La falta de pruebas obliga al Gobierno de Guinea a aplazar el final del proceso contra la oposici¨®n
La conclusi¨®n del juicio se retrasa porque la fiscal¨ªa 'no acab¨® su informe a tiempo'
Tras casi cinco horas de retraso, uno de los magistrados del tribunal que enjuicia una supuesta asonada en Guinea Ecuatorial anunci¨® la suspensi¨®n, hasta el jueves, de la vista. En el cine Marfil, repleto de p¨²blico, donde se aguardaba con aprensi¨®n el informe definitivo de la fiscal¨ªa, ¨¦sta no compareci¨®. La excusa oficial es que no le dio tiempo a concluir el texto, una disculpa en la que nadie cree. Parece m¨¢s un intento de ganar horas para salir del laberinto; sin garant¨ªas procesales ni pruebas, esto ha sido un simulacro de justicia.
M¨¢s de la mitad de los abogados defensores acudieron puntuales, a las nueve de la ma?ana. Repasaban ensimismados sus informes (a ellos s¨ª les dio tiempo), en los que se fundamenta la absoluci¨®n para sus patrocinados, cuando un polic¨ªa, que ejerce de alguacil, trajo la nueva: la vista se pospone a las doce del mediod¨ªa. En el segundo intento de inicio de la sesi¨®n comparecieron los mismos letrados. Ni rastro de los fiscales ni de los cinco jueces. Tampoco del ministro de Justicia, Rub¨¦n May¨¦, ni del de Seguridad, Manuel Nguema, ni del flamante asesor norteamericano, Bruce Malcom, ni de los otros letrados de la defensa, considerados pr¨®ximos al Gobierno. 'Deben de estar todos reunidos para decidir qu¨¦ hacen con las sentencias', explic¨® a este peri¨®dico uno de los defensores.
Casi a las dos, el juez militar, Cipriano Nguema, subi¨® al estrado e inform¨® de que la sesi¨®n quedaba aplazada hasta el jueves. Nadie sabe bien c¨®mo interpretar esta pr¨®rroga. Algo parece seguro, que la fiscal¨ªa no elevar¨¢ a definitivas sus conclusiones provisionales, en las que solicitaba ocho penas de muerte y duras penas de c¨¢rcel para decenas de procesados sin conexi¨®n con ese supuesto golpe.
'Van a consultar al jefe y a negociar entre ellos un enjuague, porque despu¨¦s de lo que hemos visto estos d¨ªas saben que no disponen de pruebas para justificar una condena', sostiene un militante de un partido opositor. 'Aqu¨ª todo es imprevisible; no hay que descartar nada, ni tan siquiera que Obiang Nguema apruebe un indulto ma?ana', su sexag¨¦simo cumplea?os, apunta otro con una sonrisa dibujada en el rostro. Un tercero, que reconoce antecedentes de medidas de gracia antes de un proceso, pero nunca en v¨ªsperas del informe final de los fiscales, es mucho m¨¢s cauto y pesimista: 'No creo que sea posible ahora'.
De las declaraciones efectuadas estos d¨ªas por los procesados en la vista oral se extrae una conclusi¨®n palmaria: la mayor¨ªa de los 134 presentes fueron torturados en la polic¨ªa y sus declaraciones ante ella carecen de validez legal, algo que ni los tres fiscales, de una ineptitud supina, ni el presidente de la sala parecen asimilar. El domingo, tras uno de los careos solicitados por las partes, el juez dijo: 'No ha habido nada. Todo bajo tortura. La mesa, el ministerio fiscal y la defensa estamos haciendo el rid¨ªculo'. La frase, entonada como interrogaci¨®n, m¨¢s parec¨ªa una amarga queja que una constataci¨®n. Las dudas resultan graves ante el lamentable estado de los detenidos, que fueron golpeados en Black Beach durante el proceso, seg¨²n consta en las quejas de los defensores.
Por la endeblez del caso hab¨ªa el domingo enorme expectaci¨®n ante la comparecencia de los testigos y la presentaci¨®n de pruebas de cargo capaces de refutar testimonios falsos. Si alguien alberg¨® una esperanza, la decepci¨®n debi¨® de ser may¨²scula. De los tres ¨²nicos presentados por la fiscal¨ªa ninguno sab¨ªa nada de la revuelta.
Conspiraci¨®n esperp¨¦ntica
Las pruebas exhibidas quedaron reducidas a una carta an¨®nima del a?o 2001 a uno de los detenidos, en la que un amigo desconocido le confirma desde Espa?a su compromiso de ayudarle a montar un negocio en Guinea Ecuatorial. La frase, 'mantengo el pacto hasta la muerte', permiti¨® al fiscal edificar una deshilvanada y esperp¨¦ntica teor¨ªa conspiratoria en la que quedaba demostrada su vinculaci¨®n a la asonada. De las dos pegatinas adhesivas del Frente Dem¨®crata Revolucionario, fundado por el ex presidente del Parlamento, Felipe Ond¨®, nada se volvi¨® a saber pese al juego que dieron a lo largo del proceso. Algo extra?o cuando el propio juez militar se empecin¨® en interrogar (como cuarto fiscal) a un soldado que nada ten¨ªa que ver con esos adhesivos especulando sobre si los 'distintivos', as¨ª los calific¨®, pod¨ªan servir para diferenciar bandos rebeldes y leales.
Tras permitir el tribunal al ministerio p¨²blico la presentaci¨®n de sus pruebas, neg¨® todas las solicitadas por la defensa, incluso la de la pistola (¨²nica arma del supuesto golpe), pues al buen entender del juez Mart¨ªn 'no se puede exhibir en un juicio p¨²blico'.
Ahora, despu¨¦s de dos semanas de proceso, fiscales, jueces y el Gobierno se ven abocados a una decisi¨®n: mantener, con leves o grandes retoques, las condenas previstas, o aceptar los hechos: no hay caso. El golpe, si es que existi¨®, nunca fue probado en el cine Marfil. Despejar esa inc¨®gnita es lo que exige un nuevo plazo.
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