En La Huelga no hubo paro
La jornada reivindicativa de ayer apenas se dej¨® sentir en la barriada almeriense
En Almer¨ªa hay cerca de un centenar de habitantes que viven permanentemente en La Huelga y no porque sean m¨¢s reivindicativos que nadie, sino porque as¨ª se llama la barriada del t¨¦rmino municipal de Sorbas en la que residen.
Acostumbrados a vivir en una aldea con un top¨®nimo, cuanto menos curioso, para ellos la palabra m¨¢s utilizada en estos ¨²ltimos d¨ªas es s¨®lo un vocablo habitual al que s¨®lo conceden la importancia del que ama el nombre de su terru?o. La tranquilidad es una de las caracter¨ªsticas principales de La Huelga. Y ayer no fue menos. En esta barriada, una de las 32 con las que cuenta Sorbas, municipio a unos 57 kil¨®metros de la capital almeriense, apenas se dej¨® sentir ayer el paro que moviliz¨® a todo el pa¨ªs.
Y es que la poblaci¨®n de este n¨²cleo est¨¢ integrada, en su mayor parte, por jubilados. Adem¨¢s, en La Huelga no hay comercios, ni bares, ni ning¨²n otro tipo de establecimientos. S¨®lo viviendas. 'Antes s¨ª que hab¨ªa un estanco, una panader¨ªa y hasta tres bares y tres tiendas. Pero ya no queda nada. El pan lo compramos porque vienen unos panaderos con sus coches vendiendo y los v¨ªveres igual, con los que vienen con la venta ambulante', explica Pilar Clemente una vecina de La Huelga que lleg¨® incluso a regentar una tienda familiar all¨¢ por los a?os cuarenta.
Uno de sus hijos, Francisco P¨¦rez Clemente, empleado de Correos, estaba ayer en casa. Pero habr¨ªa estado igual de no ser huelga general. Y es que la convocatoria le ha pillado convaleciente de una enfermedad de la que se est¨¢ recuperando. 'Apenas queda gente joven y tampoco hay nada para trabajar aqu¨ª. La gente se va fuera. Ahora en Huelga vivimos permanentemente unas 90 personas. Aqu¨ª lleg¨® a haber hasta 1.600 habitantes, pero la gente tuvo que emigrar, y la mayor¨ªa se fueron hasta Estados Unidos, a Nueva York o a California', explicaba ayer Francisco P¨¦rez.
'A m¨ª algunas veces, cuando sab¨ªan d¨®nde viv¨ªa, me han preguntado: '?est¨¢ usted en huelga?' Y yo les he dicho: 'pues s¨ª, yo estoy siempre en Huelga', explicaba ayer Pilar Clemente, tom¨¢ndose con humor un top¨®nimo que tiene m¨¢s que asumido. Su hijo, Francisco P¨¦rez, reafirmaba la an¨¦cdota con otra m¨¢s reciente: 'Hoy mismo a una amiga que iba en el coche hacia Almer¨ªa la han parado en unos controles de la polic¨ªa que hab¨ªa y, despu¨¦s de ver de d¨®nde era tambi¨¦n le han preguntado ?qu¨¦, de Huelga?'.
Pero, excepto algunas bromas, a las que, por otra parte, ya est¨¢n acostumbrados los habitantes de esta pedan¨ªa, el ambiente del paro general no se dej¨® sentir en La Huelga. En las calles no hab¨ªa ayer ninguna persona en edad laboral, ya que los vecinos que tienen un trabajo se suelen desplazar fuera de la barriada para acudir a sus puestos.
El ¨²nico trabajador que a mediod¨ªa recorr¨ªa las calles de La Huelga era Pedro Fern¨¢ndez, un forestal natural de la barriada que trabaja como fijo-discontinuo y que no tuvo opci¨®n de decidir si quer¨ªa o no secundar el paro porque le toc¨® cumplir con los servicios m¨ªnimos.
Las juergas del duque de Alba
El lugar en el que ahora se asienta la barriada de La Huelga fue en sus tiempos propiedad del duque de Alba, que usaba la zona como espacio para el disfrute y las juergas. De ah¨ª es de donde, seg¨²n los vecinos de la zona, proviene el curioso nombre que actualmente tiene este n¨²cleo de poblaci¨®n. Esa explicaci¨®n sobre el origen del top¨®nimo de la barriada la respaldan tambi¨¦n algunos investigadores, como Pedro ?lvarez Soler, quien en su libro Sorbas, imagen de un pueblo, dej¨® recogido que 'La Huelga no es otra cosa que lugar de holgar, de disfrutar o gozar de algo. En esta barriada, otrora en posesi¨®n de una de las huertas m¨¢s f¨¦rtiles de la comarca, y m¨¢s en particular sus naranjales y frutales, debi¨® de situarse un plano de vida superior a las dem¨¢s de su vecindad'. Pero en La Huelga no han faltado tampoco a lo largo de su historia los impulsos reivindicativos. De hecho, en la d¨¦cada de los a?os veinte, cuando en esta barriada que dista 19 kil¨®metros del municipio al que pertenece, empezaba a despuntar una cierta burgues¨ªa, los vecinos, quejosos por el trato que recib¨ªan del pueblo principal, decidieron reivindicar su segregaci¨®n para convertirse en municipio independiente. Francisco P¨¦rez desgrana la historia del lugar en el que naci¨® y recuerda que 'el principal art¨ªfice de este intento de segregaci¨®n fue un p¨¢rraco de la ¨¦poca, don Bienvenido Alarc¨®n'. El sacerdote lleg¨® destinado a La Huelga despu¨¦s de haber participado activamente en la segregaci¨®n de Los Gallardos, un municipio cercano, del pueblo de B¨¦dar. El intento no prosper¨® y, despu¨¦s, el devenir de la historia aboc¨® a muchos de los vecinos del lugar a la emigraci¨®n. Como en tantos peque?os n¨²cleos de poblaci¨®n las calles fueron quedando cada vez m¨¢s desiertas y hoy La Huelga es s¨®lo un rinc¨®n tranquilo en el que apenas quedan unos 90 vecinos que tienen all¨ª su residencia habitual. Con convocatorias de huelgas generales o sin ellas, Pilar Clemente lo tiene claro: 'Aqu¨ª lo que queda es que se sigue viviendo con mucha tranquilidad y calma'.
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