Im¨¢genes
Si es verdad que nuestra vida va muy r¨¢pida, tambi¨¦n lo es que m¨¢s deprisa aun corren las im¨¢genes en la televisi¨®n; y si requiere un esfuerzo el parar un rato para tomar distancia en la carrera de nuestro quehacer diario, frente a la tele es ya imposible.
Esa debe ser una de las cualidades m¨¢s productivas de la peque?a pantalla: que se nos quedan grabados los mensajes crudos, sin pasar por la cocina de nuestra reflexi¨®n. Quiz¨¢ no se puedan llamar subliminales porque son bien evidentes, claros como el agua, pero el efecto es el mismo. Tan acomodados estamos a que nos lo den todo cocido y masticado que ya no sabemos la velocidad y lo elemental que necesitar¨ªamos que fueran para poder reaccionar con sentido cr¨ªtico.
De todos modos, m¨¢s vale tarde que nunca, y como esta semana he tenido ocasi¨®n de participar en una discusi¨®n sobre este tema, me parece oportuno comentar las opiniones que se debatieron a prop¨®sito de algunas im¨¢genes que venimos viendo desde hace tiempo en la pantalla y que registramos con la mayor naturalidad, como quien ve llover.
La m¨¢s reciente es la de una bailarina a quien un futbolista le corta de repente la concentraci¨®n art¨ªstica haci¨¦ndole saber que no es tiempo de baile sino de f¨²tbol, advertencia que enfatiza con una patada. ?Debemos deducir que el f¨²tbol est¨¢ por encima del arte o que los hombres le deben dar patadas a las mujeres? O contradice el significado que tenemos asimilado sobre la palabra cultura, o la intenci¨®n de eliminar todo tipo de violencia y el maltrato de g¨¦nero, o ambas cosas a la vez.
Algo parecido ocurre con la moda que se cultiva estos ¨²ltimos tiempos de exhibir el cuerpo escult¨®rico femenino m¨¢s frecuentemente que antes, no s¨®lo en los anuncios sino a toda hora y en cualquier lugar. Una cr¨ªtica que no est¨¢ s¨®lo basada en la envidia de quien ya poco tiene para exhibir, sino tambi¨¦n en que, teniendo en cuenta que la propaganda de la moda sigue su propio curso, que todos reconocemos las virtudes de la juventud y que no creo que se pretenda propagar la cirug¨ªa pl¨¢stica, da lugar a sospechas de alguna otra intenci¨®n oscura. Por lo menos hay que reconocer que da que pensar.
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