Israel destruye el cuartel de Arafat en respuesta al ¨²ltimo atentado suicida
El l¨ªder palestino ense?a los destrozos de su residencia de Al Mukata a los periodistas
La bandera palestina ondeaba ayer arrogante sobre las ruinas de Al Mukata, la residencia de Yasir Arafat en Ramala. Era un gesto de desaf¨ªo dirigido a los tanques y a los soldados israel¨ªes que durante la madrugada hab¨ªan asediado durante seis horas el complejo presidencial, para luego dinamitar la pr¨¢ctica totalidad de los edificios del complejo, en represalia por el atentado suicida del d¨ªa anterior en Megido, donde murieron 17 personas, entre ellos 13 soldados.
Un Arafat somnoliento y dolido emergi¨® al mediod¨ªa entre los escombros de su residencia de Ramala, la capital de la Cisjordania palestina. Sali¨® de entre los restos de lo que hasta ayer hab¨ªa sido su residencia, para alzar la mano, hacer con los dedos el gesto de la victoria y asegurar a continuaci¨®n a una nube de reporteros internacionales: 'Nadie puede derrotar al pueblo palestino'.
Luego, el mismo Arafat, rodeado por sus guardaespaldas, se convirti¨® en cicerone de un improvisado recorrido por el interior de su cuartel general, apuntando con el ¨ªndice cada uno de los impactos de misil en las paredes, en el techo o en el suelo. El itinerario incluy¨® una gira por sus habitaciones: el ba?o destrozado; su dormitorio, sobre el que hab¨ªa ca¨ªdo una nube de polvo de yeso, en el que se ve¨ªa un espejo hecho a?icos, muy cerca de una foto intacta, en la que aparec¨ªa con su hija.
'El mundo tiene que venir y ver este racismo y fascismo y este ataque masivo contra el complejo del l¨ªder palestino', recalc¨® Arafat, mientras mostraba insistente a la prensa los agujeros de los disparos en sus habitaciones, como si tratara de demostrar que hab¨ªan intentado matarle.
Un muerto y 10 heridos
Los sacos terreros cegaban a¨²n ayer al mediod¨ªa cada una de las ventanas del complejo residencial. Barricadas improvisadas, formadas con muebles o placas de hierro, se suced¨ªan intermitentemente a lo largo de los pasillos, como si su guardia personal, de unos cien hombres, hubiera estado prepar¨¢ndose para una lucha cuerpo a cuerpo, que no lleg¨® a producirse. S¨®lo uno de los polic¨ªas muri¨® tiroteado en el patio. Hubo otros diez heridos. En el exterior, la destrucci¨®n era mucho m¨¢s patente. Pr¨¢cticamente la totalidad de los edificios de la Administraci¨®n central palestina, desde los despachos a la antigua prisi¨®n, han quedado destruidos por cargas de dinamita. Decenas de veh¨ªculos oficiales, aplastados por las cadenas de los tanques. La cerca de cemento y hierro yac¨ªa tambi¨¦n por el suelo.
Los tanques israel¨ªes se retiraron a primera hora de la ma?ana, mientras se escuchaba la voz del ministro de Defensa israel¨ª, el laborista Benjam¨ªn Ben Eliezer, anunciando que la operaci¨®n estaba destinada a 'recalcar la responsabilidad del Gobierno de Arafat en los ataques terroristas'. A pesar de lo avanzado de la hora -8.20 de la ma?ana-, los vecinos de Ramala a duras penas se atrev¨ªan a despertarse. Hab¨ªan pasado la noche en vela.
Ayer Ramala dormit¨® durante todo el d¨ªa, mecida por el miedo. Las tiendas entreabrieron sus puertas, para cerrarlas r¨¢pidamente a principio de la tarde, cuando corri¨® la voz de que los tanques volv¨ªan a entrar en la ciudad, por el barrio de Betunia, en una prolongaci¨®n de la operaci¨®n de castigo. 'Los israel¨ªes est¨¢n volviendo', musitaba nervioso un taxista, al tiempo que conduc¨ªa a una velocidad de v¨¦rtigo por las calles vac¨ªas de la capital. Un dolor fr¨ªo recorri¨® de punta a punta la ciudad. Los vecinos otearon durante horas el horizonte, asomando medio cuerpo en las esquinas, como tratando de adivinar por d¨®nde iban a regresar los blindados. S¨®lo suspiraron con profundidad cuando alguien repiti¨® lo que hab¨ªa anunciado la radio: 'Se han ido ya. Esta vez se han llevado s¨®lo a dos dirigentes de Ham¨¢s'.
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