Apoteosis de Palaz¨®n y Gal¨¢n
El oficio lo puso Garijo; la bulla, Gal¨¢n, y el toreo, el buen toreo fue cosa de Palaz¨®n. Una sorpresa, y muy agradable, la de este novillero de Petrel. Tuvo enfrente dos novillos de diferente condici¨®n, con matices complicados para tan biso?o espada. As¨ª, su primero no tuvo ninguna fijeza, se distra¨ªa con una mosca y resultaba muy dif¨ªcil mantenerlo en la muleta. Ya con la capa, Palaz¨®n present¨® su innata torer¨ªa: temple y gusto, por encima de todo. La faena de muleta fue una continua declaraci¨®n de intenciones m¨¢s que de hechos. Era dif¨ªcil sujetar al de Sorando y m¨¢s dificultad implicaba poder completar los muletazos por su mansedumbre y distracci¨®n. No se descompuso Palaz¨®n, ni le vinieron las prisas. Pausado, clarividente de ideas, esbozaba cada muletazo con torer¨ªa exquisita.
Sorando / Garijo, Palaz¨®n, Gal¨¢n
Seis novillos de Rom¨¢n Sorando, correctos de presentaci¨®n pero faltos de fuerza. Al 6?, de gran transmisi¨®n, se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre. Roque Garijo: entera (oreja); media (saludos). Francisco Jos¨¦ Palaz¨®n: estocada (vuelta); media algo desprendida (dos orejas). David Gal¨¢n: media (oreja); entera (dos orejas). Plaza de Alicante, 18 de junio. 2? de feria. Menos de media entrada.
El colorado ojo de perdiz que hizo quinto floje¨® de salida, fue muy protestado y le falt¨® nada para regresar por donde hab¨ªa salido. Con la capa, Palaz¨®n volvi¨® a imprimir gusto y torer¨ªa, ganando terreno en cada lance y apoy¨¢ndose siempre en la pierna contraria para descargar con autenticidad la suerte. Y con la muleta, una sinfon¨ªa. La faena tuvo varias virtudes, pero t¨¦cnicamente hay que quedarse con una: sin agobiar al novillo, d¨¢ndole distancia y muleteando a media altura, el de Sorando recuper¨® definitivamente las fuerzas. Y otra vez la personalidad, el temple, la torer¨ªa, en fin, todo dentro de una labor subrayada de gran sutileza. Un hallazgo este Palaz¨®n.
De los seis novillos de Rom¨¢n Sorando, cinco tuvieron las fuerzas justas, o m¨¢s que eso, y uno, el sexto, fue una verdadera m¨¢quina de embestir. Ese novillo, largo y con ofensivas y astifinas defensas, tuvo fijeza y transmisi¨®n extraordinarias. Con este sexto David Gal¨¢n lleg¨® en l¨ªnea directa a la gente. Bullidor, entusiasta, se pas¨® cuantas veces quiso, por uno y otro pit¨®n, a tan bravo novillo. Faena con pegada en el tendido, que le respondi¨® alborozado. No fue labor de calidades, pero Gal¨¢n se mantuvo firme y centrado en todo momento. Respondi¨® con firmeza a la bravura y transmisi¨®n del novillo. ?se fue el gran acierto de la faena.
Con el tercero hubo m¨¢s efectismo que otra cosa en el joven Gal¨¢n. No tuvo quietud ni con la capa ni con la muleta, tore¨® con ventajas al manejable novillo de Sorando y siempre con la habilidad necesaria para meterse al p¨²blico en el bolsillo. Pero faena, en fin, de medios pases y poco reposo. Se volc¨® con fe a la hora de matar y sali¨® colgado del pit¨®n derecho del novillo; afortunadamente no pas¨® nada.
Roque Garijo anduvo f¨¢cil con el que abri¨® plaza, pero s¨®lo eso. El flojo novillo, sin clase, se defendi¨® m¨¢s que embisti¨®. Al tercer muletazo, una vez iniciada la faena, el novillo se acost¨® y pareci¨® que todo pod¨ªa acabar por los suelos. Pero Garijo tuvo el acierto de poder engancharse nuevamente con la faena, y a pesar de la flojedad del de Sorando, lo mantuvo en pie hasta el final. La faena fue larga y no termin¨® de conectar con la gente.
El cuarto de la tarde fue el novillo de menos fuerzas del lote ganadero: un inv¨¢lido total. Se protest¨®, pero el presidente lo mantuvo en el ruedo. A ese novillo le costaba un mundo tomar la muleta y repet¨ªa ca¨ªdas cada dos por tres. La faena acab¨® siendo una p¨¦rdida de tiempo entre palmas de tango, pues el novillo apenas pasaba.
A excepci¨®n del bravo sexto, que tom¨® una vara con estilo, el resto del lote de Sorando apenas pas¨® con discreci¨®n el primer tercio.
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