El regate de Eriksson
Inglaterra ya no es el f¨²tbol de ida y vuelta, directo, de anta?o, ahora mastica con pausa los partidos y hasta parece un suced¨¢neo del 'calcio'
Un sueco con olores de Armani se ha decidido a pelar la c¨¢scara del f¨²tbol ingl¨¦s, con aceptables resultados de momento. Sven Goran Eriksson, el primer extranjero que dirige a la costumbrista Inglaterra, ha logrado en temporada y media la metamorfosis de un f¨²tbol con algunas constantes tan milenarias como el t¨¦ de las cinco, el volante a la derecha o los espantosos sombreros de Ascott. Inglaterra, con Eriksson en la proa, parece haber exorcizado algunos vicios que la diferenciaban del resto de la galaxia futbol¨ªstica, como el gusto por el desmadre de buena parte de sus jugadores, principal sustento diario de los tabloides, al margen del mim¨¦tico eco de su desenfreno en las tribus de hooligans. Descontado el torneo insular de 1966, los ingleses lograron su mejor puesto en un Mundial hace 12 a?os, en Italia, con el incorregible Paul Gascoigne como primera figura. Del tono sepia de Gazza, Tony Adams o Paul Merson o Paul Ince, por citar s¨®lo algunos ejemplos de la ¨²ltima pandilla inglesa antes del atrevimiento de Eriksson, Inglaterra ha pasado a la cosm¨¦tica de Beckham, por encima de todos, y Owen, sus dos m¨¢ximas referencias. De las pintas cerveceras de Gascoigne a la glamourosa iconograf¨ªa del chico spice, cuya est¨¦tica despierta tantas pasiones como un quinto beattle. A ¨¦l, al propietario de la mansi¨®n de Beckinham Palace, al due?o de una colecci¨®n de Rolls-Royce que para s¨ª quisiera Paul McCartney le concedi¨® Eriksson la capitan¨ªa nada m¨¢s cruzar el Canal de la Mancha. Un gui?o capital sobre cu¨¢les eran sus intenciones.
De las pintas cerveceras de Gascoigne a la 'glamourosa' iconograf¨ªa de Beckham
Y no s¨®lo las suyas, sino la de los bur¨®cratas del f¨²tbol ingl¨¦s, que con su controvertida contrataci¨®n apostaban por te?ir de europea la selecci¨®n. Los principales clubes de la Premier, a excepci¨®n del Manchester United, ya estaban en manos for¨¢neas, caso del Arsenal (Ars¨¨ne Wenger), el Chelsea (Ruud Gullit, primero, y Claudio Ranieri, despu¨¦s) o el Liverpool (Gerard Houllier). La salvedad del United tampoco era notoria, puesto que el escoc¨¦s Alex Fergusson -paisano de los mejores t¨¦cnicos que jam¨¢s han tenido los ingleses- hac¨ªa a?os que era el entrenador menos brit¨¢nico entre los brit¨¢nicos. Cantona, Beckham, Giggs, Scholes, Van Nistelrooy, Blanc o Ver¨®n son testigos.
Con Beckham al frente -m¨¢s radiante y eficaz incluso que con el United-, Eriksson profundiz¨® en la v¨ªa continental que ya empapaba a la mayor¨ªa de los integrantes de la nueva generaci¨®n. Durante la fase de clasificaci¨®n lleg¨® a utilizar a 31 jugadores. La hinchada inglesa vacil¨® lo suyo, hasta que en un d¨ªa inolvidable se rindi¨®: el 1-5 de M¨²nich ante el gigante alem¨¢n veng¨® su derrota casera en la Eurocopa de 1996. Luego, de forma ag¨®nica, Beckham, con un soberbio gol de falta ante Grecia, meti¨® al equipo en el Mundial. Logrado el objetivo, a Inglaterra le restaba una cuenta pendiente con los argentinos. Dos en realidad, una con Maradona y otra con Simeone. En Sapporo, hace diez d¨ªas, los ingleses quedaron en paz.
En lo futbol¨ªstico tambi¨¦n es evidente la varita de Eriksson. Hoy, Inglaterra no es un equipo tan atractivo como anta?o, cuando su juego de ida y vuelta, directo, mete¨®rico y punzante siempre ahogaba los bostezos de cualquier espectador. En la actualidad, por lo visto hasta ahora, el equipo mastica de otra manera los partidos, con pausa, comedido y atacando lo justo. El f¨²tbol fresco y vivaz ingl¨¦s parece ahora un suced¨¢neo del calcio, donde la faja resultadista aprieta a todos por igual, donde m¨¢s veces de lo debido tratan este deporte a patadas. Italia lleva el modelo en los genes y le ha dado grand¨ªsimos resultados. Inglaterra lo ha importado y lo tiene en la probeta, no ha fecundado del todo. Qu¨¦ mejor que Brasil, con licencia de los belgas, para examinar el regate a la historia que promueve Eriksson.
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