El adi¨®s de los 'hermanos morat¨®n'
Los daneses Tofting y Gravesen, bautizados as¨ª por su dureza, han formado la pareja de medio centros de moda en el torneo
Los dos tienen muy malas pulgas. Stig Tofting, el mayor, de 32 a?os, tiene diez cent¨ªmetros menos y un barril de cerveza bajo el ombligo. Su gemelo, Thomas Gravesen, es menos retac¨®n y tambi¨¦n se ha pasado la segadora por el cogote. Tofting tiene todo el cuerpo tatuado, est¨¢ enganchado al piercing y afiliado a la pandilla de los ?ngeles del Infierno en Aarhus, su localidad natal en Dinamarca. Gravesen tiene el cuerpo remendado, con un mapa de cicatrices por las veces que los rivales han vengado sus artes de bulldog. Tofting juega en el Bolton y Gravesen, en el Everton. Los ingleses ya les han bautizado: The Bruise Brothers (los hermanos moratones), en rima con el extravagante grupo musical y en consonancia con su inclinaci¨®n por pellizcar las tibias rivales. En el Mundial, estos dos medios daneses de corte sider¨²rgico, han sido la pareja de moda, como dos mascotas, hasta que ayer Inglaterra les devolvi¨® a casa.
Tofting est¨¢ curtido en mil batallas. La vida le ha dado m¨¢s de un navajazo. Hijo de clase baja, Stig perdi¨® pronto a sus padres, que fallecieron en un accidente. Se cri¨® con su abuela y como ?ngel del Infierno, el grupo de moteros radicales que adoran el cuero negro y las pintadas epid¨¦rmicas. Necesitado, Tofting trabaj¨® durante un tiempo como conductor de un cami¨®n con remolque. Entre carga y descarga jugaba con el AGF local, hasta que subi¨® al primer equipo y se baj¨® del trailer. Con su juego al l¨ªmite, su aspecto de hooligan y su aire de mast¨ªn, se convirti¨® en el ¨ªdolo, hasta que se pele¨® con su t¨¦cnico, Roald Poulsen.
La vida de Tofting ha sido un asalto tras otro. Con la bronca se fue al enemigo de toda la vida, al Odense (1993). En 1994 le reclam¨® el Hamburgo, tuvo otra gresca y se dio la vuelta al AGF en 1995. En junio del 97 tuvo otro arrebato, cruz¨® de acera y volvi¨® al Odense... Sali¨® con chispas en diciembre de ese mismo a?o, de nuevo hacia la Bundesliga, esta vez al Duisburgo, al que ya no pudo soportar en abril de 2000 y resucit¨® dos meses en el AGF, donde dio un portazo en junio para regresar al Hamburgo... durante ocho meses. Desde el pasado febrero est¨¢ en el Bolton ingl¨¦s, donde su t¨¦cnico, Sam Allardyce, le present¨® as¨ª en p¨²blico: 'Hemos fichado una maleta'. Pero en Bolton parece calmado. Tofting, duro, recio y algo pendenciero, est¨¢ hecho a la medida del f¨²tbol brit¨¢nico: por algo le apodan el cortac¨¦sped.
Tofting tambi¨¦n tiene sus principios al margen del f¨²tbol. El pasado a?o quiso abrir un caf¨¦ en su Aarhus natal y las autoridades le denegaron el permiso alegando sus inquietantes conexiones con los ?ngeles del Infierno. Para remediarlo el jugador baraj¨® presentarse a las elecciones municipales como independiente. No lo hizo, aunque prueba de su tir¨®n popular, el alcalde perdi¨® los votos y la primera medida de su sucesor fue entregar a Tofting la licencia.
Gravesen, el otro macizo medio centro dan¨¦s, tambi¨¦n es otro tipo de cuidado. No consta que sea un ?ngel del Infierno, pero sus compa?¨ªas hacen temblar igual: el pasado a?o hizo amistad con Mike Tyson, de gira por Dinamarca para enfrentarse al p¨²gil local Biran Nielsen. A Tyson le conmovi¨® la actitud de Gravesen en un partido ante Islandia clasificatorio para el Mundial y durante su estancia en el pa¨ªs escandinavo se pase¨® con la camiseta del hoy futbolista del Everton. Mucho menos que su amigo estadounidense, pero a Gravesen tambi¨¦n le ha traicionado su temperamento. Sus disputas con los t¨¦cnicos han sido constantes desde sus inicios en el Vejle dan¨¦s. Pas¨® un tiempo en el Hamburgo -fue reconocido como uno de los mejores extranjeros de la Bundesliga- y desde julio de 2000 reside en Liverpool, donde ya se ha enfrentado con el club, al que ha puesto de vuelta y media por su falta de ambici¨®n. Ahora su futuro en la Premier est¨¢ en duda. Tambi¨¦n porque, dados sus lazos pugil¨ªsticos, jam¨¢s tira la toalla y sus lesiones han sido habituales. Algunas espeluznantes. Como la que sufri¨® en agosto de 2001, cuando el jugador del Tottenham Mauricio Taricco le puso una plancha que le mand¨® al hospital una noche entera para que le cosieran 30 puntos en un pie.
A la vista de su rendimiento en el Mundial est¨¢ claro que donde m¨¢s a gusto se encuentran estos inconfundibles centrocampistas es con Dinamarca, donde han cumplido con su papel de hermanos moratones. O Dalton, como se prefiera.
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