F¨²tbol-naci¨®n
Mundial 2002. Efervescencia internacional que esta competici¨®n, cada cuatro a?os, adereza con el temible ingrediente nacionalista calentando las calderas.
La identificaci¨®n de los ciudadanos con su selecci¨®n va mucho mas all¨¢ de la que en cada liga muestra el hincha hacia su equipo favorito.
Todas estas cosas deben estar muy estudiadas por distintas ramas de la Psicolog¨ªa y la Sociolog¨ªa, pero aqu¨ª no estamos para triscar por vericuetos cient¨ªficos, sino para hacer saber a los lectores que, con esa pantalla de fondo, la cr¨®nica que John Carlin firm¨® desde Sapporo (Jap¨®n) el pasado d¨ªa 5 sobre el partido Italia-Ecuador ha levantado un maremoto de protestas entre lectores ecuatorianos.
La numerosa presencia de ecuatorianos en nuestro pa¨ªs e Internet han contribuido a que, tanto el Defensor como la secci¨®n de Deportes del peri¨®dico hayan recibido un centenar largo de cartas de tono muy distinto, pero todas con el mismo fondo: entienden que la cr¨®nica era ofensiva y humillante, no para la selecci¨®n ecuatoriana, sino para Ecuador y para sus ciudadanos.
As¨ª se ha planteado el binomio f¨²tbol-naci¨®n, o f¨²tbol-honor nacional, o como quiera que se denomine a la cuesti¨®n.
Las frases m¨¢s citadas y que han producido la irritaci¨®n de los lectores fueron ¨¦stas: '?Qu¨¦ hac¨ªan esos jugadores [los ecuatorianos] en el mismo campo, en la misma competici¨®n que una selecci¨®n italiana con gente de la talla de Totti, Festa y Maldini...?'. 'Lo m¨¢s extraordinario del caso es c¨®mo Ecuador qued¨® segunda, tras Argentina y por delante de Brasil, en el grupo suramericano de clasificaci¨®n para el Mundial. Obliga a repensar la ortodoxia seg¨²n la cual se juega al f¨²tbol mejor en Am¨¦rica Latina que en ?frica. O, al menos, a matizarla'.
Carlin ha enviado una nota desde Jap¨®n en la que dice: 'Lamento haber herido la sensibilidad de muchos ecuatorianos con mi cr¨®nica del partido de f¨²tbol entre su selecci¨®n y la italiana. Con las licencias propias de este g¨¦nero period¨ªstico, s¨®lo trat¨¦ de reflejar en ella la superioridad de un equipo sobre otro. Y, en todo caso, mis comentarios ¨²nicamente se refer¨ªan a lo ocurrido dentro del campo y a sus protagonistas, nunca a sus aficionados, y menos a un pa¨ªs entero'.
El Defensor est¨¢ convencido de esa intenci¨®n y poco puede decir ante la dureza de una cr¨ªtica, sea de f¨²tbol o de cualquier otra manifestaci¨®n, deportiva o art¨ªstica. Se incluyen muchas veces expresiones muy ¨¢cidas para censurar una actuaci¨®n.Por supuesto que nunca deben ser injuriosas, y lo ¨²nico razonable en esto del f¨²tbol entre selecciones nacionales es apelar a la mesura.
En los estadios suenan los himnos nacionales, flamean las banderas; todo va un poco -o un mucho- m¨¢s all¨¢ del simple partido. Un cierto freno ante esa realidad puede evitar sensaciones no queridas, pero, al parecer, y por ahora, inevitables.
Y sigue el Mundial dando que hablar a los lectores, pero con algo muy distinto: el martes d¨ªa 4, en la secci¨®n de Deportes, se public¨® una informaci¨®n con el t¨ªtulo 'Los horarios y las transmisiones de pago reducen la audiencia'.
Piratear
All¨ª se contaban los avatares que han de afrontar los telespectadores europeos y americanos para ver los partidos, dada la diferencia horaria con Jap¨®n y Corea, y se daba informaci¨®n sobre las l¨®gicas restricciones impuestas por los que ostentan la exclusiva de la retransmisi¨®n.
Se informaba tambi¨¦n de c¨®mo determinados espectadores, a trav¨¦s de determinado sat¨¦lite, pueden captar la se?al de algunas televisiones europeas que retransmiten el Mundial.
Hasta aqu¨ª nada que objetar, pero el ¨²ltimo p¨¢rrafo de la informaci¨®n estaba dedicado a contar 'un ¨²ltimo recurso' para contemplar los partidos: 'el del pirateo'.
Es cierto que esa posibilidad se apuntaba s¨®lo para un n¨²mero de usuarios muy restringido, con un determinado abono, pero el problema no es de n¨²mero, sino de fondo.
Luis Rueda, Juan Alberto Parreira y Santiago Navajas se han dirigido al Defensor para transmitir su protesta, en tono muy en¨¦rgico, por lo que consideran un atropello a la legalidad.
Los tres hacen referencia al hecho de que la empresa editora de este peri¨®dico tenga intereses en Canal Sat¨¦lite Digital, que no emite el Mundial, y apuntan, m¨¢s o menos expl¨ªcitamente, a formas de competencia desleal.
No hay tal prop¨®sito. Lo asegura la direcci¨®n del peri¨®dico, que es la primera en deplorar abiertamente que el malhadado p¨¢rrafo pudiese colarse sin control final.
Pero es que, adem¨¢s, este peri¨®dico, como no pod¨ªa ser de otra forma, est¨¢ contra cualquier forma de pirater¨ªa, inform¨¢tica o audiovisual, y las ha denunciado en muchas informaciones.
Rosario Garc¨ªa G¨®mez y Carlos Arribas, autores del texto, han asegurado al Defensor: 'Es evidente que estamos en contra de la pirater¨ªa. Nuestro objetivo era denunciar una situaci¨®n il¨ªcita y nunca alentar pr¨¢cticas ilegales. Tampoco tuvimos en cuenta que las nuevas tarjetas de los descodificadores son inviolables y no se pueden manipular. Una vez publicado, nos dimos cuenta de que, m¨¢s que una denuncia, la informaci¨®n pod¨ªa inducir a ver la televisi¨®n de una forma delictiva. Un error que lamentamos'.
Delito es, tipificado en el C¨®digo Penal, el uso fraudulento de se?ales de televisi¨®n codificadas, y s¨®lo cabe pedir disculpas por haber incluido aquel p¨¢rrafo, escrito en tono ir¨®nico, en el que se dec¨ªa, expresamente, que el m¨¦todo que se comentaba 'est¨¢ prohibido', pero que, finalmente, lleg¨® a los lectores.
Nunca debi¨® ocurrir.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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