Llueven piedras sobre Trist¨¢n
Ni en sus momentos m¨¢s felices puede resistir nuestro f¨²tbol la tentaci¨®n de prender la pira de los sacrificios para disfrutar del espect¨¢culo de un ¨ªdolo abrasado. En la interminable historia de los fracasos de la selecci¨®n siempre hubo un chivo expiatorio que ofrecer a las llamas inquisitoriales, desde Arkonada en el Mundial de Espa?a 82 hasta Molina en la Eurocopa de B¨¦lgica y Holanda 2000. Y en esta at¨ªpica ocasi¨®n, en la que Espa?a ha abandonado su papel de eterno agon¨ªas y disfruta de un ins¨®lito bienestar, tampoco ha faltado una v¨ªctima para la hoguera. Mientras la felicidad espa?ola compite con el brillo del sol naciente, el fuego purificador devora a Trist¨¢n, la ¨²nica m¨¢cula de decepci¨®n en medio de la dicha.
Una Copa del Mundo es como una tormenta s¨²bita que invierte en un instante la percepci¨®n de todas las cosas. Pocos futbolistas llegaron a Corea del Sur tan desacreditados como Morientes, al que se responsabilizaba de gran parte de los males del Madrid. Como contraposici¨®n estaba Trist¨¢n, magia pura en cada regate y cada disparo, punta de lanza del tridente destinado a invertir el amargo destino hist¨®rico de Espa?a. Diez d¨ªas despu¨¦s, Morientes es el mes¨ªas nacional y de Trist¨¢n ya se dice que el campeonato le viene grande.
Dos partidos han bastado para condenar a ¨¦se al que antes se presentaba como un cruce andaluz entre Romario y Van Basten. Todo el mundo parec¨ªa embelesado con sus vaselinas y sus remates secos y traicioneros y hab¨ªa prisa por olvidar su condici¨®n de futbolista complejo y contradictorio. Si hubiesen preguntado a cualquiera de los entrenadores que le han dirigido o a los aficionados de su pueblo, entre los que a¨²n hoy su menci¨®n supone el inicio de una discordia, les habr¨ªan advertido de que disfrutarlo es un placer que requiere paciencia. Porque Trist¨¢n nunca se ilumina sin haber pasado antes una larga temporada en las tinieblas.
El Mundial es el reino de las prisas y, de momento, ha atropellado a Trist¨¢n. A nadie se le oculta que apunta muy alto y que sus ambiciones profesionales no se agotan en el Deportivo. Por eso hab¨ªa puesto tantas esperanzas en el escaparate de Corea: incluso se perdi¨® el ¨²ltimo partido de la Liga, ante el Madrid, para evitar que un peque?o golpe fuese a m¨¢s y comprometiese su presencia en la selecci¨®n.
Tanto suspirar por el Mundial para acabar eclipsado por Morientes y con un estiramiento en los abductores que no le permitir¨¢ volver hasta los cuartos de final si es que Espa?a llega tan lejos. Pero que nadie se precipite a lapidarlo: la experiencia indica que el mejor Trist¨¢n aparece cuando m¨¢s piedras le llueven.
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