Las razones de un olvido
El autor quiere contribuir a sacar del olvido al espa?ol ?ngel Sanz Briz, quien en 1944 salv¨® la vida de miles de jud¨ªos desde su puesto de diplom¨¢tico en Budapest
La salvaci¨®n de muchos jud¨ªos por el Gobierno de Franco durante el holocausto ha sido motivo de pol¨¦mica entre historiadores. Su aspecto m¨¢s problem¨¢tico se centra en el hecho de que la salvaci¨®n de estos jud¨ªos obedec¨ªa, seg¨²n unos, a una pol¨ªtica general dise?ada por el propio Gobierno de Franco y, para otros, por el contrario, fueron simplemente acciones puntuales y personales de diplom¨¢ticos aislados las que salvaron aquellas vidas.
La magnificaci¨®n de muchas de estas acciones a trav¨¦s de la prensa, incluso algunas llevadas al cine, han propiciado que muchos de estos hechos comiencen a ser conocidos por el gran p¨²blico. Sin embargo, por unas u otras razones, ha habido otros personajes que han tenido un importante protagonismo y que han permanecido en la penumbra del anonimato para ese gran p¨²blico: nos referimos al diplom¨¢tico espa?ol ?ngel Sanz Briz.
El diplom¨¢tico fue el encargado de Negocios de la Embajada de Espa?a en Budapest
Hab¨ªa que capitalizar la intervenci¨®n de Sanz Briz como propia de la pol¨ªtica de Franco
En 1987, el historiador Antonio Marquina public¨® un interesante libro (Espa?a y los jud¨ªos en el siglo XX. La acci¨®n exterior de Espa?a. Espasa. Madrid, 1987) que supuso el primer acercamiento al tema y el sacar del casi anonimato m¨¢s absoluto a Sanz Briz.
Hoy podemos conocer, a trav¨¦s de investigaciones recientes, la labor heroica y humanitaria de este diplom¨¢tico y una serie de circunstancias que rodearon su operaci¨®n de salvaci¨®n de jud¨ªos, hasta ahora in¨¦ditas, y que a medida que se conocen convierten a este espa?ol en un personaje singular. Los libros de J. Antonio Lisbona (Espa?a y los jud¨ªos. Siglo XX. Madrid, 1993) y el m¨¢s reciente de Diego Carcedo (Un espa?ol ante el holocausto. Madrid, 2000), as¨ª lo atestiguan.
El autor de este art¨ªculo, con motivo de una investigaci¨®n publicada recientemente en un libro (Isidro Gonz¨¢lez. Relaciones Espa?a-Israel y el conflicto de Oriente Medio. Biblioteca Nueva Madrid, 2001), ha localizado unos documentos que contribuyen a esclarecer, m¨¢s si cabe, las razones del porqu¨¦ del olvido de este personaje.
Pretendemos, pues, arrojar un poco de luz sobre la operaci¨®n de salvaci¨®n de miles de jud¨ªos que llev¨® a cabo Sanz Briz, y sobre todo, las circunstancias y matices concretos que marcaron estos hechos, e incidir en las causas y motivos oscuros que generaron este inexplicable olvido por parte del Gobierno espa?ol, y por derivaci¨®n, del p¨²blico en general y muy especialmente del espa?ol.
En primer lugar, se debe analizar la situaci¨®n personal que pesaba sobre el diplom¨¢tico en aquellos momentos y, despu¨¦s, las circunstancias pol¨ªticas derivadas de la posici¨®n del Gobierno a quien representaba en Budapest, muy vinculado a los pa¨ªses del Eje, como es bien sabido.
En lo que toca al primer aspecto, hay que resaltar que Sanz Briz era un joven diplom¨¢tico de poco m¨¢s de treinta a?os, que ocupaba su primer puesto de importancia como encargado de Negocios de la Embajada de Espa?a en Budapest. El espect¨¢culo que presenci¨® reci¨¦n llegado a la capital h¨²ngara con el apaleamiento de jud¨ªos por las calles y la deportaci¨®n masiva a los campos de exterminio fue tan terrible que golpe¨® con fuerza su conciencia.
Este hecho le cre¨® una situaci¨®n contradictoria a su propia carrera diplom¨¢tica. Su intervenci¨®n directa en ayuda de los jud¨ªos le podr¨ªa acarrear su fulminante condena al ostracismo en los inicios de su carrera, pues nadie ni nada le obligaba como no fuera su conciencia. Si no actuaba, miles de jud¨ªos ir¨ªan a la c¨¢mara de gas y si lo hac¨ªa podr¨ªa salvarlos. Sanz Briz opt¨® por lo ¨²ltimo, lo cual habla por s¨ª mismo de su calidad humana.
A sus continuas peticiones de instrucciones al Gobierno espa?ol sobre c¨®mo deb¨ªa actuar se respondi¨®, al principio, con el silencio y, m¨¢s tarde, con una tibia autorizaci¨®n, cuando ya las potencias del Eje estaban pr¨¢cticamente derrotadas y el propio Gobierno de Franco se iba desenganchando de las mismas por estrategia de supervivencia.
Por otra parte, la investigaci¨®n m¨¢s actual sobre la documentaci¨®n, hasta ahora in¨¦dita, nos permite asegurar que el diplom¨¢tico actu¨®, en los momentos m¨¢s ¨¢lgidos de la cuesti¨®n, por cuenta propia. En efecto, en una carta fechada en 1946 y descubierta recientemente en Washington y dirigida a su colaborador Giorgio Perlasca, San Briz as¨ª lo afirma.
Si el diplom¨¢tico espa?ol obr¨® bajo los impulsos de su conciencia, dejando en un segundo plano su propia carrera, la actuaci¨®n posterior del Gobierno espa?ol estuvo mediatizada por otros intereses que, en s¨ªntesis, consistieron en lo siguiente: en un principio, si los pa¨ªses del Eje lograban recomponer su estabilidad, la actuaci¨®n de Sanz Briz ser¨ªa la labor de un diplom¨¢tico aislado cuyas acciones no estaban respaldadas por su Gobierno. Si, por el contrario, como ocurri¨®, los pa¨ªses del Eje perd¨ªan la guerra, hab¨ªa que capitalizar la intervenci¨®n de Sanz Briz como propia y ¨²nica de la pol¨ªtica del Gobierno de Franco, agrandando la labor de salvaci¨®n de los jud¨ªos por parte del Gobierno espa?ol como un mecanismo que ayudara a soltar lastre de sus ataduras pasadas con el ideario de los reg¨ªmenes fascista y nazi.
Para poner en marcha esta operaci¨®n, la primera medida que se tom¨® fue aconsejar al propio diplom¨¢tico que guardase silencio sobre su conducta y que, cuando fuera preguntado sobre su labor, la respuesta deb¨ªa ser siempre que ¨¦l nada ten¨ªa que ver en la operaci¨®n, sino que todo ello fue obra exclusiva del propio general Franco y que ¨¦l s¨®lo recib¨ªa ¨®rdenes. Por lo tanto, el m¨¦rito era exclusivo del Gobierno espa?ol.
La documentaci¨®n exhumada recientemente demuestra con claridad las razones de este proceder.
En primer lugar, la din¨¢mica pol¨ªtica del r¨¦gimen de Franco en sus comienzos consisti¨® en luchar por romper el aislamiento internacional y una de las causas m¨¢s determinantes del mismo era, sin duda, la reciente vinculaci¨®n a la ideolog¨ªa de los pa¨ªses perdedores, es decir, el nazismo y el fascismo. Para liberarse de ese lastre, se exageraba la idea de la salvaci¨®n de muchos jud¨ªos durante la II Guerra Mundial. Uno de los principales objetivos durante este tiempo fue que el Estado de Israel reconociese al r¨¦gimen de Franco. La baza que se jugaba era el haber evitado la muerte de miles de jud¨ªos a manos de los nazis.
El reconocimiento del r¨¦gimen espa?ol por Israel supondr¨ªa, sin duda, un espaldarazo, en medio del aislamiento internacional, habida cuenta que tendr¨ªa el efecto de aceptar la desvinculaci¨®n del sistema franquista con los pa¨ªses totalitarios que hab¨ªan sido los causantes de la exterminaci¨®n de seis millones de jud¨ªos.
Sin embargo, la contrapartida estaba servida: al flamante nuevo Estado era lo que menos le conven¨ªa, porque hab¨ªa nacido bajo el recuerdo del holocausto y lo protagonizaban y dirig¨ªan intelectuales que proced¨ªan de los pa¨ªses del Este, muchos de los cuales hab¨ªan luchado al lado del bando republicano en la guerra civil espa?ola. Las reiteradas negativas israel¨ªes a establecer estas relaciones, aduciendo para ello los lazos del r¨¦gimen de Franco con sus mayores enemigos, convert¨ªan estos intentos de relaci¨®n en un di¨¢logo de sordos. Fue una ¨¦poca dif¨ªcil para el r¨¦gimen de Franco. Hab¨ªa, pues, la necesidad de lavar la cara del sistema, que se afanaba en presentar un semblante distinto del que se le atribu¨ªa.
A tal efecto, los diplom¨¢ticos que tuvieron protagonismo en la operaci¨®n reciben las instrucciones pertinentes para que difundan la idea de que la salvaci¨®n de los jud¨ªos durante la ¨²ltima contienda se debi¨® a una pol¨ªtica intencional del propio general Franco y que los diplom¨¢ticos no fueron nada m¨¢s que meros ejecutores. Estas instrucciones afectaron muy especialmente a la figura clave en esta operaci¨®n: Sanz Briz.
Pero la cuesti¨®n adquiere sus puntos m¨¢s ¨¢lgidos a comienzos de los a?os sesenta, cuando los primeros jud¨ªos salvados del holocausto por Sanz Briz, entonces c¨®nsul general de Espa?a en Nueva York, se dirigen a ¨¦l con la finalidad de escribir y difundir la labor del diplom¨¢tico.
Las informaciones que facilita Sanz Briz al periodista israel¨ª Isaac Molho en 1963 est¨¢n contenidas en una extensa carta, en la cual narra todas las vicisitudes por las que tuvo que pasar en Budapest para salvar la vida de muchos jud¨ªos en el a?o 1944. En ese documento le pide que 'no las utilice con mi propio nombre' y hace recaer todas las loas sobre el general Franco.
La carta que, el 24 de noviembre de 1963, dirige Sanz Briz al ministro Fernando Mar¨ªa Castiella, es altamente reveladora. Se dice en ella textualmente: 'Recabar enteramente para Espa?a y para S. E. el Jefe del Estado el m¨¦rito de nuestra actuaci¨®n, omitiendo para ello cualquier menci¨®n a la actividad que, en el campo humanitario, mantuvimos...'.
La pregunta surge por s¨ª sola: ?por qu¨¦ hasta hace muy poco no se conocieron las gestiones de Sanz Briz y hubo que esperar a los estudios de Marquina y Lisbona 1987 y 1993, respectivamente despu¨¦s de la muerte del general Franco? ?Sanz Briz estaba autorizado por el Gobierno espa?ol a publicar o a divulgar estas acciones utilizando su nombre? Nos inclinamos sin duda a pensar que, como se desprende de los documentos in¨¦ditos ya conocidos, el diplom¨¢tico fue instrumentalizado para propagar estas acciones, pero utilizando solamente el nombre del general Franco y omitiendo sus propias gestiones.
Es indudable que esta campa?a de sensibilizaci¨®n, especialmente ante la opini¨®n p¨²blica norteamericana y sobre todo antes las poderosas comunidades jud¨ªas norteamericanas, obedec¨ªa a coyunturas muy concretas como la citada necesidad de lavar la cara del r¨¦gimen. Tambi¨¦n era una baza frente a la solicitud de entrada en la CEE, que coincid¨ªa, adem¨¢s, con las pretensiones que entonces manten¨ªa Israel en sus intentos de establecer relaciones diplom¨¢ticas con el r¨¦gimen de Franco y, sobre todo, serv¨ªa para contrarrestar la idea que se ten¨ªa del pasado de la pol¨ªtica franquista.
La campa?a tuvo su ¨¦xito fundamentalmente porque iba dirigida a las comunidades jud¨ªas norteamericanas y a la opini¨®n p¨²blica internacional, como lo prueban los libros que entonces se publicaron elogiando la obra de la salvaci¨®n por parte del general Franco de muchos jud¨ªos.
No es nuestro prop¨®sito entrar en la pol¨¦mica que divide a los historiadores sobre la salvaci¨®n de los jud¨ªos por Espa?a en la II Guerra Mundial, que creo que en l¨ªneas generales fue eficaz y mucho m¨¢s positiva que la de muchos pa¨ªses europeos, sino ahondar en el sepultamiento y el olvido injusto que para desarrollar esta campa?a ha estado sometida la figura de Sanz Briz, que a t¨ªtulo personal y con riesgos tanto personales como profesionales del entonces joven diplom¨¢tico, logr¨® salvar miles de vidas humanas.
Desde hace un tiempo su figura empieza a ser reconocida, gracias a los trabajos de algunos historiadores, y comienza a recibir homenajes: Justo de la Humanidad, condecoraci¨®n del Parlamento h¨²ngaro, emisi¨®n de un sello de correos en Espa?a o la reciente instalaci¨®n de un busto en el palacio de Santa Cruz, pero siempre dentro de unos c¨ªrculos muy reducidos.
Hoy, m¨¢s que nunca, es necesario un reconocimiento a su persona cuyas manifestaciones tienen que ir a¨²n m¨¢s all¨¢ de estos c¨ªrculos cerrados. Los espa?oles somos dados a ensalzar los m¨¦ritos del extranjero y a olvidar los nuestros.
Isidro Gonz¨¢lez Garc¨ªa es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.