Templos en tiempos de tribulaci¨®n
Tienes que venir a verla'. Bajo los altos frescos del Palazzo Colonna, Frank Gehry se resiste pudorosamente a comentar los progresos de su Disney Hall, el auditorio que est¨¢ levantando a s¨®lo tres manzanas de la catedral de Nuestra Se?ora de los ?ngeles, y cuyas agitadas superficies c¨®ncavas y convexas de acero inoxidable se rematar¨¢n a tiempo para la temporada musical de 2003; prefiere elogiar la obra de su colega Rafael Moneo. 'No es tanto su aspecto exterior, o el resplandor de los ventanales de alabastro; lo verdaderamente hermoso son los pliegues interiores de los muros, y la forma en que la luz incide en ellos'. A sus 73 a?os, el arquitecto californiano se ayuda de un bast¨®n, pero prescinde de ¨¦l cuando quiere usar las manos para evocar los dobleces del templo. Hace ahora seis a?os, en otra ceremonia del Premio Pritzker como ¨¦sta, contemplando Los ?ngeles desde la acr¨®polis en construcci¨®n del Centro Getty, Moneo recibi¨® a la vez el galard¨®n y el encargo de la catedral, elegido por el cardenal Mahony frente a dos concursantes locales, Thom Mayne y el propio Gehry.
En estos tiempos extra?os y atribulados parece haber m¨¢s espiritualidad en los arquitectos que en los cl¨¦rigos
La obra de Moneo, la primera catedral cat¨®lica que se construye en Estados Unidos en los ¨²ltimos 25 a?os, se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo 2 de septiembre, y no ser¨¢ el anciano Papa (que pese a su deterioro f¨ªsico viajar¨¢ a M¨¦xico por esas fechas) el que abra las puertas, sino el mismo Mahony, cuyo vigoroso liderazgo de la mayor di¨®cesis del pa¨ªs se ha visto en los ¨²ltimos meses ensombrecido por el esc¨¢ndalo de los cl¨¦rigos pederastas que ha provocado una crisis hist¨®rica en la Iglesia americana. Mahony asumi¨® pronto el liderazgo del sector m¨¢s estricto de la jerarqu¨ªa, jact¨¢ndose de su pol¨ªtica de investigaci¨®n preventiva (aunque, seg¨²n relata Garry Wills en The New York Review, la archidi¨®cesis estaba obligada a ello por un pacto judicial con una de las v¨ªctimas) y defendiendo una actitud de 'tolerancia cero' ante la pederastia. Asesorado por Sitrick, una firma de relaciones p¨²blicas de Hollywood, el cardenal de Los ?ngeles ha propuesto la investigaci¨®n policial de los candidatos a seminaristas y la denuncia inmediata al fiscal de cualquier comportamiento sospechoso.
En este contexto de devastadora crispaci¨®n, crisis de confianza de los fieles en sus pastores e indemnizaciones millonarias a las v¨ªctimas, la catedral de Moneo se asociar¨¢ inevitablemente a su cliente Mahony; las formas fracturadas del edificio, que en otro momento habr¨ªan suscitado met¨¢foras deconstructivas o s¨ªsmicas, se juzgar¨¢n expresi¨®n de la incertidumbre atribulada de la Iglesia, y su colosal interior opalescente de hormig¨®n y alabastro se entender¨¢, m¨¢s all¨¢ de la convencional asociaci¨®n teol¨®gica a la luz divina, como una deslumbrante y musculosa manifestaci¨®n de confianza en el futuro de una instituci¨®n milenaria. 'No habr¨¢ otro edificio en el pa¨ªs como ¨¦ste: tendr¨¢ un resplandor que te cortar¨¢ la respiraci¨®n', ha dicho Mahony, y sus vigorosas palabras encapsulan el esp¨ªritu expeditivo y populista de un poderoso hombre de Iglesia que ha sustituido las sutilezas herm¨¦ticas de la curia vaticana por la visibilidad pragm¨¢tica del espect¨¢culo medi¨¢tico americano, y para el que una demanda judicial o una obra de arquitectura son esencialmente cuestiones de imagen.
Aunque cualquier edificio aca
ba siendo simb¨®licamente secuestrado por sus circunstancias, ser¨ªa rid¨ªculo interpretar la catedral de Los ?ngeles en t¨¦rminos ef¨ªmeramente coyunturales, atribuyendo al arquitecto una capacidad premonitoria de las actuales tempestades eclesiales; sin embargo, es evidente que su dif¨ªcil orquestaci¨®n de innumerables episodios fragmentarios, sus geometr¨ªas descoyuntadas y su indecisi¨®n tipol¨®gica ilustran admirablemente la naturaleza conflictiva de los tiempos. El propio Moneo, que suministra habitualmente a sus cr¨ªticos las met¨¢foras m¨¢s elegantes y las referencias m¨¢s pertinentes, no ha podido resistirse a ofrecer aqu¨ª un aluvi¨®n de fuentes e intenciones: el enclave peatonal junto a la autopista, conformado como plaza con edificios y porches, estar¨ªa inspirado por las misiones franciscanas de fray Jun¨ªpero; los muros plegados de hormig¨®n y las pantallas de alabastro provendr¨ªan de su Fundaci¨®n Mir¨®; la definici¨®n escult¨®rica del volumen y la secci¨®n inclinada de la nave ser¨ªan un eco a escala tit¨¢nica de la capilla de Le Corbusier en Ronchamp; el contacto visual entre el interior de la iglesia y el claustro tendr¨ªa su origen en el lateral abierto al paisaje de la capilla de Bryggman en Turku; y la cruz a¨¦rea que preside tanto las ceremonias religiosas en la explanada como las que se celebran dentro del templo extraer¨ªa su monumentalidad solitaria e hipn¨®tica del crematorio de Asplund. Pero la catedral ser¨ªa tambi¨¦n rom¨¢nica en su gravedad s¨®lida y sombr¨ªa, g¨®tica en su verticalidad desafiante y enf¨¢tica, bizantina en su luminosidad difusa de linterna, barroca en el ilusionismo de su transparente en el ¨¢bside...
?Caben m¨¢s l¨ªneas en ese palimpsesto de referencias y citas? Caben; porque asimismo podr¨ªan destacarse la marca del Aalto de los centros c¨ªvicos en el bodeg¨®n org¨¢nico de piezas en una bandeja, la deuda con Utzon en la concepci¨®n urbana de la plataforma, la influencia de Siza en la interpretaci¨®n topogr¨¢fica, la huella de Gehry en las fracturas volum¨¦tricas o el homenaje a Scharoun en el dise?o del ¨¢mbito de la asamblea -un gui?o expresionista a la Philharmonie expl¨ªcito en los croquis, y que significativamente comparte con su vecino el Disney Hall-. E igualmente cabr¨ªa anotar la amalgama de rasgos presentes en proyectos anteriores, sean la torre y los vidrios en sierra de Atocha, la implantaci¨®n urbana y las dobles fachadas del Kursaal, la exfoliaci¨®n pintoresca de la masa y la domesticaci¨®n escalar de la Illa, los muros perforados por huecos de ritmo musical y los pavimentos palpitantes de Murcia, o las fajas y espigas ornamentales que esmaltan una obra tan fascinada por la abstracci¨®n como gen¨¦ticamente incompatible con ella. Al final, nada de esto es tan importante como la ausencia de cohesi¨®n entre las partes, que se nos ofrecen voluntariamente desencuadernadas, con la vulnerabilidad emocionante de un siglo descre¨ªdo.
La catedral ofrece un remedo de salvaci¨®n en la integridad homog¨¦nea del hormig¨®n y en la claridad sedante de la luz interior, pero esa ficci¨®n unitaria perece en el conflicto entre el ¨¦nfasis ritual de la planta de cruz latina y la demanda teatral de un escenario envolvente. El resultado de esa hibridaci¨®n violenta es un espacio ins¨®lito, de una gravedad arcaica en la huella expresiva de su traza, y de una espectacularidad cinematogr¨¢fica en el levantamiento luminoso de la nave, a donde se accede por el itinerario procesional, manierista y m¨¢gico de un deambulatorio de capillas invertidas que constituye la mayor innovaci¨®n tipol¨®gica del proyecto, y cuya culminaci¨®n se halla en la extraordinaria cruz de hormig¨®n ingr¨¢vido que flota en las alturas como un delicado p¨¢jaro de papel de arroz, un episodio epif¨¢nico de luz alabastrina que justifica la obra y legitima la frase de Mahony: 'Un resplandor que te cortar¨¢ la respiraci¨®n'.
Mientras tanto, a ocho husos
horarios de distancia, y 120 a?os despu¨¦s de iniciarse, el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia contin¨²a levant¨¢ndose con la incierta informaci¨®n que dej¨® su arquitecto al morir. La gaudilatr¨ªa desencadenada por el a?o del sesquicentenario no ha detenido un sacrilegio art¨ªstico contra una arquitectura sagrada, er¨®tica y comestible -pero no alimenticia- que hace a la Iglesia pecadora contra el patrimonio, ante la pasividad de la misma justicia que reclama la demolici¨®n del Teatro Romano de Sagunto, es incapaz de imponer disciplina urban¨ªstica a las parroquias madrile?as de Rouco o se extrav¨ªa en los laberintos codiciosos de las inversiones eclesiales en financieras corruptas o para¨ªsos fiscales. Los obispos espa?oles, que no aceptan el calificativo de inmoral para su ambig¨¹edad ¨¦tica ante la criminalidad ¨¦tnica, deber¨ªan quiz¨¢ reemplazar el c¨¢lculo pol¨ªtico por un examen de conciencia que recuerde tanto el quinto mandamiento de la ley mosaica como la vocaci¨®n universal de la Iglesia de Pablo. Reclamamos a las teocracias isl¨¢micas una revoluci¨®n ilustrada y laica que separe el dominio temporal del espiritual, pero el espejismo de la Ciudad de Dios sigue presente en el tercer milenio cristiano. En estos tiempos extra?os y atribulados parece haber m¨¢s espiritualidad en los arquitectos que en los cl¨¦rigos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.