'Botell¨®n' en el autob¨²s

Hace unos d¨ªas, a primeros de mayo, a las 13.30, en el bus de la l¨ªnea 61, coche n¨²mero 7045, me encontr¨¦ de repente con un fuerte olor a comida y j¨®venes de veintitantos a?os con bocadillos y bebidas. Una de las chicas llevaba una bandeja y una gran empanada de unos 50 - 30 cent¨ªmetros en la zona de asientos enfrentados al fondo del bus.

?Fant¨¢stico!, me dije. La EMT acaba de inaugurar un servicio de catering para compensarnos por tantas molestias.

Pero la realidad es que la escena y el olor en un sitio cerrado y en movimiento, lleno de p¨²blico, era una porquer¨ªa y arriesgaba con manchar a los dem¨¢s. Les habl¨¦ de la prohibici¨®n y el reglamento expuesto en un cristal pr¨®ximo; ni caso. Me acerqu¨¦ al conductor y le ped¨ª que actuara. Se neg¨® en principio, pero, tras darle muchas razones, acept¨® de mala gana, en una parada, sacar la cabeza de su cabina y decir en voz alta: 'Est¨¢ prohibido comer en el autob¨²s'. Gracias, le dije.

Los botelloneros cesaron en su banquete, pero con cara de perros hacia m¨ª. Esta invasi¨®n empez¨® hace a?os con helados y refrescos en verano. Ahora se extiende a todo el a?o, horas y toda clase de alimentos.

La EMT conoce los hechos, pero no toma medidas: son responsables directos de esta degradaci¨®n ambiental. Los conductores (salvo hoy) act¨²an con desidia: he visto muchas veces a clientes entrar con bebidas abiertas, helados, etc¨¦tera, delante de sus narices y no lo impiden.

Propongo a los usuarios del autob¨²s que presionen a los conductores para que no se coma ni se beba, y que denuncien por escrito a la EMT antes de que el tema se haga incontrolable y ciertos gamberros consideren comer como un derecho adquirido. Si usted no hace nada, ma?ana no se queje si tiene alg¨²n problema.