Tampones de lujo
La negativa del Partido Popular a aceptar una reducci¨®n del impuesto sobre el valor a?adido (IVA) que soportan las compresas y los tampones ha dejado muy mal sabor de boca en muchas mujeres, incluidas votantes del partido del Gobierno. En estos momentos, tampones y compresas est¨¢n gravados con un IVA del 16%, el m¨¢ximo de los tres previstos en la normativa, que prev¨¦ un tipo del 4% para productos de primera necesidad como alimentos, libros y f¨¢rmacos, y otro intermedio del 7% para productos como transportes, flores o peajes de autopistas. El grupo parlamentario socialista hab¨ªa presentado una proposici¨®n no de ley en el Congreso para reducir el IVA de compresas y tampones al 4%, pero choc¨® con la negativa del PP, que adujo la necesidad de mantener el equilibrio presupuestario y el compromiso del Gobierno de alcanzar el d¨¦ficit cero.
A estas alturas, mantener que estos productos esenciales de la higiene femenina deben seguir siendo tratados impositivamente como cualquier producto no esencial parece un desprop¨®sito injusto y discriminatorio para el 52% de la poblaci¨®n; un anacronismo s¨®lo imaginable en el contexto de una mentalidad rancia que considera que las mujeres deben pagar un precio por su especificidad biol¨®gica. En este caso, un precio considerable. Si tenemos en cuenta que el gasto anual en compresas y tampones alcanza m¨¢s de 246 millones de euros, la carga impositiva indirecta que soportan las mujeres espa?olas supera los 40 millones de euros. No parece l¨®gico, por otra parte, que las mujeres hayan de pagar por estos productos de primera necesidad para ellas m¨¢s de lo que se paga por las flores.
Pero no s¨®lo el IVA de tampones y compresas deber¨ªa ser revisado. Tambi¨¦n el de los pa?ales para beb¨¦s. Ahora que las diferentes administraciones parecen haber despertado a la evidencia de que para incrementar la natalidad es preciso establecer ayudas a la maternidad, ¨¦sta es una cuesti¨®n a plantearse con toda seriedad. Reducir el IVA de los pa?ales ser¨ªa una ayuda econ¨®mica nada desde?able para muchas familias, habida cuenta del alto precio de estos productos, que nadie que haya tenido hijos se atrever¨ªa a no considerar tambi¨¦n de primera necesidad. Los tiempos cambian, afortunadamente. Pero algunas mentalidades pol¨ªticas parece que no tanto.
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