Pena de documento
Cualquier conocedor de la Iglesia vasca sabe que en su seno el peso de la sensibilidad nacionalista vasca es mayor que en el conjunto de la sociedad. Basta tener en cuenta razones hist¨®ricas -anticlericalismo socialista y catolicismo nacionalista- y demogr¨¢ficas -extracci¨®n predominantemente rural y euskaldun del clero hasta bien entrados los a?os setenta- para entender por qu¨¦ la Iglesia vasca es, en su conjunto, sociol¨®gicamente m¨¢s nacionalista que la media y por qu¨¦ la sensibilidad nacionalista es mayor cuanto m¨¢s se asciende en la estructura organizativa de la instituci¨®n eclesial, de manera que la curia es m¨¢s nacionalista que el clero, y ¨¦ste m¨¢s que el laicado. Pero de ah¨ª a considerar que la Iglesia vasca ha sucumbido al pecado de la idolatr¨ªa y ha sustituido a Dios por el becerro de oro del nacionalismo media una distancia que s¨®lo la ignorancia o la mala fe permiten superar.
Por eso, si es cierto que la carta pastoral refleja en algunos de sus puntos las preocupaciones (como su injusta asociaci¨®n con el terrorismo) y las limitaciones del nacionalismo vasco (se sigue hablando de 'la lengua', en singular, como se?a de identidad del Pa¨ªs Vasco), no es menos cierto que el documento contiene algunos elementos de enorme inter¨¦s. Adem¨¢s del repetido, aunque no por ello menos necesario, rechazo de la violencia de ETA, el escrito reclama todo el apoyo y la cercan¨ªa de la comunidad cristiana para con los concejales del PP y del PSOE, calificando de 'banco de prueba de la calidad de nuestra fe' su acompa?amiento y protecci¨®n. Consecuencia l¨®gica de esta afirmaci¨®n habr¨ªa de ser, en mi opini¨®n, la iniciativa de las parroquias y organizaciones eclesiales vascas a favor de unos concejales que, en estos d¨ªas, est¨¢n siendo amenazados y vejados en tantos plenos municipales. Tambi¨¦n es importante la consideraci¨®n de que la pluralidad de identidades caracter¨ªstica de la sociedad vasca debe ser positivamente reconocida, sin que de la misma pueda derivarse discriminaci¨®n ninguna. Son afirmaciones de enorme calado, que no deber¨ªan quedar sepultadas en el tr¨¢fago de opiniones que el documento episcopal ya ha desencadenado, en particular por lo que en el mismo se dice en contra de la ilegalizaci¨®n de Batasuna.
Si el proyecto del Gobierno para ilegalizar a Batasuna hubiese recibido el apoyo entusiasta de toda la sociedad espa?ola tendr¨ªamos razones sobradas para estar preocupados. Afortunadamente no ha sido as¨ª y, junto a opiniones mayoritariamente favorables a la reforma de la Ley de Partidos Pol¨ªticos en los t¨¦rminos inicialmente propuestos por el PP, se han producido abundantes y significativas expresiones de preocupaci¨®n, de duda o de franca cr¨ªtica. Podr¨¢n achacarse a un residuo de progresismo trasnochado, al resabio de un izquierdismo adolescente, a la desconfianza y la mala conciencia que determinados sectores de la poblaci¨®n sienten ante las cuestiones que tienen que ver con la seguridad y el orden; podr¨¢n achacarse a este tipo de cosas y hasta estoy dispuesto a aceptar que en tales reproches pueda haber algo de cierto. Pero tengo la convicci¨®n de que nuestra democracia es m¨¢s sana y m¨¢s estable gracias a la existencia de estas posiciones cr¨ªticas y no a pesar de ellas. M¨¢xime en los tiempos que corren, cuando el pez grande de la seguridad afila sus dientes frente al siempre chico pez de la libertad.
Pues bien: tengo la impresi¨®n de que esta carta pastoral no ha surgido de la iniciativa de los obispos, sino como respuesta de ¨¦stos a la incomodidad que un sector del clero y el laicado vasco sienten ante la posible ilegalizaci¨®n de Batasuna. Por eso, me queda la preocupaci¨®n de saber si esta carta pastoral hubiese visto la luz en caso de que la ilegalizaci¨®n de Batasuna no estuviese en el horizonte. Por decirlo a lo claro: como ciudadano y como cristiano, me causa honda preocupaci¨®n pensar que la tragedia de los concejales del PP y del PSE amenazados por ETA no hubiese sido raz¨®n suficiente para que los obispos vascos dieran el paso que han dado. Y esta preocupaci¨®n me desasosiega profundamente.
Imanol Zubero es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV-EHU).
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