Escritor de lectores
Primera reacci¨®n al saber que le han dado el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes a Josep Maria Espin¨¤s: ?todav¨ªa no lo ten¨ªa? Y digo 'le han dado' porque ¨¦se es uno de esos premios que te caen del techo del Palau de la M¨²sica y que no vas buscando pegando codazos. M¨¢s vale tarde que nunca, pues, y me alegra que el jurado, al que a veces se suele acusar injustamente de pecados que no ha cometido, confirme su independencia con decisiones que honran a sus componentes y, en este caso, a una raza maltratada por los premios: los lectores. Espin¨¤s es un escritor de lectores, y eso tiene mucho m¨¦rito en un mundillo en el que, a veces, te pasas a?os buscando a alguien que haya le¨ªdo a multipremiados cuya calidad se discute tan poco que ni siquiera merece la pena leerlos. Un mundillo en el que vender libros y contar con un nutrido grupo de seguidores se considera pecado mortal.
Hablando de uno de estos ilustres no-le¨ªdos, un amigo m¨ªo me dec¨ªa, cuando ambos descubrimos que nunca hab¨ªamos hojeado uno de sus libros: 'Por algo ser¨¢'. Con el premio a Espin¨¤s ocurrir¨¢ justo lo contrario. Casi todo el mundo podr¨¢ opinar sobre ¨¦l, a favor y en contra; pero, esta vez, con conocimiento de causa, habiendo le¨ªdo sus cuentos (Un rac¨® de paraig¨¹es), sus novelas (Vermell i passa), sus libros de viaje, sus art¨ªculos, o habiendo visto sus programas de televisi¨®n. La prueba de que Espin¨¤s es le¨ªdo es que acaba de regresar de un viaje a pie por Andaluc¨ªa que constituir¨¢ la materia prima de uno de sus en¨¦simos cuentakil¨®metros que mantienen el inter¨¦s de sus seguidores. Y que, aprovechando este tiempo a?adido que le est¨¢ ganando a la vida (como cuenta en Temps afegit), sigue publicando diariamente un art¨ªculo en El Peri¨®dico, que hered¨® el privilegio de tenerle en su plantilla de colaboradores despu¨¦s de que el Avui actuara como el Bar?a con alguno de sus jugadores m¨¢s emblem¨¢ticos. Cuidado, sin embargo, con las etiquetas. Despu¨¦s del premio, va a caerle encima un alud de adjetivos, de esos que tan poco le gustan, y no faltar¨¢ quien, aprovechando estos fuegos de artificio, intente aguarle la fiesta con alg¨²n exabrupto. No creo que le afecte: estar¨¢ ocupado encendiendo una pipa, pensando alguna maldad, saboreando un medio whisky, recordando alguna conversaci¨®n con su admirado Joan Coromines y esperando a que le traigan un helado de chocolate.
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