Un mandato internacional para Palestina
El proceso de paz deber¨ªa avanzar, seg¨²n el autor, con reformas aut¨¦nticas para democratizar la Autoridad Palestina y con el fin de la ocupaci¨®n israel¨ª.
La insistencia de Israel, y de hecho de la comunidad internacional, en que se deben llevar a cabo profundas reformas institucionales en la Autoridad Palestina es comprensible y leg¨ªtima. Pero igualmente razonable es la respuesta palestina de que las reformas y las elecciones libres son imposibles 'mientras dure la ocupaci¨®n'. Las reformas y el fin de la ocupaci¨®n est¨¢n inherentemente entremezcladas.
?sta deber¨ªa ser la esencia del proceso de paz a partir de ahora. La transici¨®n desde la an¨¢rquica y corrupta Autoridad Palestina a un sistema ordenado y transparente tiene que ir acompa?ada de medidas claras que conduzcan a un acuerdo definitivo entre Israel y los palestinos. La comunidad internacional debe incluir en el mismo paquete la independencia y las reformas democr¨¢ticas de Palestina.
Hay que establecer un mandato internacional en los territorios palestinos que ayude a la transici¨®n
Para Ariel Sharon, la petici¨®n de reformas es un c¨®modo pretexto para evitar tomar decisiones dr¨¢sticas respecto a la retirada y el desmantelamiento de los asentamientos, decisiones a las que su imposible coalici¨®n no puede sobrevivir. El gobierno de unidad nacional de Israel puede hacer la guerra -en el caso del escudo defensivo, la guerra ha estado abrumadoramente respaldada por la naci¨®n, que la consideraba una guerra justa- pero se desintegrar¨¢ ante la paz.
Pero tambi¨¦n es cierto que la 'ocupaci¨®n' ha sido todo el tiempo una coartada y una excusa para que Arafat y su s¨¦quito no emprendiesen reformas. A pesar de la extendida preocupaci¨®n internacional -expresada principalmente por los pa¨ªses donantes- por la corrupci¨®n, la falta de transparencia y los m¨¦todos dictatoriales del r¨¦gimen de Arafat, la Autoridad Palestina se ha opuesto de plano a cualquier presi¨®n a favor de un cambio.
Est¨¢ claro que la intifada, con todos los desastres que le produjo al pueblo palestino, fue animada por Arafat no s¨®lo como forma de presionar a Israel para que pusiese fin a la ocupaci¨®n, sino tambi¨¦n como medio para esquivar las peticiones populares de reforma y sortear la frustraci¨®n de las masas por el mal funcionamiento de la Autoridad Palestina pr¨¢cticamente en todas las esferas de la vida.
Nada se adapta mejor al perfil de Arafat como l¨ªder que su tendencia a huir de las decisiones dif¨ªciles arrop¨¢ndose en la comodidad del papel de v¨ªctima desvalida que le ha asegurado la intifada. Ha sido y sigue siendo un aut¨®crata temeroso de tomar decisiones y desesperadamente enamorado del destructivo surcar de las olas de la martirolog¨ªa palestina, incapaz de ponerle fin o, m¨¢s triste a¨²n, sin ninguna voluntad de hacerlo. Dejado a su suerte, el movimiento nacional palestino ha demostrado claramente ser incapaz de enfrentarse a las duras decisiones de la paz. Prefer¨ªa la unidad de los tiempos de guerra y la intifada a las inevitables divisiones y escisiones de los tiempos de paz.
Una de las principales falacias de los acuerdos de Oslo radica precisamente en que no conten¨ªan mecanismos vinculantes que condujesen al pueblo palestino de una situaci¨®n de lucha revolucionaria a un Estado ordenado y democr¨¢tico. Una pol¨ªtica palestina ordenada es crucial si quiere cumplir con los requisitos elementales de seguridad planteados por Israel. Pero la Autoridad Palestina no s¨®lo es corrupta e ineficaz, sino que tambi¨¦n se ha convertido en el paraguas, o el camuflaje, de una pl¨¦tora de organismos de seguridad, milicias armadas, bandas terroristas y fundamentalistas isl¨¢micos empe?ados en destruir cualquier oportunidad de paz y estabilidad.
Claramente, el sistema palestino no se puede reformar desde dentro. Cualquier 'reforma' hecha mientras Arafat est¨¦ al mando, y mientras no haya un plano vinculante para la paz y para el fin de la ocupaci¨®n, ser¨¢ cosm¨¦tica. Sharon considera la dimisi¨®n de Arafat como el primer paso para la reforma y una condici¨®n previa para la reactivaci¨®n del proceso de paz. Pero los palestinos no acceder¨¢n a sacrificar y traicionar a su l¨ªder mitol¨®gico. Sin embargo, lo que las reformas y la paz tendr¨¢n finalmente que conseguir es que Arafat acabe perdiendo relevancia. No es 'Arafat primero', sino 'Arafat lo ¨²ltimo'.
La ¨²nica forma de salir del punto muerto es establecer un mandato internacional en los territorios palestinos que ayude a la Autoridad Palestina en su transici¨®n hacia la independencia democr¨¢tica, unas elecciones verdaderamente libres, el orden econ¨®mico y un sistema de seguridad vertebrado. Este mandato deber¨ªa actuar siguiendo las l¨ªneas del mandato internacional que ha concluido con ¨¦xito estos d¨ªas en Timor Oriental con la declaraci¨®n de la independencia de la provincia.
Para instaurar dicho mandato es necesario acordar un marco estricto que conduzca a la paz basado en la retirada, el desmantelamiento de los asentamientos y una soluci¨®n pr¨¢ctica al problema de los refugiados que no implique su 'retorno' al Estado de Israel. Los Par¨¢metros de Paz establecidos por Clinton ofrecen el conjunto de principios m¨¢s avanzado sobre el que elaborar un compromiso razonable con una legitimidad internacional abrumadora.
La funci¨®n del mandato internacional no s¨®lo ser¨¢ supervisar la reforma del sistema palestino, sino tambi¨¦n facilitar y controlar la evacuaci¨®n de los territorios, el desmantelamiento de los asentamientos, el reasentamiento de los refugiados en el Estado palestino y otras cuestiones vitales para la consolidaci¨®n de la paz.
La conferencia internacional de paz que Estados Unidos est¨¢ intentando reunir ahora tiene que estar basada en una clara plataforma de paz si pretende poner una luz al final de este t¨²nel palestino-israel¨ª tan desesperadamente oscuro.
Once a?os despu¨¦s de que la Conferencia de Paz de Madrid iniciase el proceso de paz en Oriente Medio, no se puede convocar a las partes para que se saquen fotos o para pronunciar discursos sobre los 'visiones de paz', por muy atrevidas o prometedoras que ¨¦stas puedan parecer. Esta tierra de profetas ha 'padecido' siempre de un exceso de visiones y una escasez de mecanismos y condiciones para su puesta en pr¨¢ctica. En este proceso de paz se han inventado ya todas las ruedas. Lo que la comunidad internacional, dirigida por Estados Unidos, tiene que hacer ahora es ponerlas a funcionar, y para ello necesita convencer y guiar a las partes para que acepten lo inevitable
Shlomo Ben Ami es ex ministro de Exteriores de Israel.
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