Bernhard y la mirada de Lupa
Hay quien no tiene m¨¢s remedio que romper todos los lazos con el pasado. Franz Josef Murau, protagonista de Ausl?schung (Extinci¨®n), la ¨²ltima gran novela de Thomas Bernhard, se instala en Roma buscando un clima, un ambiente y un modo de vida opuestos a los que conoci¨® de ni?o, en su aborrecida Austria natal. Ahora vive entregado a los placeres del esp¨ªritu, y al disfrute de la amistad de Mar¨ªa, gran poeta; de Alexander, joven y prometedor fil¨®sofo; de Gambetti, su risue?o y silencioso alumno... Lejos, muy lejos, quedan los recuerdos de la casa paterna: la tiran¨ªa de su madre, las disputas de sus dos hermanas, que se aborrec¨ªan; las cinco bibliotecas cerradas bajo siete llaves; el pabell¨®n en el que su familia dio refugio, despu¨¦s de la guerra, a un grupo de dirigentes de las SS. Un d¨ªa, Murau recibe un telegrama en el que sus hermanas le anuncian la muerte de los padres y del hermano mayor, en un accidente de autom¨®vil, y el pasado con el que cre¨ªa haber terminado se le viene encima como una alud de nieve. De la noche a la ma?ana, se ha convertido en heredero universal de cuanto odiaba.
Durante la primera de las dos partes en que Bernhard divide el martilleante mon¨®logo interior del protagonista de su novela (El telegrama), ¨¦ste se ve obligado a evocar todo aquello que hubiera querido olvidar para siempre. En la segunda, El testamento, Murau -uno de esos personajes tonantes, cargados de raz¨®n, infinitamente insatisfechos, que encarnan el pensamiento y las emociones del autor- regresa a Wolfsegg a saldar cuentas con los muertos y con los invitados al sepelio.
?C¨®mo hacer teatro de un relato absolutamente antiteatral? Krystian Lupa, director que ha desarrollado su carrera en el Stary Teatr de Cracovia (el de las delicadas miniaturas de Andrzej Wajda), lo ha conseguido en un montaje r¨ªo construido con secuencias casi cinematogr¨¢ficas, en las que Murau observa, como en un sue?o, a los protagonistas de su historia. Lupa, que adem¨¢s es un reputado escen¨®grafo, ha creado un universo pl¨¢stico acorde con la complejidad de la historia. Un ejemplo: al regresar el heredero al pabell¨®n en el que su padre cobij¨® a los pr¨®fugos nazis, las dimensiones de los muros, de las ventanas, son enormes, tal y como las debi¨® percibir cuando era ni?o. Pero el eje de la puesta en escena es la interpretaci¨®n del elenco del Teatr Dramatyczny de Varsovia, encabezado por Piotr Skiba.
Extinci¨®n se estren¨® en la capital polaca en marzo de 2001, y este invierno ha renovado en el Od¨¦on-Th¨¦?tre de l'Europe, de Par¨ªs, el ¨¦xito que el director obtuvo con sus adaptaciones de Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, y de Son¨¢mbulos, de Hermann Broch. Como ¨¦stas, la de la novela de Bernhard queda fuera de formato. Dura siete horas y cuarenta minutos, y se puede ver completa el 27 y el 30 de junio, en el nuevo Lliure, o en dos partes, los d¨ªas 28 y 29.
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