Origami ruso: el muelle del Mundial
El emblema del Mundial ser¨¢ un muelle. La celebraci¨®n del Campeonato Mundial de F¨²tbol en Jap¨®n y Corea ha promovido la construcci¨®n de 17 nuevos estadios en los dos pa¨ªses anfitriones, pero la obra m¨¢s innovadora podr¨ªa ser un edificio del transporte, la terminal mar¨ªtima de Yokohama. Proyectada por un matrimonio de arquitectos, la iran¨ª Farshid Moussavi y el madrile?o Alejandro Zaera, la terminal entrar¨¢ en servicio el 2 de junio, tanto para el tr¨¢fico de l¨ªneas de cruceros como para el ferry que, al menos mientras dure el campeonato, unir¨¢ por mar las dos naciones organizadoras, cuyas relaciones en el pasado no han sido siempre tan fluidas como ahora. La obra que simboliza esa voluntad de comunicaci¨®n es una colosal plataforma de 70 metros de anchura y 420 de longitud, que se adentra en la bah¨ªa de Yokohama para permitir el amarraje de hasta cuatro cruceros, y sobre la cual una ins¨®lita construcci¨®n de acero, vidrio y madera se propone a la vez como terminal de los buques de pasajeros y como zona p¨²blica recreativa que extiende con su relieve ondulado el parque de Yamashita en tierra firme.
Con m¨¢s de tres millones de habitantes, Yokohama es la tercera ciudad de Jap¨®n, pero su proximidad a la gigantesca ¨¢rea metropolitana de Tokio ha desdibujado su personalidad, estrechamente asociada a la historia contempor¨¢nea del pa¨ªs: fue la apertura de su bah¨ªa a los nav¨ªos extranjeros en 1859 la que inici¨® el proceso de occidentalizaci¨®n de Jap¨®n, convirti¨¦ndose a partir de entonces en la puerta internacional de entrada de las ideas y las t¨¦cnicas modernas. En los ¨²ltimos tiempos, esta ciudad portuaria ha procurado reforzar su car¨¢cter independiente de Tokio con la remodelaci¨®n para el uso p¨²blico y comercial de los viejos muelles, con la construcci¨®n de edificios como la Landmark Tower, un rascacielos dise?ado por el americano Hugh Stubbins, que es el m¨¢s alto del archipi¨¦lago, y ahora con la inauguraci¨®n de la terminal mar¨ªtima, cuyo extraordinario perfil de paisaje artificial promete devenir un icono identitario.
S¨ªmbolo a la vez de una tradici¨®n de apertura al mundo, de una voluntad de cooperaci¨®n con el pa¨ªs vecino, y del estrechamiento de los lazos de conexi¨®n que una competici¨®n deportiva propicia, no ser¨ªa la primera vez que un edificio de comunicaciones llega a ser la imagen de un evento internacional: la torre de Collserola, de Norman Foster, represent¨® la naturaleza medi¨¢tica de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona mejor que las sedes deportivas, y el puente del Alamillo, de Santiago Calatrava, o la estaci¨®n de Santa Justa, de Cruz y Ortiz, expresaron la aceleraci¨®n de los intercambios promovida por la Exposici¨®n Internacional de Sevilla con m¨¢s elocuencia que la selva de pabellones en la isla de la Cartuja. Comparada por algunos en su singularidad emblem¨¢tica con la terminal de la TWA de Saarinen en Nueva York, con la ¨®pera de Utzon en Sidney, o con el Museo Guggenheim de Gehry en Bilbao, la estaci¨®n mar¨ªtima de Yokohama tiene quiz¨¢ m¨¢s puntos de contacto con el aeropuerto de Kansai, construido por Renzo Piano sobre una isla artificial en la bah¨ªa de Osaka: otra puerta de acceso a Jap¨®n, dise?ada por un arquitecto occidental, con geometr¨ªas tan complicadas como la log¨ªstica de la operaci¨®n.
Ninguna de estas referen
cias sin embargo, resulta m¨¢s pertinente que la menci¨®n de Rem Koolhaas, en cuyo estudio de Rotterdam trabajaron sus antiguos alumnos de Harvard Moussavi y Zaera, cuya caracter¨ªstica 'secci¨®n libre' de superficies alabeadas utiliza el proyecto de la terminal, y cuya participaci¨®n en el jurado de Yokohama en 1995 fue decisiva para que el premio del concurso recayera en la joven pareja, por entonces de 30 y 32 a?os, establecidos en Londres como profesores de la Architectural Association y titulares de un peque?o estudio significativamente denominado Foreign Office Architects. Extranjeros en el Reino Unido, como extranjeros hab¨ªan sido en Estados Unidos y Holanda, y como extranjeros ser¨ªan en Jap¨®n a partir de 1999, cuando la decisi¨®n por parte de la FIFA de celebrar por vez primera el Campeonato Mundial de F¨²tbol en Asia rescat¨® el proyecto del limbo donde lo hab¨ªan situado el estallido de la burbuja burs¨¢til japonesa, las dudas sobre la necesidad de una obra de semejante envergadura, y la desconfianza acerca de la capacidad de los inexpertos arquitectos para llevar a t¨¦rmino una construcci¨®n de tal complejidad.
Instalados en Tokio con un reducido equipo de 14 arquitectos muy j¨®venes -sherpas japoneses para actuar de gu¨ªas en el escarpado e inc¨®gnito terreno local y gurkas espa?oles para abrirse camino sin contemplaciones en la protocolaria fronda normativa y contractual-, Moussavi y Zaera supieron establecer una inteligente colaboraci¨®n con una oficina de ingenier¨ªa, Structural Design Group, dirigida por Kunio Watanabe, y el proyecto definitivo elaborado por FOA y SDG revis¨® radicalmente la ingenuidad estructural de la propuesta del concurso. Abandonando el impracticable esquema original de forjados alabeados sostenidos por planchas onduladas de acero, se dise?¨® un sistema mixto formado por dos grandes vigas-caj¨®n que reptan longitudinalmente por la terminal, y una estructura secundaria transversal de pliegues de acero que salva el espacio entre las vigas y se extiende en voladizo a ambos lados de las mismas: dos espinas dorsales que sirven tambi¨¦n como rampas entre los distintos niveles, vertebrando funcional y estructuralmente el edificio, y que por su singular geometr¨ªa se construir¨ªan usando el mismo procedimiento que las monta?as rusas; y un costillar de cerchas met¨¢licas forradas de chapa cuyos pliegues simulan la papiroflexia ingr¨¢vida del origami tradicional japon¨¦s.
Esta estructura, complicada
no tanto por su concepto como por su tortuosa geometr¨ªa, cubre el aparcamiento y la muy horizontal sala de tr¨¢nsitos, modelando la cubierta alabeada, donde la madera se combina con el c¨¦sped para formar un espacio p¨²blico con itinerarios delimitados por barandillas. Tanto las manchas de c¨¦sped -exigidas para poder considerar oficialmente a la terminal una ampliaci¨®n del parque vecino- como la proliferaci¨®n de barandillas que segmentan la plaza superior en recorridos son elementos ajenos a la continuidad rotunda del proyecto original, da?ada tambi¨¦n por el problem¨¢tico acuerdo de las tablas de madera con las ondulaciones de la cubierta, cuya doble curvatura s¨®lo parece compatible con un revestimiento homog¨¦neo. Alejandro Zaera subraya que la forma definitiva es deudora del proceso de construcci¨®n m¨¢s bien que de una decisi¨®n pl¨¢stica a priori, y es evidente que la enorme dificultad de la obra ha determinado muchas decisiones formales; pero es igualmente cierto que el conjunto del proceso se ha sometido a unas retorcidas condiciones iniciales que lo despojan de toda naturalidad, con un resultado final que oscila entre la musculosa inmovilidad atormentada de los esclavos de Miguel ?ngel y el balanceo embarazosamente rid¨ªculo de los marchadores atl¨¦ticos. En todo caso, el mero hecho de llegar a materializar un objeto de tal complejidad, visibilidad y tama?o constituye una proeza profesional y un logro simb¨®lico que convierten a Zaera -reci¨¦n nombrado decano del Instituto Berlage de Rotterdam- en el arquitecto espa?ol m¨¢s importante de su generaci¨®n: un intelectual y cr¨ªtico de la finura anal¨ªtica que atestigua su 'autobiograf¨ªa cient¨ªfica', publicada por entregas en la revista a+u; y un dise?ador y organizador de cuyo ambicioso talento da muestra este h¨ªbrido de construcci¨®n naval y arquitectura del paisaje que proyecta en la bah¨ªa de Yokohama su manierista mestizaje de origami japon¨¦s y monta?a rusa.
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