Ir o no ir a la 'Mani'
Debemos aceptar que mientras Okwui Enwezor se ha encontrado en Kassel cultivando su jard¨ªn transnacional y sincronizando durante casi cinco a?os su autoridad como comisario de prestigio con la autoridad del mercado del arte internacional, han ido surgiendo por todo el mundo una constelaci¨®n de bienales que tratan de inventariar las variadas estrategias que el artista emplea para ampliar y enriquecer nuestra comprensi¨®n sobre c¨®mo interact¨²an los territorios ideol¨®gicos gobernados intelectual y moralmente por Occidente y la realidad oscura, indefinida y notablemente desorientadora de las 'tinieblas' no europeas. Como en el caso de la novela de Joseph Conrad, la mission civilisatrice de los nuevos curators independientes consiste en llevar una antorcha a esos lugares oscuros donde poder iluminar tantas verdades inestables, aunque -al contrario de lo que hace Kurtz- en Kassel es un hombre de raza negra el que viaja a la 'civilizaci¨®n' y se interna en territorio blanco.
Manifesta 4. Bienal europea de arte contempor¨¢neo
Francfort: Frankensteiner Hof. Portikus. Frankfurter Kuntsverein, Schirn Kunsthale. St?delches Kunstinstitut. River Banks. Hasta el 25 de agosto.
Las exposiciones recuerdan la tenacidad de los nuevos formatos-clich¨¦ a la hora de justificar obras bastante obtusas
La Manifesta 4, una bienal que naci¨® hace casi una d¨¦cada en Rotterdam, se traslad¨® a Luxemburgo y Ljubljana y que ahora recala en Francfort (probablemente la organizaci¨®n ha tenido en cuenta la proximidad geogr¨¢fica con Kassel), no bebe de este esp¨ªritu. Al contrario que el r¨ªo que describe Conrad -'un gran silencio, un bosque impenetrable, la quietud de una fuerza implacable que meditaba una intenci¨®n inescrutable'- a lo largo del nada misterioso Main discurren una serie de exposiciones un tanto dudosas y un pu?ado de 'se?ales' art¨ªsticas d¨¦biles; muchas recuerdan la tenacidad de los nuevos formatos-clich¨¦ (fotograf¨ªa, v¨ªdeo e instalaci¨®n) a la hora de justificar obras obtusas. Esta bienal europea de arte joven se descubre poco ambiciosa, a pesar de estar regida por un comit¨¦ de sabios (Martin Fritz, el recompensad¨ªsimo Vicente Todol¨ª, Francesco Bonami y Kasper K?ning) que a su vez ha seleccionado un comisariado tripartito, compuesto por Nuria Enguita (directora de la Fundaci¨®n T¨¤pies), la b¨²lgara Iara Boubnova y la francesa St¨¦phanie Moisdon, personas que, en principio, deb¨ªan darle un corpus te¨®rico y una coherencia intelectual a una bienal cuyos fines son, program¨¢ticamente, facilitar el intercambio Este/Oeste y analizar la problem¨¢tica de la inmigraci¨®n en la nueva Europa sin fronteras.
Hay que decir que todos los mi-
nisterios de Cultura de los pa¨ªses europeos con participaci¨®n en la Manifesta han colaborado econ¨®micamente en la organizaci¨®n, a excepci¨®n del Ministerio de Cultura espa?ol, aunque s¨ª lo ha hecho la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa. A este hecho se a?ade la coincidencia de que la pr¨®xima edici¨®n de la Manifesta ser¨¢ en San Sebasti¨¢n y que la persona encargada de su coordinaci¨®n general es Lourdes Fern¨¢ndez, hasta ahora directora de la galer¨ªa DV.
En un recorrido por cinco centros, a los que se a?aden dos pantallas informativas y los espacios p¨²blicos a lo largo del Main, los artistas han intentado crear v¨ªnculos con la ciudad. Pero Francfort ha sido manifiestamente taca?a con sus artistas flotantes: es una l¨¢stima -aunque quiz¨¢ haya intervenido la justicia po¨¦tica- ver 'de prestado' en un ala subterr¨¢nea del St?ldelches Kunstinstitut algunas piezas que no requieren m¨¢s que una mirada casual -los empapelados cartogr¨¢ficos de la islandesa Anna Gudmundsdottir, la multipieza de tecnolog¨ªa vacua de ROR (Revolutions on Request) o la serie de pantallas de v¨ªdeo donde se proyectan obras de tem¨¢tica social, algunas que investigan de manera metaf¨®rica la problem¨¢tica juvenil en las ciudades (Esra Ersen, Pia Greschner, Alonso Gil)-. Prescindibles son las esculturas efectistas sobre los tejados de los edificios que colindan con el Frankensteiner Hof del ruso Anton Litvin o el kitsch dom¨¦stico del alban¨¦s Alban Hajdinaj.
El edificio del Frankfurter Kunstverein, dif¨ªcil para plantear una exposici¨®n compacta, es igualmente precario: el visitante echar¨¢ en falta una cierta comodidad que evite el hartazgo y sopor de ver obras que apenas dialogan entre ellas. Flaco favor se le hace a la pareja de fot¨®grafos valencianos Bleda y Rosa cuando se muestra el silencio de las estancias de enclaves ¨ªberos, fenicios, griegos o romanos muy cerca de los dibujos animados de Pierre Bismuth sobre El libro de la selva. S¨®lo se permite un cierto relajamiento en la estancia de Mathieu Mercier, quien ha organizado y archivado toda la historia de las cuatro Manifestas en muebles distribuidos como un juego de construcci¨®n.
Pero como se trata de escribir sobre los logros de una edici¨®n, que peca de cierta rigidez l¨ªrica y de un cierto tono de disociaci¨®n, destacamos el v¨ªdeo de Jon Mikel Euba, que describe la ambig¨¹edad de una situaci¨®n a partir de unos personajes cuyo comportamiento podr¨ªa oscilar entre lo ¨ªntimo y lo pol¨ªtico. El tambi¨¦n vasco Ibon Aranberri sit¨²a la pintura del Guernika al lado del r¨ªo, en una cr¨ªtica poco ir¨®nica a la participaci¨®n alemana en la guerra civil espa?ola. Garc¨ªa And¨²jar suma a su trabajo en la red de los proyectos de Barcelona, Valencia y Dortmund el de e-manifesta.org.
M¨¢s all¨¢ de la participaci¨®n espa?ola, destaca el trabajo de Laura Stas¨ªulyt? sobre la educaci¨®n sexual de las adolescentes lituanas, la traves¨ªa en chalupa por las cloacas de Francfort documentada por el austriaco Hans Schabus, las maquetas imposibles del esloveno Tobias Putrih, la cr¨ªtica al sistema opresivo de las multinacionales farmac¨¦uticas del escoc¨¦s Luke Fowler o el Atlas Per¨² (1932-2001) de Fernando Bryce a partir de c¨®mics y noticias de prensa. Finalmente, las habitaciones laber¨ªnticas y vac¨ªas de la polaca Monika Sosnowska nos recuerdan que el arte contempor¨¢neo es cada vez m¨¢s el fruto de la tensi¨®n entre la visi¨®n del artista fascinado por el caleidoscopio de la realidad y la inteligencia que discrimina. Nuestro paseo por Francfort nos proporciona demasiadas preguntas prestadas, entre otras, ?vamos o no vamos a la 'Mani'?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.