La cuesti¨®n nacional: rectificaci¨®n o progreso
Con perspicacia intelectual y mesura expresiva, resaltaba Andr¨¦s de Blas (EL PA?S, 15 de mayo) la 'rectificaci¨®n' de actitudes intelectuales y pol¨ªticas de la izquierda ante la cuesti¨®n nacional espa?ola. El pr¨®ximo 15 de junio conmemoraremos el vigesimoquinto aniversario de las primeras elecciones democr¨¢ticas. Dentro de un a?o, la Constituci¨®n de 1978 cumplir¨¢ su primer cuarto de siglo. El clima pol¨ªtico e intelectual de entonces posibilit¨® la transici¨®n y su traducci¨®n jur¨ªdica en el texto constitucional. Este clima -al menos por lo que hace a la cuesti¨®n nacional- ha cambiado, seg¨²n rese?a Andr¨¦s de Blas con una cita de Edurne Uriarte. Se ha producido -al decir de Uriarte- un 'debilitamiento de las posiciones filonacionalistas' perif¨¦ricas en la izquierda intelectual, que se ha deslizado -seg¨²n se?ala la misma cita- hacia 'un neoconservadurismo'.
No cuesta percibir este cambio de clima. Algunos factores que lo explican son referidos acertadamente en el art¨ªculo del profesor de la UNED. Cabr¨ªa a?adir otros factores que no se mueven en la esfera acad¨¦mica o intelectual. Por ejemplo, las h¨¢biles estrategias organizativas y medi¨¢ticas adoptadas por la derecha espa?ola para restaurar su discurso nacionalista. O las torpes t¨¢cticas pol¨ªticas de los nacionalismos democr¨¢ticos catal¨¢n o vasco que han dado pie a este cambio de clima.
Menos convincente es, sin embargo, la afirmaci¨®n de que este cambio y la 'aceptaci¨®n compartida de una idea de patriotismo constitucional' -retomada por el Partido Popular de algunas propuestas del ¨¢mbito socialista- permita ahora un 'terreno de entendimiento de la pol¨ªtica espa?ola'. Para De Blas -si interpreto bien-, la concepci¨®n de la naci¨®n como sugestivo proyecto de vida en com¨²n -que tanto ha inspirado la rectificaci¨®n que comentamos-, se convierte ahora en una 'cosmovisi¨®n nacional de signo global', en la que podr¨ªan encontrarse tradiciones pol¨ªticas conservadoras y progresistas.
En este contexto, el abandono de las actitudes 'filonacionalistas perif¨¦ricas' por parte de la izquierda equivaldr¨ªa a la correcci¨®n de un desvar¨ªo temporal y el retorno a la tradici¨®n liberal de un nacionalismo espa?ol que la excelente obra de ?lvarez Junco coteja con otras construcciones nacionalistas. En tal caso, la versi¨®n de este patriotismo constitucional no deja de ser una versi¨®n actualizada de lo que he denominado en ocasiones una concepci¨®n nacional-estatista: 'Cada naci¨®n, un solo estado; cada estado, una sola naci¨®n'. Y para cada naci¨®n-estado, una jerarqu¨ªa de identidades colectivas debidamente articuladas en orden escalonado, donde -seg¨²n el lenguaje tradicional- la 'patria grande' prevalece l¨®gicamente sobre la 'patria chica'.
Por lo dem¨¢s y pese a sus declaraciones sobre patriotismo constitucional, esta visi¨®n tradicional es la que se desprende de la pol¨ªtica real desarrollada por el Partido Popular en los ¨²ltimos a?os, tanto en el orden simb¨®lico -tan revelador en este terreno- como en sus pol¨ªticas sectoriales o en sus interpretaciones constitucionales. Baste se?alar su oposici¨®n a la participaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en las instituciones de la Uni¨®n Europea, una participaci¨®n que el patriotismo constitucional a la alemana no tiene reparo en reconocer a los l?nder de aquel pa¨ªs. Si el patriotismo constitucional a la espa?ola no supera la vieja concepci¨®n nacional-estatista -en la que coincide con los nacionalismos conservadores que gobiernan hoy Espa?a, Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco-, poco aportar¨¢ al replanteamiento de la cuesti¨®n nacional espa?ola.
A mi juicio, lo que corresponde a los intelectuales progresistas es desarrollar categor¨ªas te¨®ricas y constitucionales que sustituyan unos instrumentos cada vez menos aptos para entender y ordenar las realidades de nuestro tiempo. La vieja idea de la naci¨®n-estado -por remozada que se presente- vale poco para regular las relaciones culturales, econ¨®micas y pol¨ªticas que se dan hoy entre ciudadanos c¨®modamente identificados en m¨¢s de una dimensi¨®n y sin forzadas jerarqu¨ªas. Europeos, vecinos de un barrio, espa?oles, catalanes, latinos, barceloneses: para muchos de nuestros conciudadanos. Estas y otras identidades no territoriales se acumulan y solapan en su vida cotidiana, sin rigurosa preeminencia formal.
Por esta raz¨®n, los llamados intelectuales de izquierdas no pueden quedar satisfechos con la 'rectificaci¨®n' que se?ala De Blas. Ni siquiera en su versi¨®n m¨¢s civilizada y dialogante. Deber¨ªan tener m¨¢s ambici¨®n y aspirar a la elaboraci¨®n de herramientas capaces de facilitar -en lugar de entorpecer- procesos complejos e inevitables: la compatibilidad de identidades entre las naciones de Espa?a, su din¨¢mica relaci¨®n con la identidad europea y su articulaci¨®n con las identidades de los inmigrantes 'extracomunitarios' que han venido para quedarse entre nosotros.
Concluye De Blas se?alando que no podemos quedarnos en un 'simple retorno al pasado' e invita a seguir reflexionando. Hay que aceptar esta invitaci¨®n, si -en lugar de rectificar- se admite que hay que dejar atr¨¢s un arsenal ideol¨®gico elaborado en el siglo XIX. O incluso el que se utiliz¨® hace veinticinco a?os, cuando ni la Uni¨®n Europea ni la globalizaci¨®n eran elementos de nuestro paisaje pol¨ªtico. De contentarse con la mera rectificaci¨®n y no avanzar de manera creativa, los intelectuales progresistas no har¨ªan honor al t¨ªtulo que pretenden y el 'neoconservadurismo' que Uriarte se?ala dejar¨ªa de ser provisional para convertirse en definitivo.
Josep M. Vall¨¨s es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB y miembro de Ciutadans pel Canvi.
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