Persuasi¨®n
Apareci¨® la propaganda. TVE y Canal Sur ofrec¨ªan dos versiones radicalmente distintas de la huelga, y cada peri¨®dico difund¨ªa la suya. Seg¨²n los sindicatos y la Junta, en Andaluc¨ªa la huelga pesaba 90, pero, seg¨²n el delegado gubernativo del PP, se quedaba en 35. El secretario general del PP andaluz hablaba de 'paro parcial', un hallazgo estil¨ªstico, doble: usar dos palabras con las dos pes de su partido y recuperar una reliquia del vocabulario franquista, que sustitu¨ªa la arisca Huelga por el manso Paro. La presidenta andaluza del PP le puso a Huelga un capirote: Mini, minihuelga, voz din¨¢mica y muy publicitaria. Las televisiones directamente dependientes del poder pol¨ªtico difund¨ªan el punto de vista de los partidos que las gobiernan. El veredicto de los peri¨®dicos y televisiones privadas era af¨ªn al de sus amistades pol¨ªticas: tan previsible como las sentencias de los altos tribunales del Estado y sus jueces, tradicional e imp¨²dicamente obligados por el partido que les dio el cargo.
Me voy a la manifestaci¨®n del 9 de junio en Sevilla: los sindicatos vieron 250.000 personas; el delegado gubernativo, 50.000, la quinta parte. El 20 de junio desfilaron 100.000 para los sindicatos, 9.300 para el delegado gubernativo, menos de la d¨¦cima parte (Eugenio Su¨¢rez Palomares adivin¨® ayer el sistema, en esta misma p¨¢gina: el delegado gubernativo cont¨® polic¨ªas, perros y caballos, no manifestantes). En 11 d¨ªas se hab¨ªa duplicado la audacia de la aritm¨¦tica gubernamental o el optimismo sindical. Mi visi¨®n personal, directa, es parcial¨ªsima, desde un pueblo playero, Nerja, cerrado el jueves como un domingo con televisi¨®n (ministros y propagandistas proclamando el fracaso de la huelga desde el amanecer), tiendas de recuerdos para turistas, quioscos de prensa sin prensa, Correos abierto pero vac¨ªo, obras paradas, poca hosteler¨ªa (pero tambi¨¦n s¨¦ que algunos bares y restaurantes hab¨ªan cambiado al jueves el d¨ªa semanal de descanso).
Ahora empieza la batalla de opiniones: la derecha calcula que cuanto m¨¢s rotundamente rebaje las cifras de la huelga m¨¢s las convierte en discutible materia de opini¨®n. La izquierda repetir¨¢ que el Gobierno miente. No creo que ni unos ni otros convenzan a nadie que no est¨¦ convencido de antemano, y, en el cruce de opiniones, tengo la impresi¨®n de que la opini¨®n p¨²blica de hoy se acerca mucho a la mentalidad general del PP, absolutamente mayoritaria. El PSOE e IU me parecen sumergidos en una especie de letargo. Incluso la huelga es un s¨ªntoma del enrarecimiento pol¨ªtico provocado por la intransigente y feroz mayor¨ªa absoluta del PP y el sopor de la oposici¨®n: el movimiento sindical ha sustituido a los partidos (como en el caso italiano, con su gran manifestaci¨®n del 16 de abril), aunque Andaluc¨ªa sea una excepci¨®n. Aqu¨ª los sindicatos parecen un organismo de la Junta socialista.
La huelga ha tenido mucho m¨¢s ¨¦xito de lo que reconoce el Gobierno nacional, pero el PP tiene hoy m¨¢s desfachatez, convicci¨®n y capacidad de persuasi¨®n que el PSOE e IU juntos. Y adem¨¢s aplica un principio: la persuasi¨®n funciona mucho mejor con la polic¨ªa en la calle, presionando al contrario por el bien de todos.
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