El poeta Vicente N¨²?ez muere en su casa de C¨®rdoba tras una larga enfermedad
El autor, que viv¨ªa alejado de los cen¨¢culos, form¨® parte de los grupos Caracola y C¨¢ntico
El poeta Vicente N¨²?ez (Aguilar de la Frontera, C¨®rdoba, 1929) muri¨® ayer en la casa que habitaba en su pueblo natal desde hace 40 a?os, donde decidi¨® refugiarse en su 'exilio interior'. En su pueblo cre¨® un mundo, Poley, en el que vida y literatura se juntaban. N¨²?ez, integrante del grupo C¨¢ntico y premio de la Cr¨ªtica, viv¨ªa alejado de los cen¨¢culos y estaba considerado como un autor de culto. Estaba gravemente enfermo; seis meses atr¨¢s hab¨ªa sufrido un infarto cerebral que, aunque entorpeci¨® sus movimientos, no apag¨® su lucidez ni su sentido del humor.
Vicente N¨²?ez fue un escritor independiente, que dec¨ªa carecer de ideas pol¨ªticas y que se preocupaba sobre todo por el amor, el fracaso y lo absurdo de la existencia. Sus primeros poemas aparecieron a principios de los cincuenta, cuando viv¨ªa en M¨¢laga y estaba ligado al Grupo Caracola. Eleg¨ªa a un amigo muerto y Los d¨ªas terrestres, dos obras de esta ¨¦poca, tuvieron un gran impacto. Vicente Aleixandre dijo que Eleg¨ªa a un amigo muerto era un libro que liaba al lector suavemente, 'hasta que las ligaduras se hacen carne de uno'. Luego, hacia 1955, en C¨®rdoba, N¨²?ez se acerc¨® al Grupo C¨¢ntico, con cuyos integrantes compart¨ªa el rechazo al realismo social y al prosa¨ªsmo po¨¦tico que primaban entonces.
N¨²?ez decidi¨® dejar de publicar y guard¨® silencio hasta los ochenta. Entonces volvi¨®, con Poemas ancestrales y con Ocaso en Poley, su obra m¨¢s conocida, que le vali¨® el Premio Nacional de la Cr¨ªtica en 1982. Poley fue el nombre que dieron los musulmanes a Aguilar de la Frontera. Luego llegaron Teselas para un mosaico, Sonetos como pueblos e Himnos a los ¨¢rboles.
El poeta mantuvo una larga lucha consigo mismo. Alguna vez dijo que la poes¨ªa era un vicio, una 'mentira indigna', que le hab¨ªa obligado a llevar una vida 'dedicada a una tonter¨ªa'. Mientras la gente hac¨ªa cosas normales, explicaba, a ¨¦l no le quedaba m¨¢s remedio que crear poemas. En sus ¨²ltimos a?os eligi¨® escribir aforismos; produjo miles de sentencias breves e ir¨®nicas en las que mezclaba 'verdad, humor y retru¨¦cano'. Le gustaba vivir en la calle bautizada con su nombre. Hasta que la enfermedad se lo impidi¨®, cada d¨ªa pasaba largas horas en la taberna El Tuta, donde escrib¨ªa y, seg¨²n dec¨ªa, 'no trabajo, vivo'.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.