Que no se repita
La huelga de autobuses ha sido un exceso, un pulso que los trabajadores han acabado perdiendo y que ha afectado gravemente a los usuarios. El derecho a la huelga est¨¢ reconocido por la ley, pero en este caso los conductores han ido demasiado lejos con su decisi¨®n de no hacer ning¨²n servicio m¨ªnimo.
Los trabajadores de los servicios p¨²blicos pueden llegar a paralizar una ciudad, y convendr¨ªa que ejercieran su derecho de huelga con responsabilidad. Los empleados de autobuses realizan una tarea dura, sometidos a la tensi¨®n del tr¨¢fico, al cobro del servicio y a atender a los clientes. Tienen su derecho a reclamar o presionar a la empresa. Pero, por m¨¢s razones que se tengan, no es de recibo lanzar una huelga salvaje y que decenas de miles de personas se vean obligadas a desplazarse a pie en zonas donde no hay metro ni otro transporte como alternativa. El fin no justifica los medios y en este caso el paro sin servicios m¨ªnimos era impresentable a ojos de todos.
Los autobuses vuelven hoy a la normalidad. De sabios es rectificar para que la contumacia en el error de estos seis d¨ªas sin autobuses no vuelva a repetirse.
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