'?Qu¨¦ chingue!'
'Italia es mucha Italia', consuelo de la hinchada ecuatoriana de Madrid
Cien mil inmigrantes ecuatorianos, el 80% en situaci¨®n irregular, residen en Madrid. Pero ayer era imposible distinguir a los afortunados con papeles de los que se buscan la vida sin documentos entre la clientela que eligi¨® el Rinc¨®n Ecuatoriano para ver el deb¨² de su selecci¨®n en un Mundial.
'Los mejores ceviches, buen ambiente familiar, los mejores artistas y una clientela distinguida'. Una octavilla verde anunciaba las excelencias de este peque?o bar de barriada pintado de colores vivos, plagado de recuerdos folcl¨®ricos de la tierra y coronado por una televisi¨®n con derecho a ver los partidos de Ecuador, un lujo al alcance de muy pocos entre la comunidad suramericana.
Las camisetas amarillas con el escudo ecuatoriano rivalizaban con los monos de obrero que luc¨ªa la concurrencia. Las jarras de cerveza corr¨ªan de mesa en mesa. Juan, que compart¨ªa los nervios con su novia, confesaba que se hab¨¢ 'escapado' del trabajo, en un bar, para ver el partido: 'Era mucha la ilusi¨®n por ver a los nuestros. El resultado es lo de menos', matizaba con tono de entendido en la materia: 'Es que Italia es mucha Italia. Demasiada para nosotros. Ya est¨¢ bien con participar'.
Ecuador pronto perd¨ªa por dos goles. Pero su hinchada no se rend¨ªa y animaba cada aproximaci¨®n de los amarillos. '?Qu¨¦ chingue (fastidio)!', se quejaba un m¨²sico ambulante que se gana la vida por los vagones del metro. A su lado, la guitarra descansaba apoyada en un taburete y, junto a ella, un joven con varios aros en las orejas comentaba en voz baja que prefiere 'estar m¨¢s con los espa?oles que con gente de la tierra; hay que mezclarse'.
En primera fila, Miguel se desesperaba con una ocasi¨®n fallada por Delgado y clamaba por que saliese al campo Kaviedes. A sus 24 a?os y con unas llamativas gafas de sol, aduc¨ªa que le hab¨ªan dado 'permiso' para ver el partido, pero que, en general, 'los espa?oles no se portan bien con los ecuatorianos, gente muy trabajadora y muy honrada'
Dos ni?os con la mochila de escolares a¨²n en la espalda y que se disputaban el honor de ser 'el m¨¢ximo goleador del cole' eran los m¨¢s optimistas y cre¨ªan hasta el final que el empate era posible. Una ni?a peque?a descansaba la cabeza mientras dorm¨ªa con un dedo en la boca sobre la camiseta deportiva de su padre. 'La compr¨¦ en una tienda del barrio. Hay que animar', dec¨ªa sonriendo el progenitor, que a?ad¨ªa: 'Deber¨ªamos estar m¨¢s en el bar, pero muchos de nosotros tenemos patrones que son unos malujos y no nos han dado permiso'.
Y es que los horarios no favorec¨ªan precisamente a una comunidad que, principalmente, trabaja en la hosteler¨ªa, en la construcci¨®n o en el servicio dom¨¦stico.
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