Tocando fondo
Es curioso. Se hab¨ªan o¨ªdo voces cr¨ªticas por la selecci¨®n de Tannh?user, dado que esta ¨®pera se hab¨ªa representado hac¨ªa tres a?os en el Teatro Real. Las diferencias musicales han sido abismales y sirven en bandeja una reflexi¨®n sobre la importancia fundamental de los criterios interpretativos o, si se prefiere, de los cuerpos estables y el director musical. Barenboim ha venido por tercer a?o consecutivo al Real. M¨¢s que nunca ha confirmado que su presencia en Madrid es imprescindible. El Real demuestra generosidad y esp¨ªritu abierto invitando a un teatro de ¨®pera en estos momentos muy superior. Ese esp¨ªritu no paternalista da confianza en la pol¨ªtica del teatro. ?Ah! ahora recuerdo que hubo algunos fallos t¨¦cnicos en la manipulaci¨®n del montaje. Ante la magnitud art¨ªstico de lo escuchado poco importan, pero no estar¨ªa de m¨¢s corregirlos para pr¨®ximas funciones.
Barenboim, de nuevo
La Staatsoper Unter den Linden se ha instalado en el Teatro Real como en su casa en unos festivales de verano un tanto ficticios pero, en cualquier caso, inmensamente gratificantes para los espectadores madrile?os. No siempre sus espect¨¢culos se han movido al mismo nivel. Cada a?o han dado en las ¨®peras una de cal y otra de arena. Trist¨¢n e Isolda y Fidelio han sido los precedentes, en lo positivo, de este excelente Tannh?user, tan brillante en el terreno musical, como inteligente en el esc¨¦nico. Cuando estas cosas ocurren, el entusiasmo del p¨²blico se dispara, las emociones se desbordan y la pasi¨®n de la ¨®pera se muestra irresistible.
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