Cuba entra en situaci¨®n l¨ªmite
Las secuelas del 11-S y la recesi¨®n mundial hunden a la isla caribe?a en su peor crisis desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn
La recesi¨®n econ¨®mica mundial y las secuelas del 11 de septiembre han arrastrado a Cuba a la peor crisis desde la desaparici¨®n del campo socialista. Una d¨¦cada despu¨¦s de aquel golpe, que provoc¨® una ca¨ªda del 35% del PIB y dej¨® a la isla sin el 85% de sus mercados y suministros, el Gobierno de Fidel Castro ha tenido que decretar severas medidas de ahorro de energ¨ªa en todas las empresas del pa¨ªs y adoptar dos medidas de ajuste -subir los precios de los productos en d¨®lares y cerrar la mitad de los centrales azucareras que existen en el pa¨ªs- de elevado impacto social.
La crisis actual se debe en gran medida a factores externos. Cuando todav¨ªa la isla no se hab¨ªa recuperado de la devastaci¨®n econ¨®mica provocada por la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los atentados terroristas del 11 de septiembre repercutieron directamente en la primera fuente de ingresos brutos de divisas de la isla: el turismo. Este sector aport¨® a la econom¨ªa nacional 2.000 millones de d¨®lares en el a?o 2000 y las perspectivas de crecimiento para el a?o pasado eran del 7%. El crecimiento se redujo finalmente al 1% y en los cuatro primeros meses de 2002 cay¨® un 15%.
Desde el golpe contra Ch¨¢vez, Cuba no ha recibido un solo barril de petr¨®leo venezolano
Productos como el jab¨®n y el aceite s¨®lo se encuentran en las tiendas de divisas
Otro efecto negativo del 11-S fue la subida de los precios del petr¨®leo, algo que ha golpeado especialmente al Gobierno de La Habana. En comprar crudo, Cuba gasta al a?o aproximadamente 1.000 millones de d¨®lares, cerca de la tercera parte de los recursos con que cuenta para importar. Para intentar compensar el gasto adicional, evaluado en varios cientos de millones de d¨®lares, el Gobierno cubano demand¨® a todas las f¨¢bricas y empresas estatales que redujesen el consumo de electricidad en un 10% y orden¨® tambi¨¦n implementar una pol¨ªtica de cero gastos y reducci¨®n dr¨¢stica de importaciones.
La crisis del petr¨®leo se vio agravada este a?o por un conflicto con la compa?¨ªa Petr¨®leos de Venezuela (Pedevesa), que por impagos y retrasos de Cuba le cort¨® el suministro de 53.000 barriles de crudo diarios -un tercio de su consumo- que eran adquiridos a precios preferenciales. El fallido golpe de Estado contra Hugo Ch¨¢vez complic¨® a¨²n m¨¢s la situaci¨®n: desde entonces La Habana no ha recibido un solo barril de petr¨®leo de la naci¨®n suramericana.
Los atentados contra las Torres Gemelas y la recesi¨®n econ¨®mica internacional no dejaron indemne otra importante fuente de recursos de la isla, las remesas de dinero que env¨ªan los cubano-americanos. Aunque no hay cifras fiables, por lo recaudado en las tiendas de divisas que existen en todo el territorio cubano, se calcula que esto representa entre 500 y 800 millones de d¨®lares -probablemente el ingreso neto m¨¢s importante del pa¨ªs-. En 2000, las tiendas de divisas vendieron productos por valor de 1.000 millones de d¨®lares. El ingreso de estos establecimientos cay¨® entre un 10% y un 20% el a?o pasado y, seg¨²n diversas fuentes, las remesas no superaron los 500 millones de d¨®lares.
La desaceleraci¨®n econ¨®mica mundial trajo a la isla m¨¢s disgustos al bajar abruptamente los precios de los productos que Cuba exporta, fundamentalmente el az¨²car y el n¨ªquel. En mayo de 2001 la tonelada de az¨²car se pagaba a 200 d¨®lares; en la actualidad, a 155. El resultado es que, habiendo producido m¨¢s az¨²car este a?o que el anterior, el ingreso ser¨¢ 120 millones de d¨®lares menor (de 561 millones pasar¨¢ a 441). Para m¨¢s desgracias, los destrozos causados en los cultivos de ca?a de az¨²car por el hurac¨¢n Michelle a finales del a?o pasado, hicieron que la isla dejase de producir 400.000 toneladas de dulce, otro escollo m¨¢s para la primera industria del pa¨ªs, ya desde hace tiempo en crisis.
Junto a estos factores externos est¨¢n los derivados de la propia ineficacia de las empresas estatales y de otras variables internas. Un dato significativo es que, seg¨²n la Oficina Nacional de Estad¨ªsticas, el a?o pasado la liquidez en pesos creci¨® en cerca de 1.700 millones, situ¨¢ndose en 12.337 millones, el nivel m¨¢s elevado de dinero circulante desde la crisis de principios de los a?os noventa. Esto se ha traducido en un aumento sensible de la inflaci¨®n y en la subida de los precios en los mercados agropecuarios, donde la mayor¨ªa de los cubanos se aprovisionan de carne, verduras y otros alimentos en pesos cubanos. Como promedio, el alza de los precios en estos mercados fue de un 12%, un golpe considerable para una poblaci¨®n que lleva a?os en n¨²meros rojos.
Por si fuera poco, a esta compleja situaci¨®n hay que a?adir dos lastres que arrastra la econom¨ªa cubana desde hace a?os: la dificultad que tiene Cuba para acceder a cr¨¦ditos internacionales de medio y largo plazo -en la actualidad, La Habana tiene cerradas las principales l¨ªneas de cr¨¦dito con Espa?a, Francia e Italia debido a los reiterados impagos-; y la escasez de divisas en efectivo, que obliga a las autoridades a pasar el cepillo casi a diario en las instalaciones tur¨ªsticas y casas de cambio para poder hacer frente malamente a sus obligaciones internacionales.
Un reflejo de la magnitud de la crisis son las dos medidas de ajuste adoptadas recientemente por el Gobierno. La primera, la subida de precios de los productos en d¨®lares, tiene como objetivo recoger el dinero que los cubanos guardan debajo del colch¨®n y se debe a la falta de liquidez que asfixia a la econom¨ªa cubana en esta coyuntura. El aumento de los precios, que en principio iba a ser de entre un 10% y un 30%, ha provocado numerosas cr¨ªticas en la poblaci¨®n cuyo salario mensual medio es de 250 pesos -equivalente a 8,50 euros al cambio oficial-. Aunque s¨®lo un 60% de los cubanos tiene acceso directo a d¨®lares, y una gran parte de ellos a muy exiguas cantidades -el Estado estimula con 19 d¨®lares mensuales a aproximadamente un mill¨®n de obreros-, hay productos, como el jab¨®n, el aceite y otros de la canasta b¨¢sica, que s¨®lo se encuentran en las tiendas de divisas.
La segunda medida, la reconversi¨®n y redimensionamiento de la industria azucarera, tendr¨¢ un impacto social tremendo. De las 156 centrales azucareras que existen en la isla, 71 cerrar¨¢n definitivamente en los pr¨®ximos meses y al menos 100.000 trabajadores, un 2,5% de la poblaci¨®n activa, tendr¨¢n que ser reubicados en un nuevo empleo que de momento no existe.
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