Vivir Par¨ªs a trav¨¦s del arte
Montmartre, Montparnasse, Saint Germain-des-Pr¨¦s y el Barrio Latino son cuatro distritos de Par¨ªs que han adquirido una dimensi¨®n universal en el imaginario de la cultura del siglo XX, y son las cuatro secciones en las que se articula esta gran exposici¨®n que llega al Guggenheim-Bilbao despu¨¦s de haber sido visitada en la Royal Academy de Londres por 250.000 personas.
El ambicioso t¨ªtulo de la muestra, as¨ª como la cantidad de obras, 250, y la solvencia de las entidades que la producen permiten esperar un recorrido por un perfecto museo imaginario lleno de picassos, matisses, dal¨ªs, mondrians y otros nombres obligados, pero la propuesta de las comisarias Sarah Wilson y Ann Dumas intenta ir m¨¢s all¨¢ de lo previsible. M¨¢s que una exposici¨®n parisiense es una exposici¨®n de arte europeo en la que Par¨ªs es el n¨²cleo de una efervescencia intelectual y social. Se puede hacer una lectura pol¨ªtica de esta muestra y ¨¦sa es una de las intenciones de sus organizadoras.
PAR?S, CAPITAL DE LAS ARTES, 1900-1968
Museo Guggenheim-Bilbao. Abandoibarra, 2. Bilbao Hasta el 3 de septiembre
Hay obras muy poco conocidas de grandes artistas y singulares trabajos de creadores menos relevantes que dan al recorrido incesantes sorpresas en uno y otro sentido. Todo para conformar una visi¨®n de lo que la capital francesa y concretamente ciertas ¨¦pocas en determinados barrios pudieron convocar y provocar. As¨ª, Montmartre, foco de la vanguardia parisiense, arranca con el esp¨ªritu fauve pero alejado de los paisajes, su expresi¨®n m¨¢s difundida. Las comisarias han preferido recoger retratos de vibrante colorido de mujeres y personajes realizados por artistas como Picasso y Anglada-Camarasa, Derain, Vlaminck y Van Dongen, que remitan a la vida urbana de esos a?os. Adem¨¢s de los obligados estudios para Les demoiselles d'Avignon, obra fundamental del siglo que entonces empieza, hay un racimo de obras cubistas elegidas no como un muestrario del movimiento sino como ¨¢lbum hist¨®rico de la ciudad. Entre ellas figuran la Torre Eiffel, de Robert Delauney; Hombre en un caf¨¦, de Juan Gris; Retrato del editor Figui¨¨re, de Albert Gleizes; Retrato de Mart¨ªn Luis Guzm¨¢n, de Diego Rivera, o El Nord-Sud (velocidad y sonido), con la que Gino Severini alud¨ªa a la nueva l¨ªnea de metro que un¨ªa Montmatre y Montparnasse.
Es en ese segundo distrito donde se desarrolla en los a?os veinte una actitud que, tras la I Guerra Mundial, lleva a algunos artistas a un retorno a cierto clasicismo, al tiempo que Duchamp pintaba bigote a La Gioconda, obra presente en la muestra. En la exposici¨®n esto queda representado por una sala de desnudos presidida por el c¨¦lebre Le grand nu de Modigliani. Pr¨¢cticamente todos son cuerpos femeninos, pero las comisarias han tenido especial cuidado en que la mujer no quede en esta exposici¨®n s¨®lo como motivo de la pintura sino como activa participante de las vanguardias.
Ya que la muestra se centra en Par¨ªs y en la peque?a comunidad de artistas llegados de muchos pa¨ªses distintos, una de las opciones ha sido la de reflejar la influencia de unos sobre otros. Por ejemplo, el trabajo de Mondrian y su eco en los de L¨¦ger, Thoe van Doesburg, Sophie Taeuber-Arp o Marlow Moss, entre otros. Este apartado concluye con una visi¨®n pesadillesca del surrealismo, como premonici¨®n de los desastres que se avecinaban en la nueva guerra europea. La angustia y el sinsentido de la violencia salen a gritos de estos cuadros.
Es en Saint Germain-des-Pr¨¦s donde Picasso pint¨® el Guernica (1937), el gran ausente, por razones de conservaci¨®n, de esta muestra. La guerra marca los siguientes a?os y el arte refleja tanto el sufrimiento y las penurias como la reacci¨®n contra el nazismo y el fascismo, con obras como El becerro de oro, de Picabia, piezas del arte bruto de Dubuffet y las inquietantes figuras carbonizadas de Giacometti.
Esta secci¨®n se adentra tambi¨¦n en la posguerra y el abstraccionismo de los a?os cincuenta con un extraordinario Prac des Princes (Les grands footballeurs), de Nicolas de Sta?l, o las impactantes Antropometr¨ªas de Yves Klein. El arte ¨®ptico de Vasarely o Agam y una escultura penetrable del venezolano Jes¨²s Rafael Soto, reconstruida para esta muestra, dan se?al de la fuerza que en Par¨ªs tuvieron estas tendencias agrupadas en torno a la galer¨ªa Denis Ren¨¦.
El recorrido concluye con
la turbulencia de Mayo del 68 en el Barrio Latino de Par¨ªs. Un tiempo m¨ªtico o mitificado en el que confluyen el arte, la pol¨ªtica y la esperanza. Figuran en esta sala obras muy cr¨ªticas con la iglesia de Niki de Saint Phalle, y una de las esculturas mec¨¢nicas de Tinguely (Le ballet des pauvres), junto a obras de Spoerri, Buren o Christo.
Si Duchamp, en el exilio neoyorquino desde 1915, es una referencia lejana en esta muestra, aqu¨ª se le evoca en una serie de pinturas realizadas por Eduardo Arroyo, Gilles Aillaud y Antonio Recalcati, titulada Vivir y dejar morir, o el tr¨¢gico fin de Marcel Duchamp. Una forma, adem¨¢s, de ceder el testigo de la capitalidad art¨ªstica a la ciudad norteamericana que estaba ya generando desde hac¨ªa tiempo un potent¨ªsimo n¨²cleo de creatividad.
Par¨ªs, capital de las artes es una exposici¨®n hecha con inteligencia que ha huido de las interpretaciones m¨¢s t¨®picas y que invita al visitante a vivir el Par¨ªs de aquellos a?os a trav¨¦s del esp¨ªritu reflejado por los artistas en sus obras.
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