Indefenso idioma
Asombra, cuando creemos tener suficientes conocimientos, la fluidez y claridad con que se expresan com¨²nmente los franceses o los italianos de la calle ante unas c¨¢maras de televisi¨®n y un micr¨®fono. En el pa¨ªs vecino, el uso del lenguaje se ense?a y aprende en la escuela primaria y lo perfeccionan en los ulteriores estudios. Cualquiera, oralmente y por escrito, con independencia de su origen y posici¨®n social. Sin embargo, tambi¨¦n por all¨¢ menudean las quejas que culpan a la instrucci¨®n p¨²blica y a los medios de comunicaci¨®n de pervertir y envilecer esos idiomas. Entre nosotros, espa?oles y madrile?os, los lamentos vienen de antiguo, con el mismo achaque del empobrecimiento de la lengua, a lo que escaso remedio se aplica, pese a los esfuerzos de L¨¢zaro, Grijelmo y otros adalides. La jerga inform¨¢tica que se pretende poner de moda entre los j¨®venes contribuye a que la anemia intelectual se agudice y extienda. No es lo malo la desidia, sino el aplauso est¨®lido para encubrir la general incultura.
Bienvenidos los americanismos que, generalmente, nos devuelven lozanas y pulidas expresiones que fueron propias; y los galicismos, anglicismos o germanismos que enriquezcan el vocabulario. El castellano, lengua que se usa en Espa?a y gran parte de Am¨¦rica, se deteriora de forma alarmante y progresiva. Aceptemos que lo hablen con mayor pureza en Valladolid, Palencia y otros lugares del interior, casi siempre entre la gente culta, sin ocultar que nos cautiven las expresiones espec¨ªficas que tienen los andaluces, asturianos o extreme?os para nombrar cosas con vocablos rotundos, felices y expl¨ªcitos. Si reconocemos el catal¨¢n y el gallego como entidades literarias, no veo por qu¨¦ despojarles de lo que tiene suficiente equivalencia en espa?ol. Es una falta de respeto a los tres idiomas.
No digamos de los extranjeros. Contaban de un ne¨®fito y aturdido funcionario en la Comunidad Europea que preguntaba c¨®mo se dec¨ªa en franc¨¦s cruas¨¢n y, cuando se lo explicaron, no se lo quer¨ªa creer. Ignoro cu¨¢l ser¨¢ el futuro de nuestra habla, torpedeada sin misericordia e innecesariamente retorcida en los or¨ªgenes de su conocimiento. La gram¨¢tica, cuyas reglas fueron simples y comprensibles, se ha convertido en un galimat¨ªas inextricable para quienes ignoran los precedentes. La oficina de protecci¨®n del menor deber¨ªa tomar cartas en el asunto e impedir que a un ni?o se le intoxique con sintagmas, fonemas oclusivos o fricativos, taxonom¨ªa, morfemas, hasta que haya cruzado la adolescencia. Como con el alcohol y el tabaco.
Se me ocurre el s¨ªmil del automovilista que precisa de aprendizaje gen¨¦rico, sin entrar en la mec¨¢nica de los motores. Las dificultades que encuentran los candidatos para obtener el carn¨¦ se justifican como dique selectivo y recaudatorio. El primer autom¨®vil lo adquir¨ª en 1944, y ante cualquier aver¨ªa me he limitado a levantar el cap¨®, lanzar una vacua mirada al interior, cerrarlo y avisar al taller m¨¢s cercano. Soy un pasable conductor, con apenas tres o cuatro percances veniales en casi sesenta a?os. Quiz¨¢ sea una temeridad que me acaben de renovar el permiso.
Algunas retorcidas mentes han ideado -espero que con poca fortuna- los 'emoticones', jerga que omite los art¨ªculos, las vocales y algunas voces esdr¨²julas para abaratar la provocada ansia de comunicarse entre los adolescentes. Esa brevedad estaba descubierta por las se?ales de humo de los indios y por los periodistas del siglo pasado, que utilizaban el tel¨¦grafo en sus corresponsal¨ªas. Es cl¨¢sica la f¨®rmula 'ancianitos inrecuerdan' que en la redacci¨®n traduc¨ªan como 'ni los m¨¢s viejos de la localidad ten¨ªan memoria...' de semejante suceso. Nueve palabras reducidas a dos. Otra referencia familiar: 'Suspendido curso prepara pap¨¢', a lo que la comprensiva madre responde: 'Pap¨¢ preparado, prep¨¢rate t¨²'.
Lamentable el repertorio de muchos locutores y locutoras (como puntualizar¨ªa Llamazares) enmascarando con expresiones soeces, obscenas, pornogr¨¢ficas o blasfemas su indigencia mental. Rid¨ªcula la man¨ªa de cambiar el acento t¨®nico para fingir estilo brit¨¢nico. Una enviada de televisi¨®n relat¨® cierto suceso en la localidad francesa de Cognac. Pronunci¨® c¨®?ac y se qued¨® tan campante. Pues, nada, cuidado con el ¨¢nis y el Vald¨¦pe?as. No vayan a creer que los plum¨ªferos nos vamos de rositas. Se lee cada cosa... ?SOS idioma!
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