Los socialistas franceses tocan a rebato para movilizar a sus votantes en la segunda vuelta
La alta abstenci¨®n de j¨®venes y parados contribuy¨® al aplastante triunfo de la derecha
El domingo pasado se produjo en Francia una verdadera 'abstenci¨®n pol¨ªtica' que provoc¨® el retroceso de la izquierda en la primera vuelta de las elecciones generales, resaltando as¨ª el ¨¦xito logrado por la Uni¨®n por la Mayor¨ªa Presidencial (UMP), el nuevo partido creado por Jacques Chirac. Se abstuvieron m¨¢s de 14,5 millones de personas, entre ellos la mayor¨ªa de los j¨®venes de 18 a 34 a?os y los parados, perjudicando principalmente a la izquierda, cuyos jefes tocan a rebato para buscar votantes de aqu¨ª al domingo y apuntalar as¨ª a los candidatos en riesgo de quedarse en la cuneta.
Queda ya muy lejos el 21 de abril, en que Chirac obtuvo el peor resultado de un presidente en ejercicio durante la primera vuelta de unas elecciones presidenciales (19,9% de los votos) y el l¨ªder de la extrema derecha sobrepas¨® en votos al candidato socialista. Los franceses votaron ese d¨ªa 'con las tripas', dejando ver los malestares que anidan en la sociedad y sacando a la superficie la gran cantidad de extremistas que se mezclan entre un pueblo aparentemente rico y culto. Pero ante la confusi¨®n provocada, el cuerpo electoral prefiri¨®, el domingo pasado, organizar 'con la cabeza' una salida pragm¨¢tica: que gobiernen Chirac y su equipo. Y ya se ver¨¢.
A esa actitud ha contribuido el enorme n¨²mero de ausencias en las urnas. Los m¨¢s de 14 millones de personas que dejaron de votar superan en casi dos millones a los abstencionistas de las legislativas de 1997, una diferencia que no se explica s¨®lo por el mero crecimiento del censo (un mill¨®n de inscritos m¨¢s). De nuevo, la juventud ha vuelto a abstenerse: seis j¨®venes de cada 10, en la franja de los 18 a 24 a?os, pasaron de los colegios electorales, frente a s¨®lo dos de cada 10 entre los de m¨¢s de 70 a?os, seg¨²n un sondeo que publicar¨¢ hoy Le Figaro.
Un 50% de los mayores de 70 a?os votan por la derecha chiraquista, contra un 23% de los de menos de 24 a?os. Ninguna sorpresa social: los hogares acomodados y la Francia rural respaldan masivamente a los conservadores, mientras los socialistas se instalan entre los m¨¢s j¨®venes (de entre los que votan), las profesiones liberales y los asalariados del sector p¨²blico, con Par¨ªs como gran basti¨®n a la sombra de su alcalde, Bertrand Delano?. El Frente Nacional, de Jean-Marie Le Pen, consigue sus mejores resultados entre empleados, parados (el 30% vot¨® a la ultraderecha) y entre los hogares de ingresos modestos, pero retrocede en sus feudos de la Costa Azul y en los terrenos reci¨¦n conquistados de Alsacia y Lorena.
Los 8,5 millones de personas que votaron por la UMP suponen casi tanto como la suma de todas las derechas en 1997. Sin duda se trata de un gran ¨¦xito para el instrumento pol¨ªtico con el que Chirac pretende unificar a todos los conservadores y centristas. Pero el efecto creado por esa concentraci¨®n de votos se amplifica por los 14 millones de abstencionistas, en realidad el partido m¨¢s importante de Francia, cuya fuerza num¨¦rica casi duplica la del chiraquismo victorioso.
Faltos de reservas de votos en la izquierda -el Partido Comunista se encuentra en situaci¨®n ag¨®nica y Los Verdes se han parado-, los jefes socialistas intentan movilizar al partido de los abstencionistas en la segunda vuelta. 'La UMP va a acumular todos los poderes', les advierte Laurent Fabius, que enumera: 'No hay una democracia en el mundo donde un mismo partido concentre la jefatura del Estado, el Gobierno, la Asamblea, el Senado, consejos territoriales, la mayor¨ªa del poder econ¨®mico, la mayor¨ªa del poder medi¨¢tico'. Y el primer secretario del Partido Socialista, Fran?ois Hollande, toca a rebato: 'El domingo pr¨®ximo tenemos la ocasi¨®n de evitar un peligro demasiado grave para nuestra democracia'.
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