El fant¨¢stico vuelo del c¨®ndor
Los paisajes amplios del valle del Colca, en los Andes peruanos
De repente aparece, y el murmullo de la treintena de viajeros congregados alrededor de la Cruz del C¨®ndor se apaga despu¨¦s de una simult¨¢nea expresi¨®n de asombro. All¨ª est¨¢. Es un macho joven de color caf¨¦, casi negro. Su tama?o y presencia impresionan, ya que la envergadura de sus alas se acerca a los tres metros habituales en su especie. M¨¢s que volar, flota aprovechando el aire caliente que asciende con los primeros rayos del sol por la pared rocosa del ca?¨®n, un sobrecogedor abismo de 1.150 metros en cuyo fondo -a 2.600 metros sobre el nivel del mar- fluye el r¨ªo Colca.
Son las nueve de la ma?ana, y el c¨®ndor, el animal volador m¨¢s pesado del planeta (entre 9 y 12 kilos), pasa de nuevo por encima de las cabezas de sus admiradores, aparentemente ajeno al inter¨¦s que causa. Dibujando una elegante par¨¢bola, vuelve a bajar hacia la garganta verde para iniciar otra vuelta, y otra, y otra... Su vigoroso vuelo fascina hoy tanto como hace siglos. Fue venerado por las culturas precolombinas, que le consideraban el emisario del Sol (el m¨¢ximo s¨ªmbolo del poder divino). En la actualidad sigue siendo admirado por los andinos, y tambi¨¦n por unos 70.000 aventureros, amantes del trekking y de la naturaleza, que llegan cada a?o a este apartado valle de agricultores y ganaderos, gente amable y discreta cuya piel curtida muestra las consecuencias adversas de vivir tan cerca del cielo. Los collaguas y cabanas, los dos grupos ind¨ªgenas de la regi¨®n, empiezan t¨ªmidamente a aprovechar las posibilidades del turismo, vendiendo artesan¨ªa a pie de carretera. Pero muy lejos de convertirse en otro Machu Picchu (donde se contaron el a?o pasado m¨¢s de 350.000 turistas), el Colca es un reducto de paz que regala naturaleza y alguna que otra visita monumental, sobre todo a iglesias como la de Yanque, la m¨¢s destacada del barroco mestizo de la zona, y la de Coporaque, dedicada a San Sebasti¨¢n, que se se?ala como el primer templo cristiano del valle, construido en 1565. Su restauraci¨®n culmin¨® en 1999 con la reinauguraci¨®n y la visita de la reina Sof¨ªa.
Quienes est¨¢n poco acostumbrados al efecto embriagador de las alturas quiz¨¢ vivan a¨²n con mayor intensidad este ba?o de paisajes inabarcables. El viaje hasta all¨ª lleva por carreteras entre laderas surcadas por terrazas de cultivo. Las m¨¢s antiguas, muy cerca de las cumbres, datan de alrededor del 500 antes de Cristo, siglos antes de la llegada de los incas a este valle. Las monta?as -apus, deidades, para las culturas andinas- son las protagonistas del lugar, y en sus cumbres se sit¨²an leyendas y mitos. El nevado volc¨¢n Mismi es c¨¦lebre desde que salt¨® a las noticias de medio mundo en diciembre de 2000. La National Geographic Society confirm¨® entonces la teor¨ªa que situaba desde los a?os setenta el nacimiento del r¨ªo Amazonas en una de sus laderas. El Ampato escondi¨® otro enigma. En su cima, la m¨¢s elevada (6.380 metros), se descubri¨® en 1995 a Juanita, la momia de una ni?a inca que hab¨ªa sido sacrificada en este lugar hace m¨¢s de cinco siglos en honor al apu Ampato. Su cuerpo congelado fue trasladado a Arequipa, donde permanece desde entonces en un museo propio.
La ciudad blanca
Quienes visitan el valle del Colca suelen llegar precisamente desde Arequipa, la ciudad blanca situada a unos 160 kil¨®metros. Con un poco de suerte, durante el camino se observa desde la distancia un grupo de vicu?as que pasta entre los arbustos de paja, cuyo verde p¨¢lido caracteriza la reserva nacional de Salinas y Aguada Blanca. La suave fibra de este animal salvaje es muy preciada (el kilo cuesta 350 euros), mucho m¨¢s que la de sus hermanos domesticados, las llamas y alpacas, que andan con sus bandas coloridas colgadas de las orejas por calles y caf¨¦s.
Antes de llegar a Chivay, la principal localidad del valle del Colca, el camino asciende sin parar durante m¨¢s de dos horas. El ox¨ªgeno disminuye igual que el verde del entorno, que cede progresivamente ante el gris¨¢ceo de la piedra que domina el paisaje lunar (la puna) en el punto m¨¢s alto, a m¨¢s de 4.800 metros. Un mate de coca ayuda a resistir el leve mareo y la presi¨®n que se siente en la cabeza. El camino sigue, baja por una sinuosa carretera que se sumerge de nuevo en la vegetaci¨®n de un grandioso valle que seduce a la primera mirada, pidiendo que el visitante abra su mente. El valle es amplitud pura. Aqu¨ª las distancias se miden con un rasero propio. Y el viajero que pregunta por su destino y recibe un 's¨ª, s¨ª, est¨¢ aquisito no m¨¢s', bien puede encontrarse a¨²n a horas de camino.
GU?A PR?CTICA
- Poblaci¨®n: Chivay tiene unos 5.000 habitantes. Prefijo telef¨®nico: 0051 54.
- Iberia (902 40 05 00) va de Madrid a Lima (hasta el 18 junio) por 897 euros, m¨¢s tasas. - De Lima a Arequipa, el aeropuerto m¨¢s cercano al valle del Colca, con Aerocontinente (en agencias), por unos 170 euros. - Un paquete de dos d¨ªas al valle del Colca desde Arequipa cuesta en agencias unos 120 euros por persona. - Autobuses diarios entre Arequipa y Chivay; ida y vuelta, de 10 a 15 euros.
- Colca Lodge (20 25 87). Cerca de Chivay. La doble, 75,10 euros. - Posada Chivay (52 10 32). Avenida Salaverry, 325. Chivay. La doble, 26,80.
- Oficina de Turismo (22 12 28 y www.peru.org.pe).
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