De la virtud necesidad
Est¨¢ visto que hay que seguir hablando sobre la consulta a pesar de que su densidad pol¨ªtica es, hoy por hoy, m¨¢s bien escasa. Preguntado por c¨®mo debe ser esa consulta, el presidente del PNV alav¨¦s responde as¨ª: 'Iremos viendo'; para a continuaci¨®n expresar su sospecha de que 'la gente est¨¢ confundiendo la consulta con el derecho de autodeterminaci¨®n' (El Correo, 26 mayo). Hombre, pues nada m¨¢s f¨¢cil de resolver: acl¨¢renlo los promotores de la consulta. Pero todo indica que habr¨¢ que seguir esperando esta fundamental aclaraci¨®n. Cuando se pregunta al lehendakari Ibarretxe si no ayudar¨ªa a desactivar parte de la pol¨¦mica levantada por este tema el que el propio lehendakari aclare no s¨®lo la formulaci¨®n de la consulta, sino un calendario concreto para su realizaci¨®n, la respuesta que el periodista recibe es esta: 'No, no lo creo. Lo que hace falta es desenmascarar ante la opini¨®n p¨²blica a todos aquellos que no les preocupa el c¨®mo, ni el cu¨¢ndo, ni de qu¨¦ manera. La clarificaci¨®n debe darse entre partidos' (Deia, 19 mayo). De nuevo la estrategia de los marcadores democr¨¢ticos, que tan bien ha manejado el PP con la ley de partidos: quien no comparte mi posici¨®n, ya sea sobre la ilegalizaci¨®n de Batasuna ya sobre la consulta, est¨¢ fuera del espacio democr¨¢tico.
Escribe Pedro Ibarra sobre 'las virtudes de la consulta' (EL PA?S, 22 mayo) y cuestiona que se est¨¦ argumentando en contra de una consulta sobre la independencia 'cuando lo ¨²nico que resulta evidente es que la consulta no va a ser sobre la independencia'. L¨¢stima que quien esto dice no sea alguien de quien dependa su realizaci¨®n. En cualquier caso, me extra?a que considere tal cosa como evidente, cuando en mi opini¨®n la consulta s¨®lo tiene sentido si el contenido de la misma versa, de una o de otra manera, sobre la independencia: ya sea como paso para la conformaci¨®n de un sujeto pol¨ªtico independiente (decidir para ser), ya como formulaci¨®n de un proyecto de organizaci¨®n pol¨ªtica no contemplado por el ordenamiento jur¨ªdico vigente, cual es la constituci¨®n de un Estado independiente. Y en este punto no entro en la cuesti¨®n de la legalidad de una consulta: si una sociedad pone en marcha, de verdad y democr¨¢ticamente, un proceso constituyente, no hay legalidad constituida que pueda detenerla. Por eso no comparto la convicci¨®n de Pedro Ibarra en el sentido de que la consulta servir¨¢ para despejar incertidumbres ya que: a) 'debe estar dirigida a lograr una contestaci¨®n positiva que expanda y asiente la cohesi¨®n social, y no a obtener m¨¢s confrontaci¨®n'; y b) debe servir para 'saber qu¨¦ pensamos sobre nosotros mismos', en concreto, para saber 'si al margen de nuestras diferencias, compartimos un nosotros que consideramos merece un respeto pol¨ªtico'.
Mientras no se demuestre lo contrario, ya compartimos un nosotros que merece respeto pol¨ªtico. Lo dice el art¨ªculo 1 del Estatuto: 'El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresi¨®n de su nacionalidad y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Aut¨®noma dentro del Estado espa?ol bajo la denominaci¨®n de Euskadi o Pa¨ªs Vasco, de acuerdo con la Constituci¨®n y con el presente Estatuto que es su norma institucional b¨¢sica'. Otra cosa es que ya no sea este el nosotros que compartimos: si es as¨ª, la consulta que demuestre lo contrario resulta ineludible. En cuyo caso, lo de la confrontaci¨®n positiva que asiente la cohesi¨®n social no dejar¨¢ de ser , me temo, expresi¨®n de virtuoso deseo.
Uno entiende que se haga de la necesidad virtud. Al fin y al cabo, no somos nada si no somos capaces de justificar lo que somos y no hay justificaci¨®n consistente si no permite hacer pasar por universal lo que no es sino opci¨®n o situaci¨®n personal. Lo que ya me resulta m¨¢s dif¨ªcil de entender es que se haga de la virtud necesidad; que se construya un discurso ideal sobre las supuestas virtudes de una determinada intervenci¨®n pol¨ªtica sobre la realidad olvidando aquello que dijera Popper sobre el utopista bienintencionado: que casi siempre acaba sustituyendo su proyecto de construir una nueva sociedad que permita a hombres y mujeres el vivir en ella por la exigencia de que 'moldeemos' a estos hombres y mujeres para que encajen en su nueva sociedad. Cosa que ni Pedro ni yo compartimos. Pero que puede ser la conclusi¨®n necesaria de quienes leen algunas de las cosas que, con la mejor de las intenciones, escribimos.
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