Hecho en Cuba
Desde tiempo inmemorial, los viajes han sido fuente de inspiraci¨®n para los m¨¢s pintorescos relatos. En ellos se plasma, sea en forma literaria, en dibujos, grabados o fotograf¨ªas, el impacto en el viajero al descubrir nuevas gentes y territorios. En ocasiones, lo novedoso puede encontrarse en los territorios m¨¢s pr¨®ximos, aunque generalmente resulta m¨¢s sugestivo lo que viene de m¨¢s lejos. Habitualmente llega envuelto en aires de misterio, trufado de interrogantes que esperan respuesta, y se transforma en cr¨®nica personal e intimista marcada por matices ex¨®ticos, fant¨¢sticos o realistas. Es la expresi¨®n de las m¨¢s curiosas experiencias y sentires cuyas ra¨ªces se encuentran en los lugares visitados. De la misma forma, se convierte en fuente de recuerdos y herramienta que aproxima a lo ajeno y ayuda a identificar lo desconocido.
Dentro de estos par¨¢metros se enmarca la exposici¨®n fotogr¨¢fica de Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz Maroto (Madrid, 1957) que durante todo este mes de junio se presenta en el Photomuseum de Zarautz. Se titula Hecho en Cuba y trae con ella un libro en el que Marie Genevi¨¨ve Alquier nos deleita con una sugerente prosa entremezclada con retazos de poemas de Jos¨¦ Mart¨ª o de Federico Garc¨ªa Lorca referidos a la Perla del Caribe. La trayectoria expositiva del fot¨®grafo mantiene un ritmo regular desde 1983 y ha expuesto en distintas capitales del mundo. Son varios los libros publicados y la Biblioth¨¨que Nationale de Paris, el Centro de Arte Reina Sof¨ªa, la Fototeca del Museo Nacional de La Habana o el IVAM guardan alguno de sus trabajos. Generalmente, su obra se identifica con el reportaje sobre acontecimientos cotidianos, donde no falta lo que se califica como retratos ambientados, un documento dramatizado donde el personaje act¨²a y posa para la c¨¢mara en el escenario donde se desenvuelve su propia vida.
Algo especial debe tener Cuba porque todo fot¨®grafo que llega a la isla se ve tentado a plasmar en sus clich¨¦s las sensaciones que de ella emanan. El sol, los sensuales aromas caribe?os hijos del manglar, la dulce ca?a de az¨²car, el cafetal, la sonrisa de sus gentes y, en definitiva, la intensa historia del pa¨ªs marcan los par¨¢metros por donde transcurren los relatos que de all¨ª se traen.
En este caso se han formado cuatro apartados para englobar m¨¢s de diez a?os de visitas: La piel, El son, El sabor y La isla. La gente es el denominador de todos ellos. Individualmente, cada toma ofrece su inter¨¦s, pero no se dejan agrupar f¨¢cilmente bajo un mismo titulo. Es en la subdivisi¨®n realizada donde la narraci¨®n se tambalea. Las im¨¢genes de un cap¨ªtulo hubieran servido para ilustrar el de al lado, o viceversa. Si la distribuci¨®n fotogr¨¢fica establecida es capricho intencionado del autor para despistar a los espectadores puede encontrar justificaci¨®n. En cualquier otra circunstancia, su relato se pierde en la incomprensi¨®n. No termina de explicarse por qu¨¦ el retrato Sonrisas II se ubica en el apartado dedicado a El sabor o El gui?o del d¨®lar al de La piel. Lo mismo podr¨ªa decirse de El Chevrolet de Carlitos en el apartado de La isla y lo que se titula sencillamente Paisaje, un primer plano de un coche antiguo en una calle de La Habana, en El son. A todas luces es una distribuci¨®n confusa que no puede justificarse con el t¨®pico de 'una proyecci¨®n personal de las emociones'.
En lo que respecta al tratamiento de la imagen, est¨¢ resuelto con brillantez. Es magn¨ªfica la instant¨¢nea del ni?o que pretende saltar al agua desde los bloques del Malec¨®n. Composiciones como Vuelta a casa est¨¢n repletas de iron¨ªa y son paradigma de lo que la gente cubana entiende por resolver los problemas. La inquietud por la b¨²squeda de nuevas formas expresivas dentro del reportaje se manifiesta en Sonrisas I. En este caso, la inclinaci¨®n aplicada sobre la l¨ªnea del horizonte realza el poder significativo de las l¨ªneas diagonales y con ellas una mujer montada a caballo adquiere un protagonismo de erotismo salvaje.
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