El primer tiempo
LAS DIFICULTADES metodol¨®gicas para determinar el ¨¦xito o el fracaso de las grandes movilizaciones huelgu¨ªsticas (la excepci¨®n a la regla fue el 14-D) en t¨¦rminos concluyentes y mediante criterios neutrales debilitan la credibilidad de la gran mayor¨ªa de las estimaciones sobre la jornada del jueves. No se trata s¨®lo de que las informaciones est¨¦n condenadas a ser filtradas sesgadamente por las fuentes gubernamentales o sindicales con el fin de inclinar la balanza a su favor: de a?adidura, la insinceridad de los participantes a la hora de reconocer el alcance de sus expectativas -al alza o a la baja- sobre la acogida de la convocatoria privan de utilidad a un elemento valorativo tan crucial como es la confrontaci¨®n de los c¨¢lculos anticipados con los resultados finales. Si los piquetes informativos son la principal coartada utilizada por el Gobierno para explicar los paros sectoriales o locales, la coerci¨®n policial, las intoxicaciones de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos o al servicio del PP, la fijaci¨®n de servicios m¨ªnimos abusivos y las complicidades de la patronal desempe?an la misma funci¨®n consoladora para las centrales.
La convocatoria huelgu¨ªstica del pasado jueves contra las reformas por decreto-ley de la regulaci¨®n del desempleo abre una etapa de relaciones laborales conflictivas tras seis a?os de paz social
El presidente del Gobierno utiliz¨® hace dos semanas una torpe met¨¢fora futbol¨ªstica para ilustrar su moral de combate frente a la huelga general convocada por CC OO y UGT: lejos de adoptar la estrategia defensiva de 'buscar el empate', Aznar anunci¨® su agon¨ªstico prop¨®sito de 'ganar el partido'. Miradas las cosas desde ese punto de vista, ?qui¨¦n gan¨® el encuentro del jueves? Antes de responder a esa pregunta ser¨ªa preciso fijar los criterios para designar al triunfador y para se?alar cu¨¢l es el premio. El tropo literario presidencial estuvo ungido por aspiraciones m¨¢s modestas y triviales que la met¨¢fora de Jorge Manrique sobre los r¨ªos de la vida y el mar de la muerte: si los mecanismos traslaticios que fabrican los sue?os hablan -seg¨²n Freud- el lenguaje metaf¨®rico del inconsciente, el duermevela de los aficionados al f¨²tbol -como Aznar- alberga probablemente la enso?aci¨®n sustitutoria de meter el gol de la victoria en la final del Mundial.
Sin embargo, el prop¨®sito de 'ganar el partido' expresado por Aznar remite tambi¨¦n a una peligrosa matriz ideol¨®gica: el objetivo de la competici¨®n pol¨ªtica es ocupar el mayor ¨¢mbito de poder durante el m¨¢ximo tiempo posible y sin contrapesos. Al menos, la democracia modera el lenguaje de los pol¨ªticos: la visi¨®n de la huelga general como un partido de f¨²tbol ritualiza simb¨®licamente la agresividad del conflicto social renunciando a las im¨¢genes b¨¦licas. Pero ni aun aceptando como juego verbal la met¨¢fora presidencial permite la l¨®gica del f¨²tbol saber qui¨¦n gan¨® el jueves.
Si Aznar se propon¨ªa aprovechar la convocatoria de CC OO y UGT para derrotar a las centrales y destruirlas como agentes sociales, el t¨¦rmino de comparaci¨®n adecuado hubiese sido una eliminatoria de Copa. Pero en los sistemas democr¨¢ticos, Gobierno y sindicatos est¨¢n condenados a jugar una Liga interminable de partidos disputados s¨®lo a los puntos. La huelga general fue la respuesta sindical a la negativa dada por el Gobierno a negociar la reforma sobre la regulaci¨®n del desempleo; convalidado ya por el Congreso el decreto-ley correspondiente, el PP parece dispuesto, sin embargo, a consensuar con otras fuerzas parlamentarias la suavizaci¨®n de algunas medidas cuando el texto sea tramitado como proyecto de ley en el oto?o. En cualquier caso, el Gobierno ha arrojado al cubo de la basura el activo intangible de paz social conseguido mediante el di¨¢logo sindical durante los ¨²ltimos seis a?os: la huelga general ha abierto una etapa de relaciones laborales conflictivas. Si los fervorines de Javier Arenas para describir al PP como la Cofrad¨ªa de los Amigos de los Pobres son rid¨ªculos, sus esfuerzos para presentar a los socialistas como la Banda de Enemigos de los Trabajadores resultan pat¨¦ticos. La Liga contin¨²a: s¨®lo se ha jugado el primer tiempo de ese partido que Aznar intenta ganar a los sindicatos para romperles el espinazo.
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