Certificado de defunci¨®n
Si no resultara una valoraci¨®n demasiado grandilocuente, podr¨ªa asegurarse que la justicia ha triunfado, al menos por el momento, en el caso Enron-Andersen. Un jurado de Houston ha declarado culpable a la sociedad auditora Andersen por obstruir la labor de la justicia en sus informes sobre la situaci¨®n de la empresa el¨¦ctrica Enron. Que el veredicto de culpabilidad se adoptase por la sustituci¨®n del t¨¦rmino 'enga?oso' referido a las cuentas de Enron por los m¨¢s ambiguos de 'agresivo y ¨²nico', en lugar de castigar la destrucci¨®n masiva de documentos, es irrelevante a efectos pr¨¢cticos. El caso es que Andersen se ha adelantado a las consecuencias de la decisi¨®n de la justicia, ha reconocido el hecho inevitable de que las empresas estadounidenses ya no conf¨ªan en sus servicios y ha comunicado a la SEC (Stock Exchange Commission, el ¨®rgano regulador del mercado de acciones en EE UU) que renuncia a auditar empresas que coticen en Bolsa a partir del pr¨®ximo 31 de agosto. Es un certificado de defunci¨®n para una compa?¨ªa con 90 a?os de historia y que no hace mucho era considerada como el modelo empresarial de auditor¨ªa en todo el mundo, la referencia obligada para todas las sociedades que se dedicaban a controlar las cuentas de otras empresas.
Un cataclismo empresarial como el de Andersen da pie a varias lecciones que en Europa deber¨ªan ser aprendidas con rapidez. La primera es que las empresas que cometieron errores graves -Enron y Andersen-, algunos de ellos de car¨¢cter delictivo, los han pagado muy caros. En el caso concreto de la auditora, el hecho de que la confianza sea la base de su negocio ha resultado ser el factor letal para su supervivencia. Las comparaciones con lo sucedido en Espa?a resultan obvias, adem¨¢s de odiosas. Basta recordar casos como los de Banesto, Torras, PSV o Gescartera para entender la impunidad de la que han disfrutado a veces las auditoras de empresas envueltas en esc¨¢ndalos financieros. Es verdad que en Espa?a no cometieron delitos como la destrucci¨®n de documentos, pero lo cierto es que miles de accionistas resultaron perjudicados por la conducta fraudulenta de los gestores y por la negligencia del auditor.
La lecci¨®n m¨¢s urgente es que resulta necesario unificar los nuevos y m¨¢s rigurosos criterios de auditor¨ªa y control que empiezan a aplicarse en todo el mundo. Y uno de ellos tiene que ver con la separaci¨®n de la actividad de auditor¨ªa de cualquier otro negocio que obstaculice la independencia, como el de consultor¨ªa o el de asesor¨ªa legal. Hoy por hoy, se ha convertido en una condici¨®n necesaria para recuperar la credibilidad de los auditores.
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