en el ¨²ltimo tercio, el torillo estaba imposible de fuerzas. Apenas pudo el torero sevillano esbozar un derechazo o un natural de discreta factura.
Para los buenos o¨ªdos, el concierto les habr¨¢ dejado una m¨ªnima m¨²sica celestial. Eso sin ponerse nada exigentes.
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