Adi¨®s al sue?o de la paridad
La ley de la paridad, promulgada en Francia hace dos a?os, cre¨® un atajo para forzar la igualdad entre hombres y mujeres en las candidaturas a cargos electivos, al vincular su cumplimiento con el derecho a la subvenci¨®n p¨²blica. La primera prueba, realizada en los comicios locales del a?o pasado, fue considerada un ¨¦xito: 38.072 mujeres se incorporaron a los ayuntamientos, el 48% del total de concejales electos en las localidades de m¨¢s de 3.500 habitantes. Pero a la segunda oportunidad, que son las legislativas de este mes, los partidos principales prefieren la multa, antes que integrar un 50% de mujeres en sus listas.
Los aspectos m¨¢s prosaicos han guiado la confecci¨®n de las candidaturas. Bruno Gollnisch, el director de campa?a del ultraderechista Frente Nacional, considera 'idiota' la pr¨¢ctica de las cuotas femeninas; pero su partido las cumple a rajatabla. Lo hace para no perder un c¨¦ntimo de la financiaci¨®n p¨²blica y, en segundo lugar, porque ayuda a combatir el temor al aire de 'prietas las filas' que emana del lepenismo, y que posiblemente restar¨¢ votos de mujeres a la ultraderecha, respecto a los obtenidos por Le Pen en las presidenciales.
El Partido Socialista franc¨¦s, principal promotor de la reforma, se encuentra entre los primeros infractores. Su esfuerzo para las legislativas se ha traducido en un 53% de candidatas
M¨¢s de 3.250 mujeres se presentan a las legislativas; o sea, un 125% m¨¢s de candidatas que en las generales de 1997. Y eso a pesar de las listas que no re¨²nen el porcentaje legal de mujeres
Las dos opciones trostkistas tambi¨¦n cumplen con la paridad, lo mismo que el Partido Comunista. Pero nadie se llama a enga?o: obtendr¨¢n pocos diputados y no se arriesgan a sufrir una merma en unas subvenciones que no ser¨¢n muy altas, puesto que dependen de los votos y esca?os conseguidos.
Una ley que no se cumple
Todo esto queda lejos de las virtudes atribuidas a la paridad como talism¨¢n para que las mujeres alcancen la plena ciudadan¨ªa. Los que promovieron la reforma pensaban en corregir una desigualdad compartida por casi todos los Parlamentos del mundo, excepto las democracias del norte de Europa, donde la implantaci¨®n voluntaria de las cuotas en el seno de los partidos ha permitido progresar a las mujeres en la pol¨ªtica. Sin embargo, el Gobierno franc¨¦s de izquierda, encabezado por Jospin, opt¨® por fijarlo en una ley.
Pues bien; h¨¦te aqu¨ª que el Partido Socialista, principal promotor de la reforma, se encuentra entre los primeros infractores. Su esfuerzo para las legislativas se ha traducido en un 36% de candidatas, pese a lo cual apenas se escuchan las protestas feministas que ello habr¨ªa generado en otras circunstancias. Otras preocupaciones embargan ahora a la sociedad francesa, sobre todo el malestar con el sistema de representaci¨®n pol¨ªtica revelado por el auge de los extremismos y la incomprensi¨®n, reforzado por la decepci¨®n socialista de que la paridad no haya atra¨ªdo m¨¢s votos femeninos.
As¨ª las cosas, la preocupaci¨®n de los partidos consiste en calcular cu¨¢nto va a costarles la ilegalidad. A la derecha, las listas de la chiraquista Uni¨®n por la Mayor¨ªa Presidencial (UMP) comprenden un escu¨¢lido 20% de mujeres, lo que le costar¨¢ el 15% de la subvenci¨®n estatal. Como este partido se considera en condiciones de ganar las elecciones, la subvenci¨®n ser¨¢, de todos modos, muy elevada (se paga 1,67 euros por voto y 45.125 euros adicionales por cada esca?o logrado); lo cual contribuye a explicar el enorme inter¨¦s de los partidos peque?os por no perder un c¨¦ntimo a causa de una mujer de menos...
As¨ª pues, y en cuanto al fondo del debate, ?la reforma emprendida por el Gobierno de Jospin habr¨ªa sido in¨²til? ?Constituye la prueba de que la paridad queda reducida a una farsa utilitarista? La respuesta es: todav¨ªa, no.
El atajo representado por la ley de la paridad necesita un camino m¨¢s largo del que se supon¨ªa, pero la din¨¢mica desencadenada hacia la paridad no ha naufragado. ?Por qu¨¦? En primer lugar, porque m¨¢s de 3.250 mujeres se presentan a las legislativas del domingo pr¨®ximo; o sea, un 125% m¨¢s de candidatas que en las generales de 1997. Y esto a pesar de las listas que no re¨²nen el porcentaje legal de mujeres.
?Habr¨ªa tantas candidatas sin el impulso representado por la legislaci¨®n sobre la paridad? Sin duda que no. En el Senado, donde no se ha aplicado, s¨®lo hay un 11% de mujeres electas; y en las cantonales, a las que tampoco afecta la ley, las mujeres representan una d¨¦cima parte del total de consejeros generales.
Dicho esto, es cierto que la composici¨®n del nuevo Gobierno franc¨¦s implica menos feminizaci¨®n de la pol¨ªtica. Frente a la pl¨¦yade de ministras que rodeaban a Jospin -las socialistas Martine Aubry, Elisabeth Guigou, Marylise Lebranchu, S¨¦gol¨¨ne Royale; la comunista Marie Georges Buffet; la ecologista Dominique Voynet, entre otras-, el nuevo Gabinete instalado por Chirac s¨®lo cuenta con dos ministras, adem¨¢s de algunas viceministras.
Defensa con 'car¨¢cter'
Una de esas ministras, Mich¨¨le Alliot-Marie, combati¨® en su d¨ªa la ley de la paridad, aunque simplemente se abstuvo a la hora de votar. Ahora aparece en el Gobierno como la primera ministra de Defensa de la historia de Francia, jefa de un aparato esencialmente machista, un s¨ªmbolo de que las personas 'de car¨¢cter' tienen carrera pol¨ªtica por delante. La otra ministra, Roselyne Bachelot -al frente de Medio Ambiente- cuenta con la misma edad que su colega de Defensa (55 a?os ) y un perfil distinto: Bachelot defendi¨® la paridad, fue la ¨²nica diputada de derechas que vot¨® a favor de la ley de parejas de hecho, y ha participado en comisiones sobre derechos femeninos y en un colectivo antisexista. Ella porta otro mensaje: tambi¨¦n las feministas tienen carrera por delante en el mundo pol¨ªtico liderado por Chirac.
En resumen, la derecha queda lejos de la paridad y la izquierda, promotora de la reforma, tampoco se acerca al objetivo. La botella est¨¢ medio llena, gracias a que la aplicaci¨®n de la ley acrecienta el n¨²mero de mujeres integrado en la pol¨ªtica; pero habr¨¢ quien la vea media vac¨ªa, porque el tren llega a la segunda estaci¨®n del recorrido con poca energ¨ªa para continuar y con el maquinista (Jospin) apeado en marcha. La ola conservadora que anega a Francia abre un interrogante sobre los nuevos derechos conquistados por las mujeres.
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