FBI: licencia para actuar sin restricciones
Estamos en guerra', dice el fiscal general (ministro de Justicia) John Ashcroft al justificar la ampliaci¨®n de poderes que acaba de conceder al FBI (Bur¨® Federal de Investigaci¨®n), en un cambio de prioridades pol¨ªticas que convierte la lucha antiterrorista en primer objetivo de un cuerpo policial creado y desarrollado para perseguir el delito ya perpetrado, no para prevenirlo. Las nuevas atribuciones, ya establecidas en otras latitudes y al alcance de cualquier detective privado en Estados Unidos, son consideradas abusivas en ambos extremos del espectro ideol¨®gico, que no olvidan los excesos en los que incurri¨® el FBI en los a?os sesenta, cuando hizo la guerra por su cuenta contra quienes luchaban por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam.
Margaret Ratner, del Centro de Derechos Constitucionales: 'El FBI va a espiar otra vez a organizaciones pol¨ªticas y religiosas. Esto es anticonstitucional'
El nuevo intervencionismo del FBI evoca el fantasma de los tiempos de Edgar Hoover, que lo dirigi¨® 48 a?os, y ha sido criticado por los grupos progresistas
Seg¨²n la agente Coleen Rowley, el FBI est¨¢ anquilosado y desmoralizado, pendiente del escalaf¨®n, temeroso del error y receloso de quien toma iniciativas
Con las directrices aprobadas por Ashcroft, el FBI puede acudir ahora a cualquier lugar (iglesia, mezquita o biblioteca) que sea de acceso p¨²blico, con lo que se pone fin a la limitaci¨®n de hacerlo s¨®lo en el curso de una investigaci¨®n. Los agentes pueden ir a recoger informaci¨®n sin que la operaci¨®n lo sea en el curso de una pesquisa oficial ya abierta. Es una limitaci¨®n que tambi¨¦n reg¨ªa para Internet, que queda abierta a la investigaci¨®n discrecional. Hasta la pasada semana, si un agente investigaba oficialmente sobre el ¨¢ntrax no pod¨ªa derivar hacia la viruela o a lugares de la Red en donde se ense?a a fabricar bombas.
Esta apertura autoriza tambi¨¦n a los agentes a efectuar pesquisas en bases de datos comerciales, frente a la anterior prohibici¨®n de archivar incluso recortes de peri¨®dicos. M¨¢s satisfactorio para los agentes es la autonom¨ªa que se concede a las 56 delegaciones territoriales para iniciar sus propias averiguaciones sin pedir permiso a Washington, donde adem¨¢s se crear¨¢ un centro de coordinaci¨®n para compartir toda la informaci¨®n disponible. Para Nancy Savage, presidenta de la asociaci¨®n de agentes, las nuevas directrices son 'uno de los cambios m¨¢s significativos que se han hecho' en la lucha antiterrorista en Estados Unidos. 'Es lo que los agentes de a pie estaban pidiendo a gritos'. Algunos lo han definido como cambio revolucionario en un ente regido de arriba abajo, en el que a la base se le negaba por definici¨®n el mejor criterio que se atribu¨ªa a la c¨²pula. Estos poderes se a?aden a los que la Ley Patriota USA, aprobada con urgencia tras el 11 de septiembre, ya hab¨ªa concedido al FBI, que exced¨ªan el marco en el que la Polic¨ªa Federal ven¨ªa operando desde 1976, ley que autoriza la detenci¨®n de extranjeros sospechosos, la realizaci¨®n de controles telef¨®nicos y de correo electr¨®nico o el registro de viviendas y oficinas sin comunicarlo a la persona investigada. La insatisfacci¨®n de Ashcroft con aquellas atribuciones conseguidas en octubre, que considera insuficientes para ejecutar eficazmente la nueva estrategia antiterrorista, le llev¨® la semana pasada a eliminar las restricciones impuestas tras los excesos perpetrados en los ¨²ltimos a?os de la direcci¨®n de Edgar Hoover, cuando las inquietudes callejeras por el racismo del sur y el intervencionismo militar en el sureste asi¨¢tico hicieron dignos del inter¨¦s del FBI lo mismo a Martin Luther King que a John Lennon. Por no hablar del espionaje y chantaje personal a pol¨ªticos de todo rango que convirtieron al padre del FBI moderno en intocable hasta su muerte en 1972, tras 48 a?os al frente del Bur¨®.
El nuevo intervencionismo del FBI evoca el fantasma de la Cointelpro (programa de contraespionaje) de Hoover y ha sido criticado por grupos de ideolog¨ªa progresista. Aunque tambi¨¦n congresistas republicanos, como James Sensenbrenner, creen que 'el Departamento de Justicia se ha excedido', y Chicago Tribune, un peri¨®dico de l¨ªnea editorial republicana, mantiene que las nuevas atribuciones no son necesarias porque ha quedado meridianamente claro que las pesquisas de los agentes sobre el terreno, con las viejas limitaciones, dieron con los cabos que otros fueron incapaces de atar. 'Al parecer, Ashcroft quiere que el FBI vuelva a espiar a organizaciones pol¨ªticas y religiosas', dice Margaret Ratner, del Centro de Derechos Constitucionales. 'Eso es anticonstitucional, y la historia nos ense?a que el FBI no se quedar¨¢ s¨®lo con la acumulaci¨®n pasiva de informaci¨®n. Nos tememos que vuelvan los tiempos de Cointelpro'.
La sacrosanta primera enmienda de la Constituci¨®n garantiza la libertad de expresi¨®n, que los cr¨ªticos ven socavada por el temor a que las palabras expresadas lleguen a o¨ªdos del FBI.
Arma poderosa
Ashcroft, que produce escalofr¨ªos a los progresistas, asegura que la nueva l¨ªnea no menoscaba la Constituci¨®n. 'No se va a hacer escuchas ilegales. Se va a escuchar las cosas que se dicen en p¨²blico. Cosas que est¨¢n en la Red'. Steven Lubet, un profesor de la Universidad de Northwestern, cree que las reformas no son en s¨ª anticonstitucionales, aunque suponen un arma poderosa. 'Ahora estamos en guerra', ha declarado Mary Jo White, una fiscal de Nueva York con experiencia en terrorismo y poco preocupada por el futuro de unos derechos que tanto inquieta al otro.
Con la seguridad p¨²blica como bandera, un Congreso inquieto con los puntos d¨¦biles que han mostrado la CIA y el FBI ha comenzado esta semana a analizar la cadena de desatinos que llevaron al letal fallo de seguridad del 11 de septiembre En la sala S-407 del Senado, limpia de escuchas electr¨®nicas, senadores y representantes de los comit¨¦s sobre espionaje empezaron a recibir el martes informaci¨®n elaborada por expertos a partir de m¨¢s de 100.000 folios y entrevistas con cientos de testigos conocedores de los servicios de seguridad a la luz de los sucesos de hace nueve meses. Es material ultrasecreto, transmitido en sesiones a puerta cerrada, en el que figurar¨¢n datos sobre las deficiencias del espionaje, la Polic¨ªa Federal y otras agencias implicadas en la lucha antiterrorista, en particular el servicio de inmigraci¨®n, primera barrera que debe salvar quien quiera entrar en el pa¨ªs.
Las investigaciones sobre el qu¨¦ y el porqu¨¦ de los tremendos fallos en la seguridad y c¨®mo evitar su repetici¨®n en el futuro van a durar semanas, con sesiones que tambi¨¦n ser¨¢n p¨²blicas. Se da por hecho que, adem¨¢s de los casos sabidos, habr¨¢ nuevas revelaciones sobre pistas desaprovechadas. Los optimistas comentan que al menos se sabe que los servicios de seguridad no estaban tan a ciegas sobre la amenaza terrorista como en un principio se cre¨ªa y que con la debida diligencia ser¨¢ m¨¢s factible evitar situaciones de indefensi¨®n semejantes.
Lo que hasta ahora ha trascendido es que exist¨ªa un caos en las comunicaciones entre los servicios, una desconfianza mutua y, dentro de las propias agencias, una asfixiante burocracia, desmoralizaci¨®n y miedo al fracaso que degeneraron en una tensi¨®n paralizadora que deja abierta la posibilidad a que contribuyera, por omisi¨®n, al mayor ataque terrorista sufrido por Estados Unidos en toda su historia.
'No puedo decir con certeza que no existiera la posibilidad de haber encontrado alguna pista que nos hubiera llevado a los secuestradores', ha reconocido en un extraordinario mea culpa el director del FBI, Robert Mueller, al presentar los cambios en los m¨¦todos de trabajo de su agencia para responder a la prioridad antiterrorista. El FBI de la leyenda pod¨ªa perseguir a Bonnie y Clyde, a Al Capone o a sus herederos en los umbrales del siglo XXI, pero no est¨¢ preparado para hacer frente al desaf¨ªo de Osama Bin Laden y similares. La Polic¨ªa Federal tiene unos h¨¢bitos de trabajo tan arraigados que hay quienes se preguntan si es posible reformarlos o ser¨ªa m¨¢s pertinente empezar desde cero.
El FBI nunca podr¨¢ ser tan competente evitando delitos como persigui¨¦ndolos, dicen. Dado que por imperativo legal la CIA no puede actuar (espiar) en Estados Unidos y que la Polic¨ªa Federal es el ¨²nico cuerpo con plantilla (m¨¢s de 11.000 agentes apoyados por otras 15.000 personas) y recursos suficientes (4.300 millones de d¨®lares en el pr¨®ximo presupuesto) para la lucha antiterrorista, no hay alternativa visible al FBI, al que Ashcroft y Mueller quieren convertir en un Bur¨® Federal de Prevenci¨®n.
El escalaf¨®n
El paso del tiempo y un demoledor memorial de agravios dirigido por la agente Coleen Rowley a Mueller, con copia a dos congresistas, ha descubierto a un FBI anquilosado, burocratizado y desmoralizado, m¨¢s pendiente del escalaf¨®n que de la investigaci¨®n, temeroso del error y receloso de quien toma iniciativas. Rowley, una veterana de la delegaci¨®n del FBI en Minnesota, ha tomado el caso Mussaui como ejemplo de todo lo que no funciona en el Bur¨®. La agente ha revelado c¨®mo la central de Washington paraliz¨® la investigaci¨®n a Zacar¨ªas Mussaui que reclamaba su oficina, y cuyo plan de recibir clases de vuelo para pilotar un jumbo extra?¨® a sus instructores el pasado mes de agosto. Alertada la polic¨ªa, el estudiante fue detenido por el FBI debido a un problema con el visado. Pesquisas adicionales con las autoridades francesas, pa¨ªs de origen de Mussaui, alertaron sobre su vinculaci¨®n a grupos extremistas isl¨¢micos y acicatearon en Rowley la necesidad de investigarle en profundidad. La agente pidi¨® permiso a la central para registrar el ordenador port¨¢til y otras pertenencias del sospechoso. Tras escuchar repetidas objeciones y aguantar dilaciones, la agente recibi¨® una negativa basada en el principio de que el detenido no hab¨ªa incurrido en conducta delictiva ni sospechosa. La central aplicaba a rajatabla las limitaciones operativas vigentes. Mussaui fue detenido en firme tras el 11 de septiembre, y en diciembre, procesado como el vig¨¦simo secuestrador, tras encontrarse en su ordenador datos sobre un compa?ero de Mohamed Atta, el l¨ªder del comando de 19 hombres que secuestr¨® los aviones para convertirlos en misiles. 'Pod¨ªamos haber tenido suerte y descubierto antes del 11 de septiembre a uno o dos m¨¢s de los terroristas en escuelas de vuelo', escribi¨® Rowley en la carta que ha publicado la revista Time y sobre la que dio explicaciones en su comparecencia del jueves ante los congresistas.
No todos en el FBI creen que Mussaui formara parte de aquel grupo, y hay quienes lo relacionan con otra posible operaci¨®n cuyos integrantes no han sido detenidos, pero para Rowley el episodio ejemplifica todo lo que no funciona en el FBI. Ella redact¨® 13 folios de apretado texto tras saberse que otra alerta enviada desde la delegaci¨®n de Phoenix (Arizona) no fue escuchada por los bur¨®cratas del edificio Hoover en Washington. El agente Kenneth Williams comunic¨® en julio a la central que un sexto sentido le dec¨ªa que presuntos miembros de Al Qaeda estaban recibiendo instrucci¨®n como pilotos en diversos lugares de Estados Unidos. La comunicaci¨®n fue archivada sin m¨¢s. De modo que cuando Mueller compareci¨® en conferencia de prensa tras los ataques de Nueva York y Washington asegur¨® que el FBI no ten¨ªa conocimiento de estudiantes sospechosos en escuelas de vuelo. Al poco fue informado de las archivadas sospechas de Phoenix. Hasta hace un mes no reconoci¨® Mueller que s¨ª hubo alertas y s¨®lo hace unos d¨ªas dijo haber sido mal o nada informado. 'Los mandos del FBI est¨¢n llenos de personas que fracasaron como agentes sobre el terreno', se?ala Rowley, un grav¨ªsimo problema en una organizaci¨®n tan centralizada como el Bur¨®, donde a lo largo de los a?os se ha implantado un r¨¦gimen de pavor ante el fracaso, que se castiga con el fin de la carrera.
Los archivos del FBI son tan r¨ªgidos e impenetrables que Mueller recurre ocasionalmente a los de la CIA cuando no puede obtener en casa lo que necesita. Es una colaboraci¨®n en la c¨²spide que no tiene su reflejo en el resto del cuerpo de ambas agencias. El FBI no pas¨® a la CIA el informe con las sospechas de su agente en Arizona hasta que ¨¦sta no se enter¨® de su existencia por los peri¨®dicos. Y la pasada semana, la revista Newsweek revel¨® que la CIA no comunic¨® a tiempo al FBI ni a otras agencias la presencia en Estados Unidos de dos presuntos sospechosos que luego participaron en los ataques del 11 de septiembre. Rowley recibi¨® un rapapolvo cuando la central se enter¨® de que hab¨ªa pedido ayuda a la CIA en sus investigaciones sobre el caso Mussaui.
En la pasada d¨¦cada, el FBI ampli¨® su presencia en el extranjero desde las 22 antenas iniciales hasta 44. La expansi¨®n en el ¨¢mbito propio de la CIA produjo choques entre polic¨ªas y esp¨ªas sobre la coordinaci¨®n de misiones y hasta el reparto f¨ªsico de despachos que llevaron a convocar una reuni¨®n especial en Roma en 1996 para ventilar diferencias. Nada de extra?o, pues, que el propio presidente Bush manifestara esta misma semana que est¨¢ claro que la CIA y el FBI 'no se comunicaban debidamente' antes del fat¨ªdico 11-S.
Mueller, un antiguo fiscal de San Francisco con pasado castrense, lleg¨® al FBI unos d¨ªas antes del 11 de septiembre con el encargo de su jefe Ashcroft de reformar el cuerpo policial. Cuando estren¨® despacho, Mueller se encontr¨® con un informe secreto preparado meses antes para el director del Bur¨® que daba cuenta de las amenazas que pod¨ªan llegar de Oriente Pr¨®ximo.
Nadie se atreve a asegurar que el seguimiento de las pistas descubiertas en Minnesota o Arizona hubiera llevado a los planes de Atta y compa?¨ªa, pero existe la duda de si con un mayor dinamismo policial se habr¨ªa obligado al menos a trastocar los planes de los terroristas. Algunos congresistas han sugerido la creaci¨®n de un sistema m¨¢s fiable de coordinaci¨®n que haga imposible la p¨¦rdida de la informaci¨®n recibida, porque la informaci¨®n recibida y no debidamente procesada es informaci¨®n nula.
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