'Mis jugadores ya no son t¨ªmidos'
Dos m¨²sicos tocan Feelings en un teclado de la terraza del hotel Hyundai, en un paraje perdido en los montes que rodean Gyengju. De pronto, veinte polic¨ªas uniformados y varios agentes de paisano despliegan un muro humano ante la llegada del autob¨²s de la selecci¨®n de Corea del Sur. Su objetivo es aislar a los futbolistas de un grupo de ruidosas quincea?eras que se desviven por una mirada del pelilargo Yoo. El despliegue no ha terminado cuando entra en escena un hombre de mediana edad, sudado, despeinado y paticorto. '?Salgan ya mismo!', vocifera; '?aqu¨ª no pasa nada!'. Es Guus Hiddink y los polic¨ªas, asustados, desaparece en dos segundos. T¨¦cnico de Holanda en Francia 98 y ex entrenador del Valencia, el Madrid y el Betis, el holand¨¦s, de 54 a?os, es el hombre de moda en el pa¨ªs. Ha llevado al equipo nacional a su primer triunfo (2-0, ante Polonia) y no quiere que los agentes entorpezcan la fiesta. '?Est¨¢n locos perdidos!', dice en castellano.
'El respeto es exagerado aqu¨ª. He debido provocar que el joven tenga que dar ¨®rdenes al veterano'
'Al principio, hac¨ªan unas entradas terribles con los tacos por delante. Parec¨ªan kamikazes'
'Impuse una preparaci¨®n dif¨ªcil y... mucha gente quer¨ªa mandarme de vuelta a Espa?a'
Pregunta. De destituido en el Betis a h¨¦roe en Corea del Sur. ?C¨®mo ha dado este vuelco?
Respuesta. Lo miro con una sonrisa distante. Cuando empec¨¦, quise imponer una preparaci¨®n dif¨ªcil y mucha gente, en la prensa, quer¨ªa mandarme de nuevo a Espa?a. Los resultados de los ¨²ltimos meses han causado esta reacci¨®n.
P. ?A qu¨¦ preparaci¨®n se refiere?
R. Anteriormente, en los Mundiales, Corea buscaba preparaciones f¨¢ciles jugando contra Malaisia o equipos asi¨¢ticos de segunda o tercera categor¨ªa. Ganaba siempre por goleada, Pero luego..., ?bam!, descubr¨ªan la realidad. Nunca gan¨® un encuentro. Y no s¨®lo eso: dio mala impresi¨®n, de timidez. Cuando me ofrecieron contratarme, les dije que aceptaba el reto siempre que liberasen a los jugadores de su dependencia de los clubes desde enero para tenerlos a mi disposici¨®n cinco meses antes de la Copa. Tambi¨¦n, que dar¨ªamos una vuelta al mundo, por Am¨¦rica y Europa, para enfrentarnos contra adversarios fuertes. Hubo derrotas, empates, m¨¢s derrotas... Algo normal cuando se desarrolla un equipo, pero la opini¨®n p¨²blica no lo acept¨®. Con el conjunto al completo, con los que juegan fuera , nos concentramos en La Manga (Murcia) en marzo. Desde entonces hemos tenido tres sesiones diarias de entrenamientos y charlas t¨¢cticas con v¨ªdeos, animaci¨®n y programas de power point.
P. ?Cu¨¢l es la idiosincrasia del futbolista de su selecci¨®n?
R. Al principio, no se atrev¨ªan a mirarme a los ojos. Aqu¨ª, el respeto es una exageraci¨®n. La influencia cultural, el orden social, pesa mucho. La jerarqu¨ªa es mucho m¨¢s pesada. Existen se?or¨ªos. Cuando un jugador cumple 30 a?os ya es el due?o de los que tienen 28 y el que cumple 28 es el due?o de los que tienen 26 y as¨ª... Literalmente. En las comidas hab¨ªa una mesa de jugadores de alrededor de 30, otra de alrededor de 25 y otra de los de 20. Los primeros en servirse eran los viejos. Rigurosamente.
P. ?C¨®mo ha roto la tradici¨®n?
R. No pretendo cambiar la cultura, pero debo imponer ciertos principios, ciertas normas, para hacer un equipo competitivo. Ahora no est¨¢ totalmente hecho porque le falta experiencia. Pero tiene m¨¢s coraje, m¨¢s de todo. Y menos timidez.
P. C¨®mo hizo para terminar con las relaciones jer¨¢rquicas.
R. Despu¨¦s de observarlos durante tres comidas, comenc¨¦ a mezclarlos: 'Ma?ana vosotros dos os sent¨¢is en otra mesa'. ?Por qu¨¦? Les dije que era necesario porque en el campo hab¨ªa que estar juntos tambi¨¦n. Yo no puedo tener jugadores que no se atreven a hablar o gritar a otro compa?ero por un respeto falso, no adecuado. Es una exigencia moderna del f¨²tbol. Y han reaccionado muy bien. Ahora se comportan como un equipo europeo.
P. ?En los entrenamientos tambi¨¦n ha estimulado la comunicaci¨®n?
R. He provocado situaciones para que un joven tenga que dar ¨®rdenes a un veterano. He creado ejercicios en que los j¨®venes tienen que hacer el coaching. Porque los centrocampistas son m¨¢s j¨®venes que los delanteros, que superan los 30 a?os. '?Eh, t¨², dale ¨®rdenes, dile que se mueva a la izquierda!'. Al principio, bajaban la cabeza y se escabull¨ªan, agobiados. ?Temblaban! Pero lo han comprendido. 'T¨² tienes la obligaci¨®n de dar ¨®rdenes', les he dicho; 't¨² eres el l¨ªder del medio campo, tienes la visi¨®n de la situaci¨®n y tienes que mandar a los que est¨¢n delante'. A los veteranos tambi¨¦n les he explicado: 'No ten¨¦is que sentiros atacados por los j¨®venes porque el respeto existe. Y el respeto va a crecer si ten¨¦is una relaci¨®n directa. El respeto no es artificial, es natural'.
P. ?A qu¨¦ jugador joven concedi¨® esa responsabilidad?
R. El medio centro, Lee, y el volante derecho, Park, que marc¨® un gol a Inglaterra y otro a Francia. Uno tiene 24 a?os y el otro 21. Park no es muy hablador, pero ya manda un poquit¨ªn. Hwang, el delantero, tiene 35 a?os, pero acepta las ¨®rdenes. Incluso dice a la prensa que, aunque pierdan, deber¨¢n seguir con el mismo estilo si quieren desarrollar el f¨²tbol surcoreano. Han superado el choque cultural.
P. ?No es un placer para un entrenador disponer de futbolistas tan respetuosos?
R. Eso es verdad. Aqu¨ª responden. Eso me da poder. Porque cada vez que hago un encargo -'ataca por aqu¨ª, oc¨²pate de defender a este jugador...'- van sin titubeos. Las jugadas ensayadas se obedecen a la perfecci¨®n. Por ejemplo: 'Quiero todos los pases desde las bandas. Los c¨®rners, a la segunda l¨ªnea'. Contra Polonia marcamos dos goles clave desde la segunda l¨ªnea. Ellos intentan cumplir siempre. Lo ejecutan hasta que les sale. Est¨¢n abiertos a las ¨®rdenes. En este sentido, son distintos a los jugadores europeos, algunos de los cuales se creen que saben de f¨²tbol m¨¢s que nadie.
P. Su equipo destaca por su nivel f¨ªsico.
R. Saben sufrir. Con el ordenador hemos dise?ado un plan para estar ahora en plena forma. He comparado los datos con el trabajo hecho con Holanda para Francia 98. Estamos mejor.
P. ?El surcoreano est¨¢ m¨¢s dispuesto a sacrificarse que el europeo?
R. Eso me encanta. Hay una entrega total. Hasta que se caen muertos. En las primeras semanas hicimos una concentraci¨®n con 30. Observ¨¦ que hac¨ªan entradas terribles, en horizontal, con los tacos por delante y a la altura de las rodillas. '?No se van a romper las piernas?', le dec¨ªa a mi ayudante. Parec¨ªan kamikazes.
P. ?C¨®mo seleccion¨® a jugadores que no conoc¨ªa?
R. Al principio, me seleccionaron 30 mis ayudantes. De ¨¦sos s¨®lo quedaron 12. Yo me ocup¨¦ de ver partidos de la Liga profesional y de la universitaria. De las aulas he tra¨ªdo a varios. Sobre todo, necesitaba hombres livianos y r¨¢pidos. Aqu¨ª estaban acostumbrados a elegir a tipos fuertes, pesados, ex yudocas o combatientes de yujitsu.
P. Dice un folleto de la organizaci¨®n que en Corea, los domingos, la gente juega al alba.
R. Cuando tengo un d¨ªa libre, voy a jugar al golf. ?A qu¨¦ hora podemos empezar? A las cinco de la ma?ana. Cuando empieza a hacer luz. Los chavales practican el f¨²tbol antes del desayuno, luego van a la escuela y vuelven a jugar entre las tres y las cuatro de la tarde, estudian y vuelven a darle al bal¨®n a las seis. Es un lujo, pero deben contar con buenos entrenadores.
P. ?Qu¨¦ posibilidades tiene un internacional surcoreano de acoplarse a la Liga espa?ola?
R. Les falta experiencia. Ser¨ªa bueno hacerles una prueba en equipos europeos para ver c¨®mo podr¨ªan funcionar. Sus representantes y ellos tienen que ser inteligentes para buscar un buen club. Algunos se han ido a Europa, pero no juegan. Ahn se fue al Perugia y apenas ha jugado. Se ha ido abajo. Y antes de su salida a Italia era un h¨¦roe. Una figura. Sal¨ªa en la televisi¨®n y se pon¨ªa guapo. Y el periodista, que es muy inocente aqu¨ª, s¨®lo le aclamaba por estar bonito y meter un gol de golpe franco de vez en cuando. No conoc¨ªa la exigencia del f¨²tbol europeo. Yo les digo: 'Si quer¨¦is ir a Europa, deb¨¦is buscar un pa¨ªs de segunda fila, Holanda, B¨¦lgica..., antes de dar el salto a Inglaterra, Espa?a, Italia o Alemania.
P. ?T¨¦cnicamente?
R. El perfil de los jugadores es particular. Sus modelos no tienen nada que ver con los del ni?o europeo. Aqu¨ª no saben dar pases largos. Juegan en corto y tienen una gran habilidad para conducir el bal¨®n en velocidad. Son sprinters. Lo hacen muchas veces durante el partido y regatean bien. Los extremos proliferan. Esto ayuda a que se adapten al modelo holand¨¦s tradicional. De hecho, el sistema de Corea es un 3-4-3 convertible en un 3-3-1-2.
P. ?No le parece que los surcoreanos o los japoneses juegan siempre a la misma velocidad en todas las partes del campo?
R. Fue mi problema en las primeras semanas. Vuelan de izquierda a derecha. Permanentemente. Todos dejan su sitio. As¨ª que les ten¨ªa que decir que la parcela de cada uno deb¨ªa respetarse. Si no, los zurdos aparec¨ªan en la derecha. '?Usted me ha dicho que debo entregarme!', me dec¨ªan. Lo hac¨ªan m¨¢s por buena voluntad que por ego¨ªsmo. Pero ¨¦sa es la base del f¨²tbol total de Holanda en los setenta.
P. ?El budismo les anula el ego?
R. Son orgullosos. Son una naci¨®n que ha sufrido mucho en el pasado, sobre todo por la ocupaci¨®n de Jap¨®n, que dej¨® secuelas. Con Jap¨®n existe una rivalidad m¨¢s grande que la de Alemania con Holanda o la de Inglaterra con Escocia. ?Aqu¨ª hay odio!
P. ?Por qu¨¦ no puede Corea derrotar a Portugal? Estuvo a punto de empatar con Francia en el amistoso previo.
R. Desailly y Henry dijeron: 'Jol¨ªn, el a?o pasado les ganamos (5-0) sin correr'. Corea era un equipo t¨ªmido. Ahora han pensado que iban a jugar un partido de entrenamiento. Y yo les dije a mis jugadores: 'Vamos a atacar y a defender hacia el medio campo. Vamos a presionarlos'. Y Petit, Vieira, Zidane..., estaban enfadados. Y yo, encantado.
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