Beatriz y los hombres

Hay que pasar por varias barreras hasta llegar al coraz¨®n significante de esta extra?a pel¨ªcula, un inquietante ejercicio de funambulismo que, por fortuna, nunca cae del todo en el rid¨ªculo. Una es su aspecto 'conozca usted M¨¦xico', un rebrote nacionalista de exhibici¨®n de paisajes digno de mejor causa, que sit¨²a a la pel¨ªcula en la empalagosa senda de Memorias de ?frica y que, de paso, permite al operador Gabriel Figueroa Flores un lucimiento un tanto vac¨ªo en relaci¨®n a lo que la pel¨ªcula cuenta. Otra es un, a ratos, agobiante esp¨ªritu poetizante, que confunde.

Pero pasadas estas duras estaciones de paso, lo cierto es que Demasiado amor termina resultando un manifiesto pasablemente feminista -cortes¨ªa, es probable, de la coguionista y productora, Eva Saraga-, un curioso, original retrato de mujer libre que recuerda, aunque sea s¨®lo en la superficie, a trabajos m¨¢s o menos recientes de directoras como Mar¨ªa Novaro o Dana Rotberg. Una reivindicaci¨®n de una vida vivida sin demasiadas concesiones a la galer¨ªa por parte de una mujer, Beatriz (la solvente Karina Gidi, un papelazo), que trata a los hombres con una desarmante naturalidad.

La ausencia de una voluntad evidente de discurso no empa?a; antes bien, refuerza la direccionalidad con que la pel¨ªcula va penetrando lentamente en el ¨¢nimo del espectador, un logro considerablemente dif¨ªcil de obtener y que el fot¨®grafo publicitario Ernesto Rimoch se apunta en esta su primera comparecencia en nuestras pantallas.