Los directivos americanos 'pasan' de la bolsa
La ca¨ªda del valor burs¨¢til de las grandes compa?¨ªas estadounidenses no se ha reflejado en el sueldo de sus ejecutivos
La mala marcha de las compa?¨ªas estadounidenses en la bolsa no suele repercutir en el bolsillo de sus directivos. Incluso en un caso extremo como el de Dennis Kozlowski, reci¨¦n dimitido de la presidencia de Tyco por evitar al fisco. A la cabeza de los mejor pagados est¨¢ John Chambers, que ha recibido de Cisco Systems 154,3 millones de d¨®lares.
La retribuci¨®n media de los ejecutivos fue de 15,5 millones de d¨®lares, un 8% menos que en 2000. Las empresas ganaron un 35% menos
Dennis Kozlowski, forzado a dimitir de la presidencia de Tyco por no pagar al fisco un mill¨®n de d¨®lares por unas compras de arte, negocia con el consejo de administraci¨®n los t¨¦rminos de la indemnizaci¨®n por su salida, mientras el grupo se debate en un mar de dudas por su situaci¨®n financiera. La investigaci¨®n se ha extendido a la compa?¨ªa por los privilegios que otorgaba al directivo, como la compra a cargo de la entidad (y sin que lo supieran los accionistas) de viviendas. El caso arroja luz sobre la retribuci¨®n que reciben los directivos norteamericanos, que no suelen reflejar los malos tiempos de la Bolsa.
Seg¨²n la estimaci¨®n de Tyco, la indemnizaci¨®n pactada hace a?o y medio le supondr¨ªa a Kozlowski unos 120 millones de d¨®lares. Como por ahora no hay acusaci¨®n contra Tyco y como Kozlowski no fue despedido, sino que acept¨® dimitir, ambas partes han aceptado renegociar la compensaci¨®n.
Hasta su forzada salida, Kozlowski fue uno de los directivos a los que financieramente les fue de lujo, pese a que su compa?¨ªa atravesara turbulencias que este a?o se han convertido en cat¨¢strofe al caer su cotizaci¨®n desde los 60 a los 10 d¨®lares. El caso de Tyco es extremo en un ambiente de mercado deprimido, con cotizaciones renqueantes, desconfianza de los inversores y resultados a la baja. Cabr¨ªa pensar que las p¨¦rdidas que viene sufriendo desde 2001 Wall Street tuvieran su reflejo en las retribuciones de los directivos, pero no es as¨ª. Un par de estudios revelan que la ca¨ªda del valor de la principales empresas no tiene correlato en los ingresos de los directivos, y que cuando hay paralelismo ¨¦stos van del lado mejor (a buenos n¨²meros de las compa?¨ªas, mejores resultados para los presidentes; a malos resultados, no tan malos para los jefes).
Son estudios complicados, pese al empleo de datos oficiales comunicados a la Comisi¨®n del Mercado de Valores. Como ejemplo valga la retribuci¨®n de Kozlowski. Seg¨²n el an¨¢lisis de Mercer Human Resources Consulting para The Wall Street Journal, el presidente de Tyco recibi¨® en 2001 una retribuci¨®n (salarios, primas, acciones, opciones sobre acciones y otras rentas) de 36 millones de d¨®lares. Pearl Meyer & Partners, otra firma especializada, estima en su evaluaci¨®n para The New York Times que el directivo obtuvo 80,3 millones.
Este estudio establece que la retribuci¨®n total media de los consejeros delegados y/o presidentes de 200 grandes compa?¨ªas fue de 15,5 millones de d¨®lares, con una ca¨ªda del 8% sobre 2000 que no se corresponde con el 35% de ca¨ªda en los beneficios de las empresas, el peor balance en d¨¦cadas.
Las empresas se dividen casi por mitades entre las que vinculan la retribuci¨®n de sus ejecutivos a los resultados y las que optan por mirar a otro lado. Cisco Systems y American Express son de las que tienen entre algodones a sus presidentes. El fabricante de equipos para internet perdi¨® 1.000 millones de d¨®lares y vio caer su cotizaci¨®n un 71% en 2001, pero John Chambers fue retribuido con 154,3 millones, el ejecutivo mejor pagado seg¨²n Pearl Meyer, gracias a las opciones sobre acciones, que compensaron un magro salario de 268.000 d¨®lares. Kenneth Chenault recibi¨® un total de 31,4 millones de American Express pese a no alcanzar los objetivos.
Menos indulgentes son Boeing -que perdi¨® un 42% de su capitalizaci¨®n y recort¨® un 78% la paga a Philip Condit- o Merrill Lynch, cuyo presidente recibi¨® 18 millones de d¨®lares, menos de la mitad que en 2000. 'Es muy importante que la paga de los ejecutivos est¨¦ en l¨ªnea con los intereses de los accionistas', comenta a The New York Times Sydney Taurel, de la farmac¨¦utica Eli Lilly, que tambi¨¦n vio reducidos a la mitad (hasta 11,2 millones) sus ingresos. La represalia m¨¢s espectacular fue la de Michael Esner al frente de Disney, que recibi¨® un mill¨®n de d¨®lares frente a los 17 del a?o anterior.
La frustraci¨®n de los inversores y las airadas llamadas en las juntas generales a controlar estas retribuciones han llevado a algunos presidentes a aceptar menores sueldos y a renunciar al cobro de las primas ligadas a los resultados. El gesto ha ido acompa?ado de la apertura de otras v¨ªas de compensaci¨®n o la profundizaci¨®n de las existentes. Se aumentan las opciones sobre acciones que, en algunos caso, llegan a equivaler a ocho veces la retribuci¨®n total anual. Peter Chingos, de Mercer, atribuye la aparici¨®n de este incentivo 'a la necesidad que tienen las compa?¨ªas de enviar un claro mensaje a sus directivos para que se queden y ayuden a la compa?¨ªa a salir de la crisis'.
El grueso de las retribuciones est¨¢ mutando hacia los incentivos a largo plazo (los que no son ni salario ni primas atadas a resultados). En 1997, el porcentaje de salario, bonos e incentivos a largo era del 21%, 22% y 57%, mientras que en 2002 la proporci¨®n es del 16%, 13% y 71%, seg¨²n Mercer.
Las opciones sobre acciones (a ejecutar en un plazo de a?os sobre papel ofrecido a precio de ganga) constituyen el sistema favorito de pago diferido, recibidas por el 96% de los directivos. En principio incitan a sus beneficiarios a mejorar los resultados de la empresa, pero tambi¨¦n invitan a los menos escrupulosos a maquillar balances para atraer inversores y aumentar su propia retribuci¨®n, como seg¨²n todos los indicios ocurri¨® en Enron. Es un controvertido veh¨ªculo retributivo contra el que se han alzado voces como la de Alan Greesnpan, el presidente de la Reserva Federal, quien quisiera que se contabilizaran como gastos.
Los sistemas de compensaci¨®n paralela son m¨²ltiples y muy complejos. Los directivos negocian las cr¨ªpticas cl¨¢usulas a elevar al consejo con las que se garantizan la cobertura contra las veleidades de los mercados. En algunos casos, hay beneficios que se prolongan tras la jubilaci¨®n (avi¨®n privado, coche, secretaria...), favores que en casos extremos se heredan. El cuestionamiento por los accionistas de estos sistemas ha hecho a muchos presidentes duchos en su ocultamiento. Esa opacidad, aliada a la pasividad de los consejos, da como resultado que los beneficios y retribuciones reales del ejecutivo sean ignorados no s¨®lo por los inversores sino hasta por los propios consejeros, como les ha ocurrido a los de Tyco, a quienes la inspecci¨®n de Hacienda les va abrir los ojos y exigir responsabilidades.
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