El exotismo depurado de Gauguin, en el Museo Metropolitano de Nueva York
La primera gran retrospectiva del artista en Manhattan en m¨¢s de 40 a?os re¨²ne 120 obras
Paul Gauguin (1848-1903) es, como su amigo Van Gogh, el paradigma del pintor maldito y genial. Torturado por su vocaci¨®n, consciente de su imagen de artista marginal, v¨ªctima del alcoholismo y la soledad, Gauguin busc¨® en los parajes de la Polinesia Francesa las visiones interiores de una pintura depurada y primitiva. Sus obras, que tanto influyeron a fauvistas y cubistas, son el objeto de la ¨²ltima gran exposici¨®n del Museo Metropolitano de Nueva York. 'Aunque mi obra no perdure, espero que quede el recuerdo de un artista que liber¨® la pintura', escribi¨® el artista antes de su muerte.
Su primera obra en los tr¨®picos, Ia Orana Mar¨ªa, es la pieza estrella de la exposici¨®n
Se presentaba como un pintor espont¨¢neo, pero preparaba con extremo cuidado sus ¨®leos
Es la primera gran retrospectiva del pintor franc¨¦s en Manhattan en m¨¢s de 40 a?os. La muestra, El encanto de lo ex¨®tico, no es exhaustiva, incluye unas 120 obras, entre cuadros, cer¨¢micas, tallas de madera, litograf¨ªas y cartas, pero ofrece una visi¨®n casi tan ecl¨¦ctica de su arte como la vida del artista.
Gauguin ayud¨® a fabricar su exotismo: sus paisajes tahitianos eran una h¨¢bil composici¨®n de temas renacentistas, a menudo religiosos, inspiraciones de esculturas budistas, t¨®picos europeos sobre el bon sauvage y una buena observaci¨®n de la vida cotidiana que le rodeaba. Le gustaba presentarse como un pintor espont¨¢neo pero lo cierto es que preparaba cuidadosamente sus ¨®leos en grandes y elaborados bocetos que tambi¨¦n se pueden ver en la exposici¨®n. Algunas veces, como en el caso de Mujeres de Tahit¨ª ba?¨¢ndose (1892), pint¨® directamente sobre el borrador.
Gauguin, como Van Gogh, plasm¨® sus angustias personales y profesionales en cientos de cartas, no siempre fieles a la realidad, en las que narraba sus tremendas dificultades y que sirvieron para construir su mito. La vida en los tr¨®picos, pese a las im¨¢genes id¨ªlicas de sus cuadros, distaba de ser un para¨ªso. En una carta fechada en Martinica el 25 de agosto de 1887 le explica a un amigo su dram¨¢tica situaci¨®n. 'Parezco un esqueleto. Me acaba de atormentar un mes de disenter¨ªa, problemas de h¨ªgado y malaria'.
El pintor tuvo una infancia peculiar. Era el nieto de Flora Trist¨¢n una activista peruana, hija de una buena familia de origen aragon¨¦s, sobre la que Mario Vargas Llosa est¨¢ terminando de escribir un libro. Paul Gauguinnunca lleg¨® a conocerla, naci¨® en Par¨ªs cuatro a?os despu¨¦s de la muerte de su ilustre abuela. Al poco de nacer, su familia se traslad¨® a Per¨², donde Gauguin pas¨® los cinco primeros a?os de su infancia y donde prob¨® un exotismo que luego reinvidicar¨ªa. Despu¨¦s de un breve paso por la marina mercante, se asent¨® en una juventud convencional. Se cas¨® con una maestra danesa, Mette Gad, se convirti¨® en agente en bolsa en Par¨ªs, tuvo cinco hijos, empez¨® a coleccionar obras impresionistas y se convirti¨® en un pintor de los domingos.
La quiebra de su empresa en 1882 cambi¨® todo. Tras a?os de dificultades econ¨®micas, Gauguin dej¨® mujer e hijos y decidi¨® dedicarse por entero a la pintura y buscar 'un entorno completamente incivilizado y una absoluta soledad'.
Tras una breve y fracasada estancia en Martinica y Panam¨¢ (donde, falto de dinero, trabaj¨® en las obras del canal), Gauguin encontr¨® su primer paisaje ex¨®tico, no muy lejos de Par¨ªs, en Breta?a. All¨ª pint¨® algunos de sus mejores cuadros en el peque?o pueblo pesquero de Le Pouldu donde empez¨® a depurar su estilo como ya se intuye en el El Cristo Amarillo (1889).
Por aquella ¨¦poca, Theo van Gogh, su marchante, le anim¨® a que compartiera en Arles una casa con su hermano, Vicent. La tormentosa convivencia dur¨® dos meses, durante los cuales Van Gogh se cort¨® la oreja.
Gauguin desembarc¨® en Tahit¨ª en el verano de 1891. 'Me voy para estar en paz, deshacerme de la influencia de la civilizaci¨®n. S¨®lo quiero crear un arte sencillo, muy sencillo. Para eso necesito regenerarme en una naturaleza pura, ver s¨®lo salvajes, vivir como ellos, sin otra preocupaci¨®n que lo que me dicte mi mente, como los ni?os, con medios de expresi¨®n primitivos, los ¨²nicos genuinos y verdaderos', comentaba en una entrevista al diario L'Echo de Paris, antes de irse.
Su primera obra en los tr¨®picos, la pieza estrella de la exposici¨®n Ia Orana Mar¨ªa (Ave Mar¨ªa), representa una bella virgen tahitiana de pareo colorado con un ni?o Jes¨²s agarrado a los hombros. Le seguir¨ªan ¨®leos m¨¢s cotidianos y sensuales sobre la vida en las islas en los que a menudo aparec¨ªa el apacible rostro de Tehemana, una de las vahin¨¦ con la que comparti¨® aquellos a?os. La pint¨® transida de miedo e incre¨ªblemente sensual en El Esp¨ªritu de los muertos mirando.
Tras su vuelta a Par¨ªs en 1893, Gauguin celebr¨® su primera exposici¨®n en solitario y apenas le permiti¨® vivir de su arte. Dos a?os m¨¢s tarde, alcoh¨®lico y solo (Vicent y Theo van Gogh hab¨ªan muerto y se hab¨ªa distanciado de sus amigos m¨¢s cercanos como Pisarro y Emile Bernard), parti¨® de nuevo hacia el Pac¨ªfico.
Decepcionado ante la r¨¢pida modernizaci¨®n de su para¨ªso tahitiano, enfermo, se instal¨® finalmente en Hiva Oa, en las Islas Marquesas. 'Creo que estaba en lo cierto respecto al arte, y aunque mi obra no perdure, espero que quede el recuerdo de un artista que liber¨® la pintura', escribi¨® un a?o antes de su muerte. En Hiva Oa falleci¨® de s¨ªfilis a los 54 a?os, el 8 de mayo de 1803, y all¨ª sigue enterrado.
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