Jugarse la vida
Lo que hizo ayer Antonio Ferrera fue jugarse la vida. As¨ª de claro y rotundo. Se la jug¨® sin trampa ni cart¨®n, con el coraz¨®n por delante, dispuesto para el triunfo o la cogida.
Ferrera lleg¨® convencido de que abr¨ªa la puerta grande o la de la enfermer¨ªa. Y las dos tuvo entreabiertas; la primera se cerr¨® por el mal manejo del estoque, y la otra, por su seguridad y tambi¨¦n por suerte, que todo hay que decirlo.
Pero, qu¨¦ disposici¨®n, se?ores, la de este torero. Qu¨¦ intensa emoci¨®n hizo vivir ayer a la plaza de Las Ventas con su valor heroico y su esp¨ªritu luchador. Se jug¨® la piel sin cuento, sin trucos, con la ¨²nica verdad de su arrojo frente a las negativas condiciones de los toros.
Gonz¨¢lez / Caballero, Ferrera, Abell¨¢n
Cuatro toros -1?, 3?, 4? y 6?- de Manolo Gonz¨¢lez, y dos -2? y 5?- de Gonz¨¢lez S¨¢nchez Dalp, bien presentados, mansos, broncos y ¨¢speros. Manuel Caballero: media baja y dos descabellos (silencio); cuatro pinchazos y estocada ca¨ªda (pitos). Antonio Ferrera: estocada baja (vuelta); dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n). Miguel Abell¨¢n: media trasera y aviso (palmas); media atravesada y un descabello (palmas). Plaza de Las Ventas, 4 de junio. 21? corrida de feria. Lleno.
Lo cierto es que la disposici¨®n marca grandes diferencias entre los toreros, al margen de otras cualidades personales. Unos se visten de luces para cumplir un trabajo, y se presentan en el tajo con cara de pocos amigos, como si estuvieran agobiados por el ¨²ltimo atasco y hartos de aguantar a la familia. Se les nota tristes, torpes, cansados, y todo les sale mal: el viento es un vendaval, el toro parece el m¨¢s malo y el aburrimiento que proyectan es insoportable. Esa fue la imagen que ayer ofreci¨®, por ejemplo, Manuel Caballero.
Otros, por el contrario, se visten de luces para triunfar, qu¨¦ caray. Y se les ve alegres, sueltos, seguros, y derrochan una ilusi¨®n envidiable. Como un reci¨¦n casado con piso nuevo y la hipoteca saldada. Y todo les sale rodado: el viento se aplaca, el toro embiste, el torero se crece en la dificultad y el p¨²blico se emociona con el valor heroico de un torero grande. Ese fue el caso de Ferrera, que hab¨ªa salido hace s¨®lo unos d¨ªas por la puerta grande de esta plaza, result¨® cogido despu¨¦s en Francia y se present¨® ayer con los puntos todav¨ªa frescos, pero con la mente tan l¨²cida como la primera tarde. Sus dos toros desarrollaron genio y aspereza suficientes para desanimar a cualquiera. Pero este Ferrera parece hecho de otra materia. Manej¨® con soltura el capote para capear la fiereza de su primero, y coloc¨® un segundo par de banderillas, dej¨¢ndose llegar los pitones hasta la misma taleguilla, sencillamente extraordinario. Coge la muleta y... psss, que hay un torero en la plaza. No se oye una mosca. Cita con la izquierda. El toro se vence, se queda corto, echa la cara por las nubes y vende cara su vida. Pero el torero no est¨¢ dispuesto a perder la pelea. La faena no pudo ser limpia, pero s¨ª emocionant¨ªsima. La muleta siempre delante, adelantada la pierna contraria, en la distancia justa, y surge un pase aqu¨ª y otro m¨¢s all¨¢, pero todo rezuma toreo aut¨¦ntico.
El esfuerzo realizado no le impidi¨® volver por los mismos fueros en el quinto, al que banderille¨® primorosamente por dentro y al quiebro, y someti¨® despu¨¦s por bajo en pases largos y profundos. El toro, m¨¢s deslucido que el anterior, no le permiti¨® un momento de respiro, pero Ferrera lo domin¨® de cabo a rabo en una magistral lecci¨®n de torer¨ªa.
Caballero fue la cruz de la tarde. El viento le molest¨® mucho, pero no menos que su falta de motivaci¨®n. ?Qu¨¦ conservadurismo el de este hombre! Desaprovech¨® al primero, ¨²nico toro que embisti¨®, y naufrag¨® ante el dificultoso cuarto como un torpe principiante.
Y Abell¨¢n aprendi¨® la lecci¨®n. Valiente toda la tarde, no encontr¨® el terreno apropiado en su primero, y se la jug¨® de verdad en el ¨²ltimo, un toro tardo y corto, al que aguant¨® y domin¨® con gran seguridad.
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