El argumento de la obra
El traslado a Estados Unidos -a Nueva York concretamente, ciudad en la que residi¨® hasta su definitivo regreso a Europa a comienzos de los setenta, poco antes de su muerte- supuso un cambio considerable en la poes¨ªa de W. H. Auden, el poeta ingl¨¦s -despu¨¦s de T. S. Eliot- m¨¢s conocido entre nosotros por el enorme influjo que ejerci¨® sobre Gabriel Ferrater y Jaime Gil de Biedma, quienes divulgaron -en catal¨¢n y castellano, respectivamente- sus excelencias y al que se acercaron contagi¨¢ndose de su desenvoltura, su sentido del humor, su iron¨ªa y esa mezcla de gravedad y toque ligero tan definitorias de la poes¨ªa del poeta ingl¨¦s. Un exponente de ese cambio mencionado arriba es este El mar y el espejo (1944), un largo poema que coincide con otros de parecido tama?o escritos por esos mismos turbulentos a?os (II Guerra Mundial, no se olvide): Carta de A?o Nuevo (1941), Por el momento (1944) y Tiempo de ansiedad (1947). El Auden virtuoso de sus primeros libros, entreverado de ecl¨¦cticas corrientes -hermetismo, izquierdismo, velado autoan¨¢lisis freudiano-, superdotado para la m¨¦trica y el ingenio, deja paso a una poes¨ªa m¨¢s confesional -m¨¢s referida a vivencias propias no disimuladas- y m¨¢s reflexiva o filos¨®fica, pero sin abandonar su vieja y antigua querencia por el virtuosismo verbal, y, sobre todo, por la aludida mezcla de gravedad y toque ligero, para m¨ª el verdadero signo distintivo del estilo Auden.
EL MAR Y EL ESPEJO
Wystam Hugh Auden Traducci¨®n de A. Fern¨¢ndez Lara Bartleby. Madrid, 2002 102 paginas. 10, 22 euros
El espejo y el mar se acopla a los personajes y sucesos de La tempestad, de Shakespeare, un drama probablemente escrito en 1611 y que sedujo -antes que a Auden- a Milton, Shelley o Browning, todos ellos escritores de piezas inspiradas en su modelo (incluso Mozart lleg¨® a componer una ¨®pera inconclusa basada en los infortunios de Pr¨®spero y Miranda). La operaci¨®n de Auden se divide en dos partes netamente diferenciadas: en la primera, diversos personajes de la citada obra -Pr¨®spero (el rey de Mil¨¢n destronado), Antonio (su hermano usurpador), Miranda (la hija de Pr¨®spero), Alonso (rey de N¨¢poles), Fernando (novio de Miranda, hijo de Alonso), Gonzalo (el consejero honrado)- hablan en sendos mon¨®logos que hacen referencia -aunque sea sutilmente- a su papel en la obra. En la segunda, Calib¨¢n -el deforme y malvado hijo de la bruja Sycorax- reflexiona en un largo mon¨®logo en prosa (las anteriores intervenciones mezclan metros y ritmos, muy a la manera virtuosa audeniana, habilidad sobre la que corren las an¨¦cdotas m¨¢s graciosas).
En la primera parte, una ant¨ªtesis se impone: la que enfrenta el amor de Miranda y Sebasti¨¢n (radiante lirismo) al m¨¢s bien c¨ªnico, desolado y ¨¢spero mundo que nos presentan el resto de personajes. En la segunda parte, una teor¨ªa del teatro y de la poes¨ªa se despliega en boca del monstruo Calib¨¢n, operaci¨®n ir¨®nica que se acoge a una prosa que, ciertamente -lo recuerda la cr¨ªtica angloamericana-, hace pensar en el ¨²ltimo gran Henry James (el de Las alas de la paloma, ojo al parche). Rico y complejo, teatral y narrativo, l¨ªrico y reflexivo, brillante y tornasolado, caleidosc¨®pico y multiangular (buena traducci¨®n), la teor¨ªa po¨¦tica que propone Calib¨¢n (Auden) no deja de ser una confirmaci¨®n de que la poes¨ªa nos ilusiona porque la vida siempre fracasa. El teatro es un espejo que refleja el mar (la vida) y gracias a ¨¦l -a su composici¨®n, a su orden, a su capacidad de entretener y ense?ar (vivo horacianismo)- quienes navegan soportan menos tr¨¢gicamente sus irrevocables naufragios. En ¨¦l -en ese mar- todas las naves naufragan; en el espejo, al menos, una ilusi¨®n sobrevive: el tiempo no corroe y la 'Vida se convierte en Luz'. La luz art¨ªstica, el gran invento humano destinado a quitar hierro a la muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.